SEMANA: Una vez aprobado el Plan de Desarrollo ¿cuáles son sus prioridades?ENRIQUE PEÑALOSA: Unas tienen que ver con mejorar radicalmente lo que hay y otras con redefinir el rumbo. En lo que hay que arreglar, estamos concentrados en el lío monumental que recibimos en movilidad. El SITP que diseñó Samuel Moreno e implementó Gustavo Petro estaba en coma. Se traga más de 800.000 millones de pesos al año en subsidios operacionales, componerlo cuesta 1,6 billones –casi el 70 por ciento del predial— y requiere operaciones de alta cirugía para que funcione como se necesita. Dimos ya un paso gigante al declarar el incumplimiento de dos de las nueve empresas del SITP, Coobus y Egobus, que tenían el 30 por ciento de la operación y en cuatro años no arrancaron. Hacia adelante, ya tenemos estructurado el plan para que sea uno de los sistemas de transporte masivo más modernos de América Latina: con el metro elevado, las nuevas vías de entrada y salida, nuevas troncales de TransMilenio y 300 kilómetros adicionales de ciclorrutas. Aspiramos a invertir en obras etres veces lo que costó ampliar el canal de Panamá.SEMANA: ¿De dónde saldrán los recursos para financiar todo ese plan? E.P.: La estrategia de financiamiento es robusta y consistente con un ejercicio de proyección que tuvo en cuenta la coyuntura y la dinámica inherente al crecimiento de la ciudad y del país en los próximos cuatro años. De los 96,1 billones de pesos necesarios para financiar el Plan de Desarrollo, 56 por ciento se deriva de la administración central; el 8 por ciento de establecimientos públicos; cerca del 5 por ciento de las empresas industriales y comerciales y de servicios públicos y el resto se asocia con los fondos de desarrollo local y las empresas sociales del Estado. Adicionalmente, el 13,6 por ciento de los recursos provendría del sector privado mediante alianzas público-privadas y un 13,5 por ciento restante corresponde a los recursos para construir el metro, de los cuales, cerca del 70 por ciento será confinanciado por la Nación.SEMANA: El trámite de las APP no es tan ágil y eso se ha visto en la experiencia que ha tenido la Nación. ¿Qué piensa de ese tema?E.P.: Para lograr la Bogotá que queremos buscamos trabajar coordinadamente con el sector privado para apalancar inversión social y para ello contamos con el esquema innovador de las APP. Es un gran reto, en el que el Distrito cuenta con ciertas ventajas: un equipo con el conocimiento técnico necesario para poner en marcha este instrumento y la identificación clara de los proyectos que se desarrollarán con él. Fundamentalmente las APP se dedicarán a atender los problemas de movilidad, infraestructura y déficit de parques. Por último, con el fin de gestionar gran parte de estos recursos se planea crear la agencia de infraestructura (ADI), cuya tarea principal será promocionar y atraer inversionistas.SEMANA: ¿Pasando al tema de la crisis de la salud, qué encontró y qué va a hacer? E.P.: En los últimos años, en Bogotá no se creó una sola cama nueva en los hospitales, por lo cual estaban saturados. En estos primeros seis meses hemos trabajado para aumentar la cobertura en salud y reducir al máximo el calvario de los trámites. Articulamos las 22 gerencias de hospitales existentes en cuatro, lo cual permitirá utilizar de manera más eficiente los recursos físicos, unificar los procesos de compra y contratación, y evitar que en el sector vuelvan a darse escándalos como los del carrusel. También estamos definiendo qué hacer con Capital Salud, la EPS del Distrito, que tiene un déficit de más de 500.000 millones de pesos. La implementación de la reforma de los hospitales es de un año, así que les pedimos a los bogotanos otro poco de paciencia.SEMANA: ¿Encontró corrupción en la administración que heredó?E.P.: No puedo afirmar que haya habido corrupción, pero sí un grave desgreño administrativo. Además de los casos mencionados, al Distrito le tocó pagar más de 91.000 millones de pesos a la Superintendencia de Industria y Comercio por irregularidades en el cambio del esquema de aseo. También nos tocó, por ejemplo, tumbar el Decreto 532 que permitía construir edificios de 30 pisos a la loca, y ahora tenemos que redefinir la licitación para los contratos para completar la fase I de TransMilenio. Lo paradójico es que durante la Administración Petro los ingresos de la ciudad crecieron en un 50 por ciento, pero el gasto aumentó en un 100 por ciento y ni siquiera se hizo un colegio.SEMANA: ¿Cómo ha sido su relación con el Concejo?E.P.: Armónica. En seis meses, además de aprobar el Plan de Desarrollo, el Concejo logró sacar adelante proyectos como la reorganización de los hospitales, la fusión de Metrovivienda en la empresa de Renovación Urbana y la creación de la Secretaría de Seguridad y la Empresa Metro.SEMANA: ¿A qué acuerdos ha llegado con el gobierno para hacer proyectos en Bogotá?E.P.: Veníamos de una Alcaldía que peleaba con todo el mundo: con el Concejo, con el gobierno nacional, con la empresa privada, con la Policía, con los constructores… Por cuenta de esas peleas se gastaban enormes presupuestos en publicidad y ponían a entidades como Canal Capital a hacerle propaganda al alcalde. Ahora, es un canal que busca ser objetivo y constructivo. Nosotros ya no tenemos peleas con el gobierno: conjuntamente vamos a hacer 32 colegios; Planeación Nacional apoya los estudios para el metro; con el ICBF atenderemos 240.000 niños; con el Ministerio de Justicia evaluamos trasladar la cárcel del Buen Pastor a La Picota; conseguimos 80.000 subsidios para vivienda, y trabajamos con la Policía y la Fiscalía para adelantar acciones como la intervención que hicimos en el Bronx hace un mes.SEMANA: Pero con Cundinamarca las relaciones no son tan buenas...E.P.: Bogotá hace acuerdos con sus vecinos. Con Soacha, por ejemplo, mejoramos de manera significativa la estación intermedia de TransMilenio y vamos a optimizar las conexiones viales. Con La Calera estamos avanzando en construir el parque del Agua, en el embalse de San Rafael, que estará conectado con la ciudad por un cable desde Usaquén.SEMANA: Pero una cosa son las buenas relaciones con los municipios y otra con el gobernador Jorge Rey, con quien ha tenido varios enfrentamientos...E.P.: Más que enfrentamientos, tenemos desacuerdos en aspectos como los peajes a la entrada de la ciudad, porque necesitamos que Bogotá reciba esos recursos para poder construir estas grandes obras. Además, hemos tenido diferencias porque la Gobernación propone un tren ligero que conecte a Bogotá con Facatativá, Madrid, Funza y Mosquera, pero actualmente no está totalmente claro cómo es el modelo de financiación. En cuanto a los peajes en el norte –para ampliar la autopista y la carrera Séptima—, tenemos que subirlos, pero la Gobernación se opone. Ojalá podamos articular esfuerzos.SEMANA: Pasando al tema de movilidad, ¿el metro definitivamente es un hecho?E.P.: Claro que sí. Le estamos metiendo todo el impulso. Por eso hicimos la Empresa Metro y pusimos de gerente a Andrés Escobar, el principal experto en renovación urbana en América Latina. El Plan de Desarrollo que recientemente trabajó el Concejo deja claro que el plan de obras de la primera línea es de cuatro años, de 2018 a 2021. Dejaremos avanzada la construcción, pero será el próximo alcalde el que lo inaugure.SEMANA: Una vía sobre la que siempre se posponen las decisiones es la Séptima…E.P.: Estamos trabajando en el esquema de APP para ampliar la autopista Norte a seis carriles y para que la Séptima llegue hasta La Caro. En esta avenida, haremos por fin una troncal de TransMilenio que será símbolo de integración social: los vecinos de la Séptima que pertenecen a los estratos más altos compartirán el transporte con personas de otros ingresos. Sin duda, una vez esté la troncal, ellos preferirán desplazarse a sus trabajos en los buses rojos y demorarse solo 15 minutos, que durar dos horas metidos entre un carro.SEMANA: ¿Qué medidas está tomando para resolver el caos del tráfico?E.P.: Tenemos andando una campaña de cultura ciudadana con Mockus y Corpovisionarios para que la gente no bloquee las intersecciones. Además, hemos hecho mil pequeños cambios operacionales que han mejorado la velocidad en algunas vías. La intervención en la carrera 11 es evidencia de cómo puede mejorar la velocidad vehicular un 40 por ciento al tiempo que se promueve la bicicleta. Otro ejemplo es la subida a La Calera, cuyo trayecto en carro se demora hoy media hora menos gracias a una intervención de la Secretaría de Movilidad.SEMANA: ¿En qué va el viacrucis de la ALO, que lleva 20 años sin solucionarse?E.P.: La ciudad apenas ha comprado el 60 por ciento de la tierra que se necesita para construirla. Estamos viendo cómo comprar predios y hacerla con el mecanismo de APP, pero nuestra prioridad es ampliar la autopista Norte y la Séptima. Y es que, mientras no se resuelva el estatus de la Van der Hammen, excepto esas dos, todas las vías de la ciudad hacia el norte seguirán bloqueadas: la ALO, la Ciudad de Cali y la Boyacá.SEMANA: ¿Insiste en que la ciudad crezca en el norte?E.P.: Hoy Bogotá tiene 2,6 millones de viviendas, y en los próximos 40 años hay que construir 2,7 millones, es decir, más de las que existen. Es irresponsable decir que Bogotá puede crecer con renovación urbana porque ya es de las ciudades más densas del mundo: tiene cuatro veces más habitantes por hectárea que São Paulo, cuatro veces más habitantes por hectárea que Londres y es la que más se ha densificado en las últimas décadas. Sin vías, infraestructura y espacio público suficientes, no se puede densificar más.SEMANA: ¿Cuáles son sus planes clave en renovación urbana?E.P.: Hay que rehacer Bogotá, pero no para meter más gente por hectárea, sino para hacer una mejor ciudad. Y para ello avanzaremos en proyectos de renovación como el que viene en el Bronx. Después de demoler, ubicaremos la Alcaldía Local de Los Mártires, canchas de fútbol sintéticas y una Casa de Justicia. En el norte, uniremos el parque El Virrey con el Simón Bolívar cruzando manzanas que tendremos que comprar, con esquemas propios del sector privado, en el proyecto El Polo. La renovación, además, tendrá su propio espacio en el POT. Cuando lo presentemos al Concejo este año, propondremos que se permitan alturas de 20 y 30 pisos, a cambio de la posibilidad de construir 20 o 30 metros de andén. A eso le sumaremos la posibilidad de vender los derechos de edificabilidad: si los constructores quieren hacer edificios más altos, tienen que pagarle a la ciudad para que esta invierta en más espacios públicos.SEMANA: Recientemente un juez le ordenó concertar con los vendedores ambulantes su salida de la calle 72. E.P.: Impugnamos esa decisión. En Colombia la gente piensa que el espacio público se puede tomar, pero el privado no. Le aseguro que si los ambulantes estuvieran ubicados en el jardín de la casa de un juez, nadie ordenaría concertar.SEMANA: Hay quienes aseguran que el nuevo Código de Policía es autoritario. ¿Qué opina?E.P.: Hemos sido sus principales impulsores. Necesitamos sancionar a quienes se cuelan en TransMilenio, a quienes ponen pasacalles ilegales, a quienes contaminan pegando afiches en los postes. Y es que una ciudad más ordenada, es más segura. En seis meses, gracias a un excelente trabajo de la Policía bajo el mando del general Penilla, se han obtenido reducciones de 5 por ciento en el hurto a residencias, 6 por ciento en los homicidios, 13 por ciento en el hurto a personas, 29 por ciento en el robo a comercios y 42 por ciento en el robo de celulares. El único indicador que no ha bajado es el robo de carros, que sigue siendo alto. Pero que 37 personas menos hayan muerto este año asesinadas es muy gratificante.SEMANA: ¿Cómo hacer para que historias como la de el Bronx y el Cartucho no se vuelvan a repetir?E.P.: Hay gente que dice que la recuperación del Cartucho se hizo mal y que por eso apareció el Bronx, pero eso no es cierto. El Bronx ya existía cuando acabamos el Cartucho. Mientras el Cartucho eran 23 hectáreas, el Bronx eran tres cuadras. Sin embargo, en el Bronx había un crimen organizado más afianzado, el año pasado allí secuestraron a dos agentes del CTI y la Policía no podía entrar. Había, además, otros horrores como el negocio sistemático de la explotación sexual de niños. Es imposible pensar que la Alcaldía pueda acabar con la drogadicción, pero nuestra tarea sí es acabar con las repúblicas independientes del crimen, donde no había podido llegar el Estado.SEMANA: ¿Qué va a hacer para cuidar los cerros orientales?E.P.: El Sendero de las Mariposas tendrá 80 kilómetros que servirán como rompefuegos para evitar los incendios e irán desde Chía hasta Usme. Vamos a empotrar vigas de acero y poner balcones, la gente irá a pie o en bicicleta en una construcción de clase mundial. Dejaremos 40 kilómetros terminados. También invertiremos recursos en descontaminar ríos y quebradas que vienen de los cerros y a realizar conexiones ambientales como la que permitirá ir desde el parque El Virrey hasta el parque La Florida en bicicleta. Haremos ciclorrutas por el borde del río Fucha y del humedal Juan Amarillo, al costado norte y parques lineales por el borde del río San Cristóbal y del río Tunjuelo. Trabajamos en destrabar un proyecto que se llama Ciudad Lagos de Torca, haciendo 2.000 hectáreas de parques en el norte, y elevaremos la autopista para que no dañe el humedal de Torca-Guaymaral. A lo anterior sumaremos el proyecto de Ciudad Río, para descontaminar y darle una nueva vida al borde del río Bogotá. No podremos dejar todo terminado, pero sí estructurado.SEMANA: ¿Por qué a los seis meses de gobierno cree que su popularidad está debajo del 30 por ciento? E.P.: Tomar decisiones difíciles como las que nos ha tocado tomar, a veces implica pisar callos y tocar privilegios. Hay también medidas impopulares como subir el pasaje de TransMilenio, por ejemplo. Pero en el largo plazo, la ciudad agradecerá las medidas de choque que hemos tomado para transformarla.SEMANA: A muchos les sorprendieron sus tuits a favor de la paz…E.P.: Me alegra que se acerque el fin del conflicto. En mi última candidatura presidencial, en 2014, dije que si me elegían yo ratificaba a los negociadores. Ahora, como alcalde, apoyo la paz.