Tradicionalmente, el voto caribe ha sido decisivo en la carrera presidencial porque aglutina a ocho departamentos con una identidad cultural muy fuerte, que a pesar de sus ligeras diferencias se comporta como bloque.

La historia cuenta que la noche del domingo 30 de mayo de 1982 el expresidente liberal Alfonso López, quien se había enfrentado ese día al conservador Belisario Betancur por la presidencia de la república, no conciliaba el sueño a la espera de los votos de la Costa, con la esperanza de que ellos sellaran su triunfo. Esos votos nunca llegaron y López perdió.

En las elecciones de 2018, ese Caribe aportó casi 3,5 millones de electores en la segunda vuelta, una cifra que, sin duda, entra a definir cualquier triunfo en las urnas.

En esta ocasión, dos candidatos fuertes, con ascendencia en el Caribe, Gustavo Petro y Alejandro Char, se disputan un territorio donde pesan tanto el voto de opinión como el de maquinaria. De hecho, la razón que Char arguyó el día que anunció su decisión de correr por la presidencia fue contener a Petro en la Costa.

Aunque Char dirigió dos veces la alcaldía de Barranquilla y se convirtió en uno de los alcaldes más populares en la historia de la capital del Atlántico, en esta oportunidad el líder de la Colombia Humana parece tomarle ventaja en una carrera en la que a ambos les falta pista por recorrer.

Petro, en todo caso, es un líder nacional, con capacidad de hacer propuestas así no convenzan del todo, protagonista de grandes debates nacionales y no es la primera vez que va por la presidencia. Char todavía se ve como un líder regional, con un apoyo electoral muy focalizado y con un poder que deriva más de las maquinarias que del voto de opinión.

Petro es una persona dialéctica, con una inmensa capacidad de persuadir, contrario a lo que es Char, silencioso y con poco contenido en su discurso.

Char no es la mayor amenaza para Petro en el país, tal vez le quite algunos votos en el Caribe que le hagan falta en la suma nacional. El más reciente sondeo de opinión del Centro Nacional de Consultoría para SEMANA concluyó que si las elecciones presidenciales fueran mañana, Gustavo Petro obtendría 28 por ciento de los votos de la Costa, frente a 19 por ciento de Álex Char. Cuando esta medición se hizo, los nuevos hechos por el escándalo de Aída Merlano y sus denuncias por supuesta corrupción electoral que salpican al barranquillero no habían saltado a la opinión pública todavía.

Hoy las cosas son diferentes. Gustavo Petro nació en Ciénaga de Oro (Córdoba), pero su crianza, desde muy temprano, transcurrió en el interior del país. Sin embargo, reclama su origen caribe. El candidato de la Colombia Humana ha vivido en un permanente esfuerzo por hacerse a la mayoría electoral del Caribe, y sobre todo del Atlántico, donde Char manda.

El petrismo y Char ya se han enfrentado en las urnas. Lo hicieron en las últimas elecciones regionales cuando disputaron la Gobernación del Atlántico. Elsa Noguera, candidata de Char, resultó ganadora con 687.054 votos, frente a 191.200 de Nicolás Petro, hijo del hoy candidato presidencial.

Nicolás Petro se convirtió en diputado del Atlántico a la luz del Estatuto de Oposición, que le da una curul en la Asamblea al segundo en votación después del gobernador, y su principal tarea fue organizar el voto progresista en Barranquilla y en ese departamento con miras a 2022.

“La clave de nosotros es la microorganización, el barrio, no la macroorganización”, dijo Petro.

El Caribe es clave para la campaña petrista, porque cálculos internos estiman que los votos obtenidos en esa región contrarrestarían las votaciones del Eje Cafetero y gran parte de Antioquia, donde la derecha sigue siendo fuerte. La estrategia es llevar a Gustavo Petro al poder con los electores del Pacífico, el Caribe y Bogotá.

Petro estuvo en Barranquilla en septiembre de 2021 y convocó una alta presencia de seguidores. Recientemente, regresó a esa ciudad y luego hizo una travesía por el río Magdalena. Pasó por Magangué, Mompox, El Banco, Aguachica, Puerto Wilches, San Pablo y Cantagallo, ambas localidades del sur de Bolívar, donde el petrismo no había llegado a hacer campaña años atrás.

También visitó Montelíbano, en Córdoba, donde el congresista del Partido Liberal Andrés Calle anticipó su respaldo al petrismo en esa zona del país y le entregó la bandera roja (liberal). En ese departamento, el cacique electoral es David Barguil, candidato presidencial del Partido Conservador.

“Petro solo viene al Caribe por nuestros votos y a liderar el paro. Lleva 42 años como político: alcalde, senador y hasta diplomático de Samper. Pero ni una obra, ni una gestión, ni una ley, nada para el pueblo, nada para el Caribe. Solo toma y nunca da”, dijo Char, molesto con la presencia de Petro en la Costa.

“He ido al Caribe a libertar un pueblo, mi pueblo, de mafias políticas que lo han robado y lo han asesinado. Decenas están en la cárcel y aún faltan más”, respondió Petro. Ambos recorrieron varias zonas del Caribe al mismo tiempo y midieron el pulso político.

¿El petrismo es fuerte?

En la casa Char no ven como un triunfo la diferencia de nueve puntos entre Petro y su candidato presidencial, según el Centro Nacional de Consultoría (CNC). Insisten en que mientras Petro lleva ocho años en campaña presidencial, el exalcalde de Barranquilla saltó al ruedo hace dos meses y medio.

“Que Álex tenga los porcentajes que tenga frente a candidaturas con más de ocho años, sencillamente lo podemos considerar exitoso en términos de porcentaje”, afirmó el congresista César Lorduy.

Char no está derrotado y tiene artillería con qué batallar. Figura en un empate técnico del 30 por ciento con Federico Gutiérrez en la coalición Equipo por Colombia, según el CNC. De ganar la consulta de la derecha –algo que no es nada seguro–, Char contaría con el respaldo de los demás precandidatos de la centroderecha, entre ellos David Barguil, un hombre fuerte en el Caribe, especialmente en Córdoba, además del grueso del Partido Conservador.

No es secreto que la casa Char tiene una maquinaria política importante. En Atlántico, por ejemplo, son fuertes porque tienen el respaldo de los líderes que llevaron a Elsa Noguera a la Gobernación y a Jaime Pumarejo a la Alcaldía de Barranquilla. Lo mismo que una bancada disciplinada de Cambio Radical compuesta por los senadores Arturo Char, Ana María Castañeda, Antonio Zabaraín, Luis Eduardo Díaz Granados y Miguel Amín Escaf, además de una cifra superior a 20 congresistas de su partido y algunos del Partido Liberal, entre ellos el senador Mauricio Gómez Amín.

En Magdalena, donde el petrismo cuenta con el respaldo de los líderes del gobernador Carlos Caicedo, la casa Char tiene alianzas con la familia Cote, políticos tradicionales de la región. Esta fuerza política de Char mostró su poderío en diciembre pasado, cuando en menos de dos meses logró conseguir 2,5 millones de firmas que validaron su inscripción ante la Registraduría.

Char también cuenta con el apoyo de diputados, alcaldes y concejales en todo el litoral caribe. El problema para Char es que mientras Petro se mete más en su territorio electoral, él intenta capotear el escándalo que la excongresista Aída Merlano hizo estallar a un mes de las consultas interpartidistas y que puede crecer, amenazando sus posibilidades.

Aunque las denuncias sobre corrupción electoral que salpican a Char no son de poca monta y lo tienen en el ojo del huracán, en el Caribe, algunos sectores han desestimado su gravedad. Una parte de la opinión pública se quedó con las imágenes de las fotografías románticas del candidato infiel junto a Aída Merlano, pero eso no es lo que hoy amenaza su carrera política.

Aunque su esposa ya lo perdonó, Char va a tener que explicar ante la Justicia su supuesta participación en delitos como la financiación de la compra de votos. Las explosivas declaraciones de Merlano en contra de Char no han sido medidas en las encuestas, pero no hay duda de que afectan al barranquillero, quien le dio un timonazo a su campaña política y se vio forzado a salir de su zona de confort para comenzar a explicar lo ocurrido.

La suerte de Char depende también de qué tan rápido actúe la Fiscalía, pues una sentada ante los tribunales en estos momentos por los presuntos delitos de que lo acusan lo afectaría mucho en las urnas.