El alcalde mayor de Bogotá, Gustavo Petro, dice que duerme tranquilo. Que no le quita un segundo el sueño el proceso que en apariencia avanza a toda marcha para revocarle su mandato. ¿Por qué? “Tengo mis convicciones y mi imagen limpia”, le dijo categórico a Semana.com. En su concepto, su gestión es buena –cita como ejemplos la disminución en la tasa de homicidios, el aumento en la calidad del aire y la ampliación de los horarios para que los niños estudien más- y, además, está convencido de que la recolección de firmas debe ser revisada con lupa por lo que anuncia que cada una de las rúbricas será examinada con rigor para comprobar su autenticidad. Pero, veamos los antecedentes de esta historia: El 5 de diciembre pasado, el congresista Miguel Gómez comenzó una carrera a la que pocos le apostaron: la recolección de firmas que servirían para que los bogotanos vayan a las urnas para revocar el mandato del alcalde Petro. Gómez se sentía solo. Pero decía que no era problema recoger 289.200 firmas con las cuales iniciaría el proceso de revocatoria. Integró en silencio un comité de estudiantes, líderes comunales de barrios populares del sur de la ciudad, organizaciones sociales y hasta el rector de una universidad. Ahora Gómez está listo para entregar las 640.000 firmas que recogió en 97 días y que durante un mes deberá verificar la Registraduría. Según los cálculos, y si todo sale según sus cuentas, la entidad en dos meses más deberá convocar la consulta popular de revocatoria. Los promotores tendrán que hacer una campaña masiva para que al menos el 55% de los bogotanos que sufragaron por todos los candidatos en las elecciones para alcalde de Bogotá (1'234.214) salgan a las urnas y voten por la revocatoria. De este número la mitad más uno debe decirle sí a la salida del alcalde. Es decir, el voto por el sí debe alcanzar 617.107. Al mismo tiempo, Gómez no ahorra calificativos para Petro. En una entrevista a Semana.com en diciembre Gómez juzgó a Petro como “chambón”. Aclaró que se trata de una palabra muy bogotana que quiere decir: descuidado, incompetente, una persona que no planifica, que no ejecuta bien su labor y que improvisa. Gómez no deja de pensar así de Petro. Hoy dice que Petro utiliza el dinero de los bogotanos para pagar pauta y defender su gestión y concluye que es un buen político, pero un pésimo administrador. “Llevamos un año y cuatro meses y no hay nada sobre el Metro, sobre la carrera séptima. No hay obras para la movilidad. Petro no sabe administrar”, le dijo a Blu Radio. Para responder estas inquietudes, el alcalde Petro habló con Semana.com. Dijo que las firmas de Gómez sólo estarían listas cuando se verifiquen una a una y que eso se demoraría mucho más tiempo que el estimado por Gómez. “La administración ha pedido que la verificación sea firma por firma con nuestra presencia”. El alcalde asegura que su solicitud de revisión de firmas con la presencia de su administración es lo que indica la ley y que correspondan a cada ciudadano que haya votado y que dio sus datos exactos. “Por experiencia, de cada dos firmas una es válida”, dijo. El mandatario de los bogotanos le respondió a Gómez también los calificativos según los cuales él es un mal administrador: “Un pésimo administrador no disminuye la tasa de homicidios, no aumenta la calidad del aire y no logra que los niños estudien más horas”, dijo Petro. Y en cuanto a que Petro utiliza los recursos de los bogotanos en campaña para limpiar su imagen y su pobre gestión, como dijo el congresista, el alcalde respondió: “¿Limpiarla de qué? Mis convicciones me permiten tener mi imagen limpia”. Y agregó: “Quienes tienen que limpiar la imagen son quienes tuvieron copartidarios en el cartel de la contratación y no fueron capaces de decir nada”. Cuando se le preguntó a quién se refería, el alcalde no fue claro y contestó “las personas sucias son las que tienen que limpiarse”. La pelea está como para alquilar balcón. El congresista Gómez ha dicho que su lucha no es contra Petro sino con la recuperación de la ciudad. Sin embargo, algunos analistas aseguran que una eventual salida de Petro, vía revocatoria, se convertiría en un mal peor que la enfermedad. Amanecerá y veremos.