Decir que Mary Anastasia O’Grady está en contra del proceso de paz en Colombia de algún modo se queda corto. La columnista del Wall Street Journal calificó las negociaciones con las Farc como un acuerdo de “narco-terror”, comparó al presidente Juan Manuel Santos con Hugo Chávez por “querer el poder autoritario para cambiar unilateralmente la Constitución” y lo acusó de mentirle y hacerle trampa al país con el plebiscito.A través de su columna “Las Américas”, en la que escribe semanalmente sobre temas de la región, la columnista norteamericana es una de las pocas voces reconocidas fuera del país que critica abiertamente el proceso de paz de Colombia. Y es quizás la más importante. Al punto que el Wall Street Journal, en donde O’Grady hace parte del consejo editorial, es el único medio internacional con una dura postura frente al acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y las Farc.Días después de que las negociaciones concluyeran, mientras el Washington Post aseguraba en un editorial que “aún un acuerdo imperfecto es mejor que la guerra” y varias columnas en el New York Times, The Guardian de Inglaterra y El País de España avalaban el acuerdo, el Wall Street Journal publicaba un crítico editorial sobre la “cuestionable paz” de Colombia. Ese mensaje lo leyeron los 2.2 millones de suscriptores de ese diario, el de mayor circulación de Estados Unidos, sin contar con los millones que lo leen en Internet.No sorprende que cada columna que escribe la estadounidense sobre Colombia hace eco en la esfera política nacional e incluso haya puesto más de una vez a temblar al gobierno colombiano. Mary Anastasia O’Grady comenzó sus críticas al proceso de paz desde hace años. Poco después hacerse públicas las conversaciones del gobierno con las Farc, la estadounidense llamó al presidente Santos para hacerle una entrevista. Según le contó O’Grady a SEMANA, en esa ocasión el presidente le explicó que las “Farc se habían acercado con la intención de negociar” y él, como presidente de los colombianos “había sentido la obligación de escucharlos”.El presidente le explicó una larga lista de demandas, entre ellas que no habría impunidad, que habría reparaciones, que la negociación tomaría sólo unos meses, que habría entrega de armas y que no se darían curules a las Farc.“Yo estaba a favor de eso”, dice O’Grady, “pero no estaba a favor de una rendición sin condiciones con las Farc”. En su opinión, ninguna de estas exigencias las cumplió. “No obtuvo nada y entregó todo. En mi concepto, eso es una rendición”.Desde entonces sus columnas en el Wall Street Journal se han hecho cada vez más ácidas en contra del proceso. Desde el 2014, antes de que se hubiera acordado nada sobre justicia o dejación de armas, O’Grady expresaba sus dudas sobra la impunidad en el proceso en un discurso similar al que entonces ostentaba Uribe y los opositores de las negociaciones.De hecho, estos argumentos que comparte con los críticos del acuerdo en Colombia, la convirtieron en la voz perfecta del uribismo en Estados Unidos. En especial desde el 11 de septiembre, cuando publicó una columna sobre el ex ministro de agricultura Andrés Felipe Arias en la que lo defiende a capa y espada e insinúa que a las Farc, que “ya tenían mucha influencia en materia legal y política”, y tuvieron intereses en su imputación. Dicha posición tiene especial relevancia en tierra estadounidense, donde está recluido Arias a la espera de que un juez resuelva la petición de su extradición y la petición de asilo que lo salvaría de correr esa suerte.En su columna “La lección de El Salvador para Colombia” del 1 de agosto, Mary Anastasia O’Grady invita a los colombianos a tener cuidado, mientras compara las negociaciones de La Habana con el acuerdo de paz salvadoreño, que está en jaque desde que la Corte declaró inconstitucional la Ley de Amnistía. La diferencia es que en el acuerdo colombiano no hay impunidad para casos de lesa humanidad. Además, las condiciones de reconocimiento de víctimas y atención a las causas de la guerra y al posconflicto son mucho más relevantes en el acuerdo de La Habana.Incluso la fiscal general de la Corte Penal Internacional (CPI), Fatou Bensouda, quien en algún momento expresó sus dudas respecto a la justicia transicional —dudas que fueron por mucho tiempo un importante argumento para los opositores del acuerdo—, respaldó el acuerdo y aseguró que se atenía a las normas internacionales. “Bueno, hay mucha presión política en esa gente”, opina O’Grady, quien prefiere creer en la reacción inicial de la CPI sobre la que tuvo luego de que saliera el punto de víctimas.Seguramente O’Grady este domingo votaría que No si pudiera. Aunque no lo vaya a hacer, lo que sí es fijo es que en ese espacio privilegiado que tiene en el Wall Street Journal seguirá con lupa lo que pase una vez se refrenden o no los acuerdos de paz.