A los seis meses de llegar a la Casa de Nariño, el presidente Iván Duque reestructuró el Departamento Administrativo de la Presidencia para reducir burocracia y aplicar la política de austeridad que prometió en la campaña. El objetivo fue erradicar nóminas paralelas, generar ahorros en viáticos, comisiones y esquemas de seguridad. De esa manera desaparecieron algunas direcciones administrativas, se modificaron las altas consejerías que venían del Gobierno de Juan Manuel Santos y se quiso poner a todas las dependencias en el mismo nivel para reducir gastos. En el papel todo quedó correcto.
No obstante, hoy no hay cifras exactas de cuánto vale el funcionamiento de las 15 consejerías presidenciales y la vicepresidencial. Cada uno de estos funcionarios ganaría aproximadamente 156 millones de pesos al año, lo que significa que en los salarios de los 16 consejeros se gastan cerca de 2.500 millones de pesos, sin contar las bonificaciones, primas técnicas y otros beneficios. Además, tampoco se tiene la certeza del presupuesto de cada dependencia para contratar asesores.
Extraoficialmente, se estima que el Estado invierte cerca de 240.000 millones de pesos al año para el funcionamiento de las consejerías.
Duque heredó este enorme gasto de funcionamiento. Entre 2011 y 2017, Juan Manuel Santos, bajo el lema “el mercado hasta donde sea posible, el Estado hasta donde sea necesario”, amplió los gastos de 81 billones de pesos a 133 billones, con la creación de nuevas entidades como ministerios, unidades administrativas, agencias y altas consejerías. Desde allí viene el problema y ahora la pregunta que se hacen desde el Congreso es: ¿vale la pena tener 16 consejeros presidenciales?
El representante a la Cámara Gabriel Santos, calificado como el rebelde del Centro Democrático, abrió la discusión y propuso eliminar todas las consejerías al considerar que, ante la realidad económica del país, lo mejor que podría hacer el Gobierno es reducir esta “burocracia inútil”.
“No tiene sentido que la Vicepresidencia tenga una consejería para asesorar a la vicepresidenta. ¿Cuál es la necesidad de tener una Consejería para Asuntos Políticos si hay un Viceministerio para el Relacionamiento Político? ¿O para qué tener una Consejería de Comunicaciones y otra de Prensa de la Casa de Nariño con las mismas funciones?”, dice Santos al explicar que no se trata de un juicio en contra de los funcionarios que ocupan los cargos.
Aunque muchos culpan a Juan Manuel Santos de haber ampliado en exceso la burocracia en el Estado, Duque también ha creado consejerías. En medio de toda la polémica por la reforma tributaria que se avecina, la propuesta de Gabriel Santos abrió el debate sobre la necesidad de un plan de austeridad del Gobierno antes de avanzar con esa iniciativa.
Como pocas veces ocurre en el Congreso, la propuesta es respaldada por diversos sectores como, por ejemplo, el petrismo. Los senadores Armando Benedetti y Gustavo Bolívar son partidarios de eliminar las consejerías, pero manteniendo solamente las que tienen relación con la implementación del acuerdo de paz. En la oposición tienen claro que en este tipo de propuestas debe haber un interés superior al partidista e ideológico, por lo que apoyarlas es totalmente viable.
Curiosamente, en los partidos de Gobierno hay más escepticismo frente a la propuesta. Si bien es cierto que debe haber una política de ahorro de parte del Estado, no tienen la certeza de hasta qué punto eliminar las consejerías sean paños de agua tibia y soluciones a corto plazo.
En el Centro Democrático tienen claro que esta idea naufragará porque el Gobierno, muy seguramente, no la apoyará y en una época preelectoral el Legislativo no le dará facultades extraordinarias al Ejecutivo para hacer liquidaciones administrativas. No obstante, el representante Gabriel Vallejo, del Centro Democrático, cree que la lupa debe ponerse en las ‘corbatas’ del Estado, que se entregan a funcionarios que solo aparecen cada mes para pasar las cuentas de cobro.
De tiempo atrás, el expresidente Álvaro Uribe ha reiterado su discurso de ahorro para congelar los gastos de nómina de funcionamiento del Estado. En los pasillos de la Casa de Nariño se rumora que Gabriel Santos ha traicionado las máximas del partido y que se comporta como si fuera de la oposición. En Palacio hacen caso omiso a sus derechos de petición y al cierre de esta edición no le habían respondido cuánto cuesta el funcionamiento de todas las consejerías presidenciales.