La primera vez que David Barguil recibió su factura del Icetex para pagar la primera cuota del crédito con el que había estudiado finanzas casi se va de para atrás: le estaban cobrando tres veces más de lo que le habían prestado por cuenta de los intereses. Él prometió ese día que tenía que hacer algo para cambiar esa realidad y lo logró, pues su primera ley como congresista, en 2010, fue modificar esta situación.

“Es la ley de la que me siento más orgulloso. ¿Qué dice? Se le quitan los interés a los estratos 1, 2 y 3, del Sisbén. Este país va a cambiar el día que los hijos de los más pobres estudien donde quieran y no donde les toque”, sentenció en entrevista con SEMANA.

Justamente uno de los ejes centrales de su propuesta es hacer la “revolución del crédito”, para que los colombianos puedan tener préstamos más baratos.

Muchos de sus logros como líder político vienen de experiencias personales. Por ejemplo, según relató, su posición casi inflexible de acabar con los cultivos ilícitos a como dé lugar nace en buena medida de lo que vivió con su padre, a quien perdió por cuenta de las drogas.

En este hombre, de 40 años, están depositadas las esperanzas del Partido Conservador para volver al poder en 2022, un líder criticado por algunos sectores por su gestión como congresista, pero reconocido por haber dado duras luchas contras los abusos del sistema financiero en contra de los usuarios.

SEMANA: ¿Quién es David Barguil?

David Barguil: Mi historia es la de millones de colombianos, nací en un pequeño pueblo que se llama Cereté, en el Caribe. Mi historia es como la de millones de jóvenes, mi mamá es una madre cabeza de hogar, una maestra de la que me siento muy orgulloso. Perdí a mi padre por las drogas, él dio una lucha inmensa tratando de salir, por eso he dicho que las drogas no son libertad, son esclavitud.

Y yo encontré una herramienta que me permitió lograr los sueños, lograr cumplir las metas, fue además un consejo de mi madre: la educación. Yo me aferré a eso, fui el mejor estudiante, estuve becado todo el colegio, logré ser el mejor Icfes de mi promoción. Con un crédito del Icetex me vine a la universidad. Y la educación me cambió la vida.

Siempre he tenido una profunda convicción de lo público, fui representante estudiantil, personero. En el Congreso llevo 15 leyes dándome en la jeta con poderosos que en este país han abusado y nadie les decía nada. El Estado ha sido cómplice. Soy un hombre de lucha.

SEMANA: ¿Qué le dejó el episodio de su papá?

D. B.: Me dejó un aprendizaje muy importante lo de mi papá y es que la droga destruye la vida, la droga destruye familias y la droga destruye a la sociedad. Él intentó salir de la droga para recuperar a la familia y no lo logró. Y la droga se lo llevó. Por eso tengo una posición muy firme frente a la droga. A los narcotraficantes hay que enfrentarlos.

SEMANA: Usted tuvo un crédito con el Icetex y luego hizo una ley relacionada con el sistema financiero, ¿cómo fue ese proceso?

D. B.: Yo quiero al Icetex. Si no fuera por el Icetex no habría podido estudiar la carrera de mis sueños, pero me pasó algo: cuando me llegó el primer recibo, casi me voy de para atrás, me cobraron el triple de lo que me habían prestado, por los altos intereses. Prometí cambiar esa situación y cuando llegué al Congreso fue la primera ley que radiqué, tenía 27 años, y es la ley de la que me siento más orgulloso. ¿Qué dice? Se le quitan los interés a los estratos 1, 2 y 3, del Sisbén. Este país va a cambiar el día que los hijos de los más pobres estudien donde quieran y no donde les toque.

Ahora faltan los otros, por eso quiero hacer un revolcón con el Icetex, para el resto de los jóvenes, para los que no están en el Sisbén, y es que el Icetex cobre solo los costos de la inflación, para que no haya un solo estudiante que no pueda ir a la universidad que quiere.

SEMANA: ¿Cuál es su propuesta para enfrentar el narcotráfico?

D. B.: Aquí hay 250 mil hectáreas de coca, un país inundado de coca es inviable, porque ese es el combustible para que esas estructuras criminales estén empoderadas. Saqué el cálculo y esas 250 mil hectáreas terminan en 13.400 millones de dosis, eso está inundando el país. Voy a erradicar la coca con todos los mecanismos: la erradicación manual, la sustitución manual e incluso la fumigación.

SEMANA: Hay experiencia de una ley relacionada con los bancos que nació de una historia suya…

D. B.: Yo estaba en la universidad, bajé al cajero, yo sin un peso, metí mi tarjeta débito y decía ‘saldo total: 12 mil pesos, saldo disponible: 2 mil pesos’. Dije Bueno, ¿y los 10 mil? Aquí antes retenían esos 10 mil pesos en las cuentas de ahorros. En Colombia hay 55 millones de cuentas de ahorros, eso es casi medio billón de pesos que estaban retenidos en los bancos.

Por eso presentamos la ley. Hoy la gente puede retirar esos 10 mil pesitos y adicionalmente los bancos nos tienen que pagar intereses por el dinero que tengamos en la cuenta sin importar el saldo.

SEMANA: Hay otra ley que usted hizo y fue la que elimina los contratos de permanencia para los celulares…

D. B.: Quitamos las cláusulas de permanencia de la telefonía celular y por eso los operadores empezaron a bajar las tarifas, para que los clientes no se fueran.

SEMANA: Hablemos de la ley de borrón y cuenta nueva…

D. B.: Esa ley es el punto de partida de la revolución del crédito, que es mi gran propuesta de crédito barato para todos. Pero necesitábamos primero la ley de borrón y cuenta nueva, que la gente no esté reportada en las centrales de riesgo para que pueda acceder a crédito formal. Van a ser 10 millones de colombianos los beneficiados que ya se pusieron al día en sus obligaciones y serán borradas de las centrales de riesgo.

SEMANA: ¿Eso no es premiar a los mala paga?

D. B.: No, porque usted tiene que ponerse al día o llegar a un acuerdo de pago para ser eliminado de las centrales de riesgo.

SEMANA: Si usted es presidente de Colombia, ¿cuáles serán sus primeras decisiones?

D. B.: Mire, voy a estar al día siguiente en el territorio más pobre de Colombia, Uribia en La Guajira tiene el mayor indicador de pobreza, como un mensaje claro.

Un país en el que el 42,5 %, 21 millones de compatriotas, está en la pobreza y de esos 7,5 millones están en la miseria, es inviable; ese es el saldo que nos deja la pandemia. Y lo he dicho, no hay propósito mayor en el próximo periodo que sacar a esa gente de la pobreza y por eso voy a estar allí como un símbolo de que nos vamos a volcar en todas las decisiones, que hay que meter ahí al sector privado, a los alcaldes, gobernadores, sociedad civil, haciendo un frente común.

Un propósito superior: sacar a los colombianos de la pobreza. Y ese será un primer acto que realizaremos desde la Presidencia. Aquí hay unos retos: esa lucha contra la pobreza.

Segundo reto: seguridad. Sin seguridad no avanza el país, sin seguridad no hay inversión, sin seguridad no hay posibilidades de desarrollo y empleo. Vamos a tomar inmediatamente las decisiones, por ejemplo, en materia de restablecer la fumigación con precisión para declararles la guerra a esos grupos al margen de la ley y cortarles el chorro de la financiación a esas estructuras criminales. Esa también será una actuación inmediata, y la seguridad en las zonas urbanas.

Eso tiene que darse con inteligencia, eso tiene que darse con decisiones en materia de justicia para que los reincidentes no puedan salir a la calle, eso tiene que darse con la colaboración entre el sector privado y en público con cámaras de seguridad como las que tienen hoy en edificios, en colegios, en casas, en establecimientos de comercio, que estén conectados en tiempo real con la Policía para que pueda haber una reacción inmediata de la policía. La seguridad tiene que ser un pilar para que esto funcione.

Y bueno, lo que me han visto hacer durante 10 años: quiero poner en marcha esa revolución del crédito para que la gente tenga financiación y podamos poner a andar este país.

SEMANA: ¿Dios qué significa en su vida?

D. B.: Mire, yo soy muy creyente, y es que nos están queriendo reescribir los valores, y a mí no me da pena decir que yo creo en Dios y que defiendo mi fe. ¿De qué se trata la fe? Es que cuando a uno le quitan la fe le quitan los límites. Cuando a uno le quitan la fe le reescriben los valores morales, éticos. Yo soy un hombre que además todas las mañanas se levanta y ora, le pone a Dios el día, me encomiendo al Espíritu Santo para pedirle sabiduría y le pido por mi familia, por mi bebé que tiene 10 meses. A Dios le he puesto este proyecto [la candidatura presidencial] y a Dios le puesto en sus manos el futuro de Colombia.

SEMANA: ¿Y funciona?

D. B.: Por supuesto, por supuesto que sí.

SEMANA: Usted dice que la educación funciona como un vehículo de movilidad social. ¿Cómo hacer para que hubiera más David en este país?

D. B.: Mi historia es eso. La educación fue la herramienta que me lo permitió todo.

SEMANA: ¿Qué haría como presidente?

D. B.: El 30 % de las regalías para educación. Con ese dinero quiero: empezar a cubrir el déficit de universidades públicas con las privadas para que compitan con calidad y un plan de infraestructura de los colegios públicos de Colombia. No quiero ver a un solo niño que estudie en un aula y se le está cayendo el techo. También un fondo regionalizado para los maestros; mi mamá es maestra y conozco sus luchas, que puedan acceder a maestrías, que creemos un programa de estímulos y que luego eso nos permita evaluarlos. Con ese dinero también quiero darle un revolcón al Icetex, que pase a cobrar solo el costo de la inflación, que todos los jóvenes puedan acceder a crédito y que volvamos a becar a los mejores estudiantes y también a los deportistas con una lógica.

SEMANA: ¿Cómo fue su experiencia vendiendo ropa en la universidad?

D. B.: ¿Usted cómo sabe tanta historia? Yo me iba y traía ropa…

SEMANA: ¿De dónde?

D. B.: Iba a Panamá, a Estados Unidos, y les vendía a los amigos, a los compañeros. Traía perfumes de Panamá, nos rebuscábamos. También trabajé en la universidad, se llamaba promoción universitaria, íbamos por todo el país promoviendo las carreras, los programas de la universidad y nos pagaban, yo toda la vida he sigo luchador. Imagínese que cuando me fui becado a Canadá y terminé mi carrera en un programa de Economía era una beca que se daba a los mejores estudiantes, y yo vendía artesanías, las de mi tierra, la caña flecha y otras. Toda la vida he sido un luchador y aquí en este país hay millones de colombianos luchando y lo que tenemos es que dar estas luchas juntos para que la gente tenga oportunidades.

SEMANA: ¿Por qué comienza en la política siendo un pelado joven? ¿por qué termina de godo, y no de alternativo o liberal?

D. B.: Primero, soy un hombre de unas profundas convicciones y le decía al líder estudiantil, al personero. He entendido la política como la posibilidad de cambiar las cosas, de cambiar las realidades, pero los valores y principios de mi partido son los valores de la mayoría de los colombianos: creer en Dios, creer en la familia, en el orden y la autoridad, creer y defender la democracia, defender las libertades pero sin privilegios —sin que unos puedan pasar por encima de los otros—, defender lo que significa el potencial del campo, el empoderamiento de la mujer. Esas son banderas de mi partido que están en el ADN de la gente y que defiendo con mucho orgullo, la vida.

SEMANA: ¿Recuerda algunas líneas del credo?

D. B.: Yo creo en Dios, en la familia, la democracia, la libertad, el orden y la seguridad, la lucha contra las drogas, la prosperidad del campo, la defensa del medioambiente, en que ningún colombiano está condenado a ser pobre y, por supuesto, creo en el poder de las mujeres y el potencial de los jóvenes.

SEMANA: ¿Cuál es el ritmo que mejor baila? Porque lo vi una vez…

D. B.: Yo soy bailarín, yo soy de la Costa: reguetón, vallenato, no. Yo soy buen bailarín, o bueno, ahí trato de rebuscarme, pero me encanta la champeta.

SEMANA: Si no es presidente, ¿qué va a hacer?

D. B.: Voy a ser presidente. Yo he sido un hombre que ha dado luchas que nos han permitido dar resultados. Estoy participando en una consulta del Equipo por Colombia de marzo, mi partido se ha levantado, ha levantado la cabeza; se cansó de ser segundón, se cansó de perder esa vocación de poder y esas banderas están más vigentes que nunca. Las luchas que he venido dando, enfrentando a esos sectores poderosos y esas roscas, nos permiten mirarles a la cara los colombianos diciéndoles que vamos a llegar a la Presidencia para seguir luchando por cada uno de estos ciudadanos que tienen sueños y quieren oportunidades. Así, de la mano de Dios y con el apoyo de la gente vamos a llegar a la Presidencia de Colombia.