Cuando ya había vivido su conversión religiosa y estaba detenida, Karina, la guerrillera más temida de las Farc, le escribió una carta al entonces presidente Álvaro Uribe. En ella le explicaba que, contrario a lo que se rumoraba, no tenía nada que ver con el asesinato de su padre, pues para la época de su muerte ella apenas tenía 14 años. La respuesta directa del mandatario nunca le llegó. Sin embargo, meses después, un representante del Ministerio de Justicia la contactó en su reclusión y la invitó a trabajar en la promoción de la desmovilización de los guerrilleros, una labor a la que se dedicó por años. "Esta es la respuesta del presidente a su carta", le dijo el funcionario.Esa es una de las anécdotas que, desde su sitio de reclusión en el Urabá antioqueño, Karina le contó a Vanity Fair, una de las revistas más reconocidas en Estados Unidos. La publicación le dedicó un largo texto en su última edición, que recoge varios de los pasajes más interesantes de su vida. El artículo, además de ser un perfil suyo, es un reportaje sobre el rol que la mujeres tuvieron durante décadas en las Farc."Dentro de las Farc, la gente pensaba que el género no constituía una diferencia, que las cosas que podían hacer los hombres las podían hacer las mujeres", dijo Karina sobre los combates o los trabajos dentro de las tropas. "Pero había un doble estándar tóxico, especialmente cuando el sexo entraba en la ecuación", agrega Maureen Orth, autora del artículo que hace un recorrido también por varias denuncias de abuso sexual, abortos forzados y juicios de guerra por "promiscuidad", hechos contra mujeres.Puede leer: La respuesta de las Farc a las acusaciones sobre violencia sexualKarina, quien ahora volvió a usar su nombre real, Elda Neyis Mosquera, dice que nunca participó de esas ejecuciones pero que sí escuchó de ellas. Durante los consejos, las mismas mujeres votaban para que sus amigas fueran asesinadas, solo para evitar que a ellas las investigaran también. El texto recoge varios testimonios, algunos de ellos de mujeres de la Corporación Rosa Blanca, exguerrillleras que han denunciado los abusos que sufrieron cuando vestían el camuflado.La misma Karina contó sobre su embarazo dentro de la guerrilla. Al enterarse de su estado, fue relegada del comando de su unidad y sometida a humillaciones. Cuando tenía 6 meses se enfermó de malaria y por poco pierde a su bebé. Finalmente, en medio de complicaciones médicas, nació, y ella la envió con la familia paterna. La niña creció lejos, y ella volvió a las filas. En los próximos 17 años de guerra apenas la vio 10 veces.La exguerrillera contó varios de los episodios más difíciles durante su vida en la selva. En 1998, cuando tenía 30 años y lideraba un ataque contra el Ejército, una granada le explotó en frente. Perdió uno de sus ojos y el oído. Estuvo en coma durante una semana y sus compañeros de armas tuvieron que enviarla a un hospital de Medellín disfrazada de campesina. Allí pasó meses en recuperación y regresó a la guerrilla.Otro capítulo que se relata es la pelea con el miembro del Secretariado Iván Ríos por la muerte de su pareja, Tatiana, quien falleció durante un combate estando bajo la tutela de Karina. "Nadie quería estar a mi lado porque temían de los ataques constantes". Con la llegada de Uribe, dice, Karina se convirtió en un símbolo y era perseguida hasta por 2.000 soldados.En contexto: “Ningún actor armado reconoce la violencia sexual, más fácil un asesinato”En medio de esa presión, y por la insistencia de su hija y de su pareja, decidió entregarse en 2007. Luego vinieron su conversión religiosa, el encuentro cara a cara con sus víctimas durante los juicios y su trabajo como promotora de la desmovilización. La que fue una comandante insignia de la guerrilla se volvió un objetivo militar de las Farc, que la señalaron como traidora.A lo largo del texto, Karina es recurrente al decir que no es responsable de muchos de los hechos atroces -como jugar fútbol con la cabeza de sus víctimas- de los que se le señalan. Al final, asegura que solo quiere vivir una vida reconciliada con Dios y con sus víctimas. "Pero antes de que Elda alcance su deseo, Colombia debe decidir si puede perdonar a Karina", concluye la reportera.