El pasado 4 de abril alumnas del Colegio San Antonio de Pereira, ubicado en Rionegro, Antioquía, rompieron el silencio. Denunciaron a su profesor Sergio Echeverry de acosar y abusar sexualmente de algunas adolescentes. SEMANA conoció en exclusiva apartes de los documentos y testimonios que describen el horror que vivían las menores al interior del laboratorio de biología, uno de los salones más apartados de la institución.
Durante semanas, las alumnas habían evitado denunciar lo ocurrido por temor a represalias y por la manera en que este hombre manejaba la situación: les hacía creer que era pasajero, el “atrevimiento”, envolviéndolas en una falsa amistad y confianza que le daba derechos. Una estudiante de noveno grado describe que 15 días atrás, el profesor Sergio, quien decía ser su amigo, se sobrepasó. Ella fue a entregar un trabajo al laboratorio de biología, en ese momento quedaron solos y él la tomó de la cintura, la acercó hacia su cuerpo, le acarició el cabello, retiró el tapabocas de la menor y le dio un beso junto a los labios. La jovencita sintió miedo y buscó la manera de irse.
No denunció formalmente la situación en el momento porque le dio pena, solo hasta cuando escuchó que algo, quizá más grave, le había sucedió a una niña de 12 años. Ese día, en los pasillos, vieron pasar a la estudiante de octavo grado llorando y temblando de miedo. Acababa de salir del laboratorio de biología, estaba alterada y solo buscaba la manera de salir de la institución, incluso junto con una compañera intentaron falsificar la firma del acudiente. Al ver que su estrategia no le funcionó se acercó a la oficina del rector y le pidió que le prestara el celular para llamar a su mamá. En medio de la conversación no pudo contenerse y le contó lo que había pasado.
La niña se había quitado la camiseta del colegio porque tenía calor y se había dejado con algo más suave; el coordinador de turno durante la hora de descanso se dio cuenta y le ordenó ponerse el uniforme completo. Así que la niña, que había dejado su morral en el laboratorio de biología, le dijo al profesor Sergio que necesitaba las llaves porque allí tenía la prenda de vestir, el docente la acompañó. Cuando la niña le dijo que se iba a cambiar esperando que él se saliera, sucede lo contrario: cerró la puerta. Ella empezó a sentir temor, y de repente le escuchó con voz de mando decir: “Cámbiese, pues”. Describe que cuando ella empezó a bajarse el cierre de la chaqueta y quedó en top, el profesor se abalanzó a ella, empezó a acariciarle todo su cuerpo, le quitó el tapabocas y le introdujo su lengua en la boca. La niña, con voz entrecortada, solo atinó a decirle que afuera la estaban esperando sus amigas y salió corriendo.
El relato lo hace la niña ahogada en llanto, repitiendo la palabra “gas”, con expresión de repulsión y asco. De inmediato, en el colegio toman las acciones correspondientes, accionando las rutas de atención y aportando lo requerido por las autoridades tras las denuncias que instauraron los padres. La indignación creció cuando se dieron cuenta de que el profesor, que ingresó en enero de 2020, justo el año de la pandemia, había llegado allí por que desde 2018 tiene denuncia de acoso sexual en otro colegio.
Al menos cuatro menores más de la institución Josefina Muñoz González dicen haber sido víctimas de él. Cuando pusieron en conocimiento los hechos lo retiraron del colegio mientras investigaban, pero la Secretaría de Educación lo trasladó de plantel educativo. “Si lo hubieran alejado de las aulas de clase, mi hija hoy no sería una víctima más en su lista”, cuestiona la mamá de la pequeña de 12 años, quien también es docente. SEMANA consultó a Sebastián Castro, secretario de Educación del municipio, el porqué de la decisión. Lo primero que aclara es que él para ese entonces no ocupaba el cargo. Aunque independiente de ello, es poco lo que pueden hacer, debido a que el profesor denunciado, Sergio Echeverry, es inocente hasta que le demuestren lo contrario, y por ser un docente del sector público, con nombramiento de carrera, al retirarlo podría decir que le están violando sus derechos al trabajo, buen nombre, entre otros.
Los delitos sexuales son unos de los más difíciles de demostrar, pues muchos de los acosadores tratan de no dejar rastros. Manipular a menores de edad que superen los 14 años para luego decir que todo fue con su consentimiento, y a los más pequeños los abusan con tocamientos, besos y otros tipos de vejámenes que no dejen mayor huella pero que los complace en sus fetiches mientras acaban con la inocencia de sus estudiantes y víctimas.
El coronel Jhon Alzate, director de Protección y Servicios Especiales de la Policía Nacional (Dipro), asegura que se han adelantado varias ofensivas contra los abusadores de niños y adolescentes, que en su mayoría son victimizados por personas que se ganan su confianza. En lo corrido del año, las autoridades han sorprendido en flagrancia a 286 personas cometiendo algún delito sexual en contra de esta población vulnerable. Los investigadores de la Policía han materializado 1.479 órdenes de captura por los mismos delitos. El presidente de la República, Iván Duque, ordenó un plan choque para intensificar las acciones de prevención en entornos escolares y hogares comunitarios, y así contrarrestar la violencia sexual, escolar e intrafamiliar por medio del despliegue del programa Abre tus Ojos, que vincula a docentes, directivos y el núcleo familiar.
60 días después, la Dipro presentó ante la justicia a 200 personas por cometer delitos sexuales contra menores, de las cuales once son profesores o funcionarios que laboran en establecimientos educativos. Entre ellos, capturaron al profesor Sergio Echeverry, el mismo que terminó siendo reconocido por sus alumnas como el monstruo del laboratorio de biología.
Estas medidas son tomadas para evitar que mientras avanza la investigación, que de por sí es lenta por el alto flujo de denuncias que tiene la Fiscalía, los sospechosos sigan dejando víctimas a su paso. Sin embargo, un hecho más tiene en alerta a los padres de familia que habitan en Rionegro, Antioquia, y es que si bien es cierto que la Fiscalía solicitó que el profesor estuviera tras las rejas al considerarlo un peligro para la sociedad, el juez de control de garantas Pedro María Toro Martínez consideró que podría tener detención domiciliaria, así que está en su casa.
SEMANA conoció que el docente, en el momento de la captura, manifestó ser inocente y que todo pareciera, según él, ser una retaliación del gobierno municipal teniendo en cuenta que es un docente que forma parte de los sindicatos. Sergio Echeverry, al ser consultado por este medio, prefirió acogerse al derecho de guardar silencio para no torpedear las investigaciones.
“Piden que les respeten los derechos y ¿quién vela por los de nuestra hija?, esos abusadores deberían tener cadena perpetua”, dice la madre de una las presuntas víctimas, quien aún no puede creer que su niña -después de haber denunciado- tuviera que encontrarse en el pasillo del colegio con el profesor que habría abusado de ella (mientras se daba la captura). Ahora teme que Echeverri reclame el derecho al trabajo y que sea designado a alguna otra institución.