Piedad Córdoba se declaró víctima en la Comisión de la Verdad y recordó que tuvo que vender empanadas en Canadá, como exiliada, para sobrevivir. La exsenadora rindió testimonio ante la Comisión de la Verdad y pidió ser reconocida como ‘víctima’ del régimen político colombiano.
“No pido compasión, sino reparación; vengo a pedir democracia”, dijo ante el padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, instancia creada por el proceso de paz de La Habana.
Aclaró que no persigue resarcimientos económicos, sino garantías para participar en la política sin ser perseguida.
“La reparación por lo que lucho no es de las acciones individuales administrativas penales, sino del esclarecimiento de la verdad y la generación de garantías para hacer política sin persecución legal”, aseguró quien llegó a ser senadora en varios periodos y directora del Partido Liberal, una de las dos colectividades tradicionales centenarias del país.
En un extenso relato sobre su trajinar público, Córdoba presentó una visión muy crítica de la democracia colombiana, del sistema político y de sus instituciones.
Dijo que desde la persecución de Antonio Nariño, pasando por el asesinato de Rafael Uribe Uribe, hasta nuestros días, “existe un cierre del universo político en varios niveles: en la dimensión de la política, en las órbitas del ejercicio político y en el espectro mismo de los actores políticos”.
Para Córdoba, en Colombia no hay un sistema democrático garantista y respetuoso de las libertades y de la oposición, sino una “formalidad electoral desconociendo otras formas de participación como la movilización social que ha sido tratada represivamente”.
“Podemos decir que la exclusión política o ausencia de garantía democrática del régimen colombiano se consuman en la histórica y sistemática persecución a la oposición”, dijo.
Reconstruyó muchos de los hechos que a su juicio la han victimizado: su secuestro, su exilio, la exclusión del Congreso por decisión de la Procuraduría, la persecución mediática, el señalamiento de ser aliada de las FARC y hasta la agresión contra su integridad física dentro y fuera de Colombia.
Se quejó de los epítetos que se usan contra ella, como “guerrillera, narcoterrorista, traidora a la patria, negra apátrida, aliada de las FARC, moza de Chávez y Maduro”, y acusó que hasta se han armado campañas de odio y de linchamiento en su contra.
Todas esas acusaciones que la excongresista señala tienen que ver con episodios en los que se la ha señalado de ser cercana a las FARC y amiga muy cercana de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, a quienes lleva muchos años defendiendo de manera pública.
Se quejó de situaciones humillantes que le ha tocado vivir como consecuencia de esa persecución política, además del secuestro, la persecución judicial y la pérdida de su curul en el Senado. Confesó que, cuando estuvo exiliada en Canadá, tuvo que vender empanadas y cuidar niños, para sobrevivir.
Piedad le entregó al padre De Roux un documento que confirma que esta persecución le ha traído, inclusive, trastornos mentales.
Y reveló un par de fragmentos de lo que Medicina Legal encontró sobre ese estado de salud.
Piedad sufre de una “sensación permanente de miedo temor y zozobra, en todos los espacios y tiempos, en los ámbitos afectivo, familiar laboral y político. Sensación permanente de ser vigilada ilegalmente y perseguida, desarrollando confianza hacia todas las personas que la rodean”.
Además, experimenta “constante de persecución y amenaza, lo que constituye una alteración fundamental de la vida cotidiana y de la calidad de vida, puesto que la afecta tanto en las las actividades diurnas como en los tiempos que deberían ser de descanso y preparación física y emocional”.
La situación de amenaza y peligro permanente le ha impedido “disfrutar de la vida, de los espacios y de las relaciones que un ciudadano común puede experimentar. No se puede desplazar con tranquilidad por espacios públicos y tampoco siente libertad para desplazarse por territorio nacional o internacional”
Piedad tiene problemas constantes de sueño y de apetito, y vive en un estado de ansiedad que tiene dificultad para controlar, como consecuencia de todo el proceso de persecución política.
Propuestas
Piedad Córdoba propuso un nuevo proceso de diálogo nacional hacia la paz completa con todos los actores armados, propuesta que también hizo esta semana Iván Márquez, desde Venezuela.
Aunque dijo que su visita a la Comisión de la Verdad no tiene fines proselitistas, al final de su relato Piedad Córdoba hizo varias propuestas de orden político.
Propuso abrir un macrocaso por la persecución histórica a la oposición en Colombia.
Pidió que los últimos cinco presidentes de Colombia y otras personalidades políticas vayan a la Comisión a dar su verdad, y acepten reparar, si hay lugar a ello.