El triunfo de Gustavo Petro en las elecciones se convierte en un giro político sin precedentes en la historia reciente del país y traerá, seguramente, cambios profundos en las Fuerzas Militares y de Policía.
Son más de 300.000 hombres a los que se les direccionará en una nueva doctrina sintetizada en el concepto de la “seguridad humana”. El ahora mandatario electo ha dicho cómo concibe el futuro de las Fuerzas, un tema que levantará ampolla.
Los conceptos son claros: la eliminación de la tesis del enemigo interno y del Escuadrón Móvil Antidisturbios, Esmad; cambiar la forma de llevar las estadísticas en la que no primen las bajas sino la cantidad de vidas salvadas; democratización de beneficios para las Fuerzas en cuanto a acceso a pensión y remuneración y, un tema que retumba en las tropas, la posibilidad de ascensos, incluso a lo más alto de la cúpula, tumbando lo que Petro ha señalado como una “muralla aristocrática” para ahora quien inició como soldado, y tenga los méritos, pueda llegar a general.
La resistencia a Petro no ha sido ajena, tanto que llevó a un reclamo del comandante del Ejército, Eduardo Zapateiro, quien en su cuenta en Twitter afirmó: “A ningún general he visto en televisión recibiendo dinero mal habido. Los colombianos lo han visto a usted recibir dinero en bolsa de basura”.
Y agregó: “No hay a quien le duela más la muerte de un soldado que a los que portamos el camuflado (...) su sacrificio supremo por el país no debería ser usado en narrativas de campaña política”.
La acalorada respuesta se dio por otro mensaje del presidente electo, quien había dicho que “mientras los soldados son asesinados por el Clan del Golfo, algunos de los generales están en la nómina del Clan. La cúpula se corrompe cuando son los politiqueros del narcotráfico los que terminan ascendiendo a los generales”.
El episodio, que fue visto como participación en política de Zapateiro, generó una indagación en la Procuraduría, pero no pasó nada. Incluso, recibió el respaldo del presidente Iván Duque. Y el general dijo en un evento: “Jamás me iré… dejaré muchísimos Zapateiro en la institución”.
Una advertencia de la resistencia que puede enfrentar Petro con los cambios y el giro doctrinario hacia la “seguridad humana”, que busca eliminar el concepto de enemigo interno, en sus palabras, “política de la muerte”, cuyo reflejo son “los falsos positivos”.
Enemigo interno
Señala Petro que “una seguridad que plantea un enemigo interno dice que un sector de la sociedad es el enemigo: el campesino productor de la hoja de coca, el joven sin oportunidades que deambula por la calle”. Explica que es una doctrina que premia las bajas, los asesinatos entre la misma sociedad, por ese motivo se dieron los falsos positivos, por calificar como éxitos las bajas en combate.
La explicación dada por Víctor Gaviria, uno de sus asesores en materia de seguridad, es que el enemigo interno “es una política vetusta que invita a matarse entre colombianos, con el agravante que es una idea impuesta desde el extranjero. En los años 50 y 60 el enemigo eran los comunistas, había que matarlos. Después vinieron los grupos guerrilleros, luego los carteles de la droga; firmado el acuerdo de paz, los grupos residuales. Siempre será necesario buscar un enemigo”.
Seguridad y cifras
En un país repleto de cultivos ilícitos y organizaciones criminales que se pelean el control del negocio criminal del tráfico de drogas, muchas veces financiado desde el exterior, resulta utópico pensar que la fuerza de las armas por parte de militares y Policía no sea el camino.
Pero Petro lo resuelve con una máxima. “Necesitamos una doctrina alrededor de la vida. Hay que cambiar la concepción del delito que tiene causas sociales y verlo de manera multidimensional. El aumento del robo de celulares tiene que ver con una insurgencia del hambre, lo que terminamos planteando es más cárceles, más penas, sin solución al delito”, dice. Por eso, señala que los resultados militares no se medirán en bajas, sino, por el contrario, por cantidad de vidas salvadas.
La sentencia es clara, y tiene con los pelos de punta a algunos sectores: “Inmediatamente ganemos la Presidencia, hay que hacer un decreto de emergencia para enfrentar el hambre. La fuerza pública debe cumplir un papel para llevar la comida de las cosechas de los campesinos a donde están las personas con hambre. No porque los queramos volver boy scouts cuidando selvas, sino porque se trata de la seguridad humana. Necesitamos salvar la selva amazónica, combatir el hambre, a eso debe responder una institucionalidad las Fuerzas Militares y de Policía”.
De entrada, cambia la vocación armada de defensa, ataque y protección de la soberanía a través del monopolio de las armas, para pasar a un trabajo social que incluso excluye de plano la conflictiva realidad y los millones de dólares que mueven los negocios criminales.
Esa es una de las polémicas. Las Fuerzas colombianas son reconocidas por su operación armada, a tal punto que capacitan ejércitos de otras naciones. La propuesta es pasar del servicio militar al servicio social, al cuidado de entornos escolares, guardabosques y guías turísticos.
Para Petro, la guerra contra las drogas es un asunto perdido que no ha tenido avances en 40 años: “El narcotráfico se mueve asesinando campesinos o persiguiéndolos, no se puede criminalizar a quien cultiva, tenemos que pensar en las causas de que Colombia tenga un narcotráfico tan poderoso”.
Deja claro que la aspersión con glifosato no está en la agenda; primero, el medio ambiente y la salud. Tampoco se perseguirá a quienes cultivan coca por su condición de campesinos sin alternativa. Lo que no ha tenido respuesta es cómo se evitará su incremento en la producción de cocaína, y que Colombia no sea el principal jugador del mundo.
Música para los oídos
Más allá del enfrentamiento contra Zapateiro, en las bases militares y retirados la exposición suena bien. Petro sabe que la estabilidad de su gobierno depende de tener a los militares de su lado. Eso sí, es enfático en que no son deliberantes y no deben participar en política. “Son una institución pública al servicio de la nación, no de un partido o una ideología como ha venido ocurriendo”. La Policía, advierte Petro, pasará al Ministerio del Interior.
Las propuestas para las bases, el grueso de las Fuerzas, son música para sus oídos.
Recoge las críticas a la carrera militar. Promete ciudadelas para que vivan con dignidad, a diferencia de lo que ocurre hoy, que priman para oficiales y los suboficiales tienen otras condiciones. No más traslados lejos de la familia, y cambiar el “inhumano” servicio de salud, plagado de críticas. Promete hospitales de la talla del Militar en Bogotá, guarderías y colegios para los menores, acceso prioritario al Sena, universidad pública gratuita y créditos condonables en el Icetex.
Plan de asignación laboral en retiro con el Inpec, en manejo de tránsito y empresa privada, propuesta que, con algo de sorna, señala: “Para que los militares retirados no terminen en grupos terroristas, de paramilitares o de mercenarios”.