En momentos en que las encuestas revelan que vive una luna de miel con sus habitantes, la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, acaba de destapar sus cartas. La mandataria ya tiene listo el borrador del Plan de Desarrollo que guiará su gobierno por los próximos cuatro años. Contiene cinco grandes propósitos, 30 logros, 530 metas por cumplir y un presupuesto estimado en 112 billones de pesos por ejecutar. ¿El objetivo central? Si Peñalosa quería que los ciudadanos fueran más felices, López busca que puedan cumplir sus sueños. El documento explica que el plan busca que las generaciones futuras vivan en una ciudad en la que puedan ser lo que desean y no lo que les tocó. “El límite es el sueño, Bogotá lo hace posible”, dice el plan. Como base, la hoja de ruta de Claudia retoma los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030, promovidos por Naciones Unidas. En últimas pretende que su administración sirva de eslabón para que cuando la capital cumpla 500 años, en 2038, haya logrado derrotar la pobreza y el hambre. También que los ciudadanos cuenten con óptimos servicios de salud, cobertura total en educación de calidad, trabajo, igualdad de género y agua limpia. Que sea una Bogotá innovadora, en constante crecimiento económico y energías sostenibles. “Sabemos que lo que queremos lograr no se puede hacer en cuatro años. Pero este gobierno será ese punto de quiebre para lograrlo”, explica la alcaldesa. De los 112 billones de pesos de presupuesto para los cuatro años, el 50 por ciento irá a la inversión social y ambiental. De las 30 metas, diez tienen que ver con la inclusión social y ocho con el medio ambiente. Ella misma destaca que sus antecesores dejaron un legado. Antanas Mockus se esmeró por la cultura ciudadana, Lucho Garzón se esforzó por la lucha contra el hambre y Enrique Peñalosa creó TransMilenio. Luego de hacer este repaso, explica que su alcaldía traerá un “nuevo contrato social y ambiental”. Tal como lo prometió en campaña, eso significa oportunidades reales para las poblaciones menos favorecidas, proteger el medio ambiente, mejorar la seguridad, entre otros objetivos. “Hoy en Colombia todavía estamos en el siglo XX, quiero que en mi gobierno pasemos al XXI”, afirma. El primero de los cinco propósitos habla de un contrato social para aumentar la inclusión. En otras palabras, la alcaldesa buscará que la sociedad trabaje en su conjunto para brindar oportunidades a quienes han estado en desventaja histórica. Eso incluye personas de estratos socioeconómicos bajos, mujeres, ancianos, jóvenes, personas de la comunidad LGBTI, entre otros.
Por ese motivo, de los 112 billones de pesos de presupuesto para los cuatro años, el 50 por ciento irá a la inversión social y ambiental. De las 30 metas, diez tienen que ver con la inclusión social y ocho con el medio ambiente. Otro de sus propósitos depende de la ciudadanía. Se trata de cambiar los hábitos para mitigar el cambio climático. Ella promete proteger la estructura ecológica de la ciudad, cumplir la sentencia de descontaminar el río Bogotá y proteger las reservas y los cerros orientales. Además, propondrá aumentar el reciclaje y también desarrollar estrategias para que cada vez más ciudadanos usen alternativas de movilidad sostenibles, como la bicicleta, con el fin de mejorar la calidad del aire. Para esto, le dará continuidad a la renovación de la flota de TransMilenio, del Sistema Integrado de Transporte Público (SITP) y avanzará en los estudios y en la contratación de los regiotram y otras líneas de metro. Otro de sus propósitos apunta a que las personas tengan confianza en las instituciones para que en Bogotá puedan “vivir sin miedo” y la ciudad se convierta en un “epicentro de cultura ciudadana, paz y reconciliación”. Para lograr esto, se compromete a disminuir la delincuencia, la informalidad y a darles garantías a las víctimas de no repetición.
Como respuesta a la protesta social en curso, la alcaldesa dice que Bogotá “será un buen vividero” que genere oportunidades de estudio y trabajo reales para todos. Por último, y como era de esperarse, promete hacer de la ciudad un lugar sin corrupción, transparente y abierto. “No me atormenta que nos critiquen por redes. Es más, los animo a que nos cuenten lo que no marcha bien, para cambiarlo. Este es el gobierno de la ciudadanía”, señala. Cuando termine su alcaldía, López quiere haber consolidado una ciudad región. Si consigue darle vida a esa área metropolitana, los planes de movilidad, seguridad, ambiente, comercio, turismo, entre otros, se concretarían de forma conjunta. Hoy eso no sucede. En su plan de gobierno la alcaldesa también ha dicho que construirá sobre lo construido. De lo que le dejó Peñalosa, le dará continuidad a proyectos que el exalcalde dejó contratados o a punto de contratar. Uno de ellos el metro elevado, que buscará alargar hasta la calle 100 y hasta Suba y Engativá. También construirá troncales de TransMilenio, como la de la avenida 68, y mejorará todas las estaciones.
"No me atormenta que nos critiquen por redes. Es más, los animo a que nos cuenten lo que no marcha bien, para cambiarlo. Este es el gobierno de la ciudadanía” Sin embargo, no hará la troncal por la Séptima, sino un corredor verde, y su apuesta en movilidad se centra en una red férrea regional. Hará la ALO Sur, sin afectar los terrenos de la reserva Van der Hammen, y le dará continuidad a la construcción de colegios y hospitales. Una gran diferencia entre el plan de Claudia y el de su antecesor es que no se ve preocupada por mejorar los trancones que tanto agobian a los ciudadanos. “Por más vías que hagamos, la movilidad no va a mejorar. Hoy los carros particulares solo representan el 14 por ciento de los viajes y ocupan el 85 por ciento de la malla vial. Y no vamos a mejorar la calidad del aire mientras siga habiendo carros echando diésel”, anota. Por eso promete invertir la histórica cifra de un billón de pesos en ciclorrutas y 1,5 billones de pesos en mejorar el espacio público destinado a los peatones. En el plan se compromete a mejorar la experiencia de los ciudadanos en el transporte público, que concentra la mayoría de los viajes en la ciudad.
En materia de seguridad seguirá los pasos de Peñalosa. Invertirá en tecnología y en conseguir más pie de fuerza. Por eso hará llegar una carta a los ciudadanos que pagan el impuesto predial para que voluntariamente agreguen un 10 por ciento adicional para invertir en más policías para TransMilenio y en tecnología e inteligencia para reducir el acoso y los hurtos en el sistema. El plan de Claudia recibirá observaciones de la ciudadanía en los próximos dos meses mediante varios canales, principalmente en el llamado Consejo Territorial de Planeación Distrital. Luego lo presentará ante el Concejo de Bogotá, donde la alcaldesa tendrá que demostrar su capacidad de negociación política para conseguir las mayorías y hacer aprobar lo que planea para la ciudad. Los planes de desarrollo, por lo general, son muy parecidos a las promesas de campaña y están llenos de buenas intenciones. Es decir, no son fáciles de cumplir. Difícilmente los ciudadanos dicen ser más felices después de Peñalosa y muy seguramente después de la alcaldía de Claudia todavía muchos bogotanos no habrán podido cumplir sus sueños. La mandataria cuenta con un buen gabinete que, para evitar defraudar a sus electores, tendrá la tarea de hacer realidad todo lo consignado en el documento. Su elección significó un cambio en muchos sentidos. Ahora sus metas deben convertirse en realidad.