Los que ganaron:Álvaro Uribe: El expresidente que dijo No de mil maneras y se empeñó en movilizar el país sobre esa idea, lo logró. Convenció a miles y miles de electores aun sin contar con la maquinaria del oficialismo. El líder del Centro Democrático dedicó en las últimas semanas todas sus energías y su poder de elocuencia para derrotar al Gobierno empleando un coctel de mentiras reiteradas sobre los acuerdos, presencia intensa en las regiones y dardos incesantes contra la legitimidad del plebiscito. En algún momento, cuando las encuestas mostraban una amplia ventaja en favor del Sí, Uribe evaluó si participar o no en el plebiscito (como lo querían varios cuadros de su partido), decantándose finalmente por ir a la contienda como jefe del No. Encuesta tras encuesta, el expresidente fue recortándole terreno al Sí y para lograrlo usó cartas tan osadas como la de grabar un video junto al expresidente Pastrana, registro que muchos dijeron que operaba como un bumerán por la altísima impopularidad del expresidente conservador.Hasta el último momento Uribe pedaleó el No y cuestionó el proceso mismo. Después de consignar su voto este domingo en la Plaza de Bolívar lo primero que hizo fue dar declaraciones advirtiendo los “peligros del Sí” y reafirmándose en sus cuestionamientos contra el Gobierno, el proceso de paz y la convocatoria a las urnas. El triunfo del No de Uribe derroca los Acuerdos de La Habana, los mismos que el expresidente rechazó aún antes de conocerlos y los que criticó sistemáticamente con verdades a medias logrando imponer su opinión en las urnas. El expresidente Uribe le asesta el más duro golpe al gobierno de Santos, redefine el futuro del país obligando a un viraje hacia un plan B. Lo complicado es que el Gobierno repitió insistentemente que no había otro plan distinto al triunfo del Sí, y ha sucedido lo contrario. Ganó Uribe.Andrés Pastrana: El expresidente Pastrana terminó reciclándose y a pesar de sus entreverados argumentos podrá cobrar como un triunfo propio la derrota del Sí. El país no parecía comprender la contradicción de que el exmandatario que se jugó todo su capital político como presidente intentando un proceso de paz, posara en esta coyuntura como uno de los más férreos opositores del sueño que no logró alcanzar. Se alcanzó a decir que en el fondo de su postura no había más que un ego mancillado. Pastrana cerró filas en pro del No junto al expresidente Uribe, se divorció de su partido y luego de calificar a las FARC de ser el más temido grupo terrorista y narcotraficante del mundo envió cartas rogativas para que se le permitiera una reunión con Timochenko. El expresidente no podía desatarse de sus propias contradicciones, al punto de que sus salidas en falso, más que impulsar el No, parecían promover el Sí. Pero el resultado en las urnas redime al expresidente y su petición de reunirse con el jefe de las FARC para discutir (y ahora rediscutir) lo pactado estará en el centro del incierto y malherido proceso de paz, sea cual sea el futuro del mismo.La iglesia católica: A pesar del llamado del papa Francisco, jugado en público y en privado por la solución negociada de la paz, la Iglesia católica colombiana siempre fue reacia a tomar partido por el Sí. Prefirió guardar una tibia “neutralidad”, cuya evidente contradicción con los lineamientos del sumo pontífice, en la práctica la ponían cerca del No. La contradicción fue mayúscula cuando el arzobispo de Cali, monseñor Darío de Jesús Monsalve, habló de frente en pro del Sí y se le vino el mundo encima, empezando por sus colegas de sotana. El escrutinio en las urnas deja a Monsalve –rodeado por el sector de los sacerdotes jesuitas– como una minoría derrotada, en la misma medida en que resulta ganadora la mayoría de la estructura jerárquica de la Iglesia católica nacional. Aunque apartada del Papa, el triunfo del No es un resultado que complace a la Iglesia católica.Alejandro Ordóñez: El proceso de paz tuvo en el exprocurador Alejandro Ordóñez uno de los críticos acérrimos. El exjefe del Ministerio Público señaló con vehemencia y convicción los “peligros” del Acuerdo Final empleando mecanismos oficiales y otros no muy protocolarios para insistir en que el país debía rechazar el acuerdo a través del No en las urnas. Su dedicación sistemática a oponerse a toda novedad que provenía de La Habana le valió críticas y presiones al Consejo de Estado para que entrara a resolver su proceso, asunto que terminó resolviéndose con la anulación de su nombramiento como procurador general, en vísperas de concluir su período. Ordóñez, aunque golpeado, dijo que su caída le permitiría “hablar con libertad”. Y su siguiente aparición en público fue junto al presidente Uribe en Cartagena criticando el acuerdo de paz mientras que a unas calles Santos y Timochenko formalizaban la firma ante dignatarios de la comunidad internacional con transmisión en vivo y en directo por la televisión nacional. Aunque corrieron caricaturas de la dupla Ordóñez-Uribe, el triunfo del No es su triunfo y el que lo hayan logrado arrancando con una desventaja considerable les da mayor mérito. Por si cabían dudas, el triunfo del No catapulta a Ordóñez como un candidato presidencial fijo para el 2018, ahora la discusión será si se lo queda el Partido Conservador o el uribismo. Perdieron:Juan Manuel Santos: Refrendar el acuerdo de paz final vía votación popular nunca fue un requisito formal. Lo acordado bien se podría haber implementado obviando la cita en las urnas. Pero que la ciudadanía tuviera la decisión final fue siempre una obstinación que impuso el presidente Santos, aun contrariando a varios de sus asesores, legisladores, e incluso a las propias FARC. Unos y otros consideraban que el plebiscito era una apuesta demasiado arriesgada y que podría terminar liquidando el proceso tras más de cuatro años de negociaciones y haber llegado en la búsqueda de paz hasta donde nunca en la historia se había llegado. Las advertencias se cumplieron. El No triunfó. Y el gran derrotado es el presidente Juan Manuel Santos, artífice del proceso. El presidente siempre creyó que sólo el voto popular podría darle un blindaje sólido y una legitimidad auténtica a un acuerdo de semejante envergadura. “Quiero invitar a todos los colombianos, a todos mis conciudadanos, a que participen en esta oportunidad histórica de definir el rumbo de Colombia, nuestro presente y nuestro futuro”, dijo Santos en la columna que publicó hoy en El Tiempo, leída por muchos colombianos mientras llovía a cántaros en buena parte del país. La derrota del Sí en las urnas pone a Santos como el primer gran perdedor de la jornada. De la Calle y Jaramillo: La fórmula negociadora del Gobierno en La Habana empeñó más de cuatro años de tires y aflojes para lograr cerrar un acuerdo final con las FARC. Una vez lograron el documento definitivo el jefe negociador, Humberto De la Calle, y el comisionado de Paz, Sergio Jaramillo, regresaron al país extenuados y acorralados por la estrechez del tiempo, para enfrentar un nuevo reto: dedicarse de lleno a una maratónica pedagogía por la paz para tratar de vender en las plazas del país las bondades del acuerdo alcanzado. A los dos negociadores se les vio en las últimas semanas trabajando intensamente en la defensa del acuerdo, intervinieron en todos los medios de comunicación, decenas de foros académicos y periodísticos, y pusieron la cara en municipios azotados por la violencia para tratar de convencer a la gente de votar Sí. No lo lograron. El errado cálculo de dejar la pedagogía como un asunto de las últimas semanas pasó factura y terminó llevándose por delante el Acuerdo Final. De la Calle y Jaramillo ven que su trabajo y dedicación hace agua, el que el Gobierno haya decidido trasladar el proceso de La Habana a Colombia apenas al final, y ponerse a empujar tardíamente el carro del Sí, resultaron errores garrafales. El resultado en las urnas deja a los dos negociadores como grandes perdedores en esta jornada.Los opositores que empujaron la paz: Jorge Robledo, Claudia López e Iván Cepeda son una triada de senadores opositores al gobierno Santos. Los tres juntan millones de votos y su voz es de gran influencia en el debate nacional. Suelen ser un verdadero dolor de cabeza para el gabinete y sus diferencias con el gobierno nacional son tan profundas como amplias, implican prácticamente todos los temas de la agenda, con excepción de uno: la salida negociada al conflicto armado. Robledo y Cepeda, del Polo, y López, del partido Verde, trataron de empeñarse a fondo para explicarles a sus electores que apoyar el Sí en el plebiscito no los convertía en ‘Santista’. Pero no lo lograron. Los tres trataron de mantener su independencia y su voz crítica frente al Gobierno, al tiempo que impulsaron de frente la refrendación del acuerdo de paz, pero los resultados adversos los deja en el terreno de los perdedores. Los ministros reclutados por el santismo: A Clara López y Jorge Eduardo Londoño les llovieron rayos y centellas cuando aceptaron ponerse la camiseta del Gobierno, ella como ministra de Trabajo y él como ministro de Justicia. La oferta surgió cuando Santos dio un remezón en su equipo en abril pasado para conformar “el gabinete de la paz, el gabinete del posconflicto”, como lo llamó. López dejó la dirección del Polo Democrático y a pesar de los señalamientos de “enmermelada” aceptó ponerse al frente de la cartera de Trabajo. Por su parte, Londoño, exgobernador, exsenador y uno de los cuadros más destacados del Partido Verde, hizo lo propio aguantando el chaparrón de cuestionamientos, muchos provenientes de sus copartidarios. “El Verde nunca tomó decisión de entrar al Gobierno porque muchos nos oponemos. Ni Londoño, menos Santos, puede presentarse a nombre del Verde”, dijo la senadora Claudia López, la más votada de esa colectividad. Pero López y Londoño sostuvieron que se sumaban al Gobierno para trabajar por la paz, un proyecto que trascendía los intereses partidarios: el mismo que hizo agua hoy. Con el acuerdo de paz rechazado en las urnas los cuestionados al fichaje de estos dos ministros cobra nueva vigencia. El gabinete de la paz se queda sin esto último y las jefaturas de López y Londoño en sus carteras terminan golpeadas por el coletazo del No.César Gaviria: El expresidente liberal regresó a la arena política como jefe nacional de la campaña por el Sí. Hubo críticas pero la estatura del perfil y el respaldo pleno del Gobierno lo posicionaron como una figura central en el debate de las últimas semanas. Sin embargo, el que cada partido montara tolda aparte, las controversias en las que se vio envuelto por el tono con el que manejó el debate y, sobre todo, el resultado del No triunfante, lo dejan como uno de los grandes perdedores. Gaviria no pudo conducir el Sí al triunfo sino que, por el contrario, desde cuando asumió la jefatura fue observando cómo el No avanzaba al punto que le recortó toda la amplia ventaja con que arrancó y lo superó en las urnas. Juan Fernando Cristo: El ministro del Interior le puso el pecho no solo al trámite de los proyectos de ley en el Congreso sino a la última fase de negociaciones en La Habana. Los últimos meses se había dedicado a promover el Sí en su propia tierra, el departamento de Norte de Santander, allí el No ganó por más del doble de los votos (282 mil del Sí, contra 123 mil del No). En sus correrías por Ocaña, Pie de Cuesta, Cúcuta, entre otros, Cristo había dejado hasta el último aliento intentando convencer a sus coterráneos de las oportunidades que traería un acuerdo con las Farc. Pero fracasó en su apuesta.Entre dos aguas:Germán Vargas: El vicepresidente ganaba con Sí o con No. Su renuncia a pronunciarse en favor del proceso de paz excusado en que no conocía el texto final le alcanzó hasta el cierre de la negociación. Al siguiente día del punto final al texto de los acuerdos declaró que apoyaba el proceso, aunque hicieron más ruidos sus reservas frente al mismo que su decisión. Y en las semanas cruciales siguió nadando en transversal: prometió que impulsaría el Sí con tres grandes convocatorias en distintos puntos del país, y sólo realizó una –multitudinaria– en Barranquilla, donde guardó prudencia y se cuidó de intervenir. El no haberse comprometido a fondo con el Sí y haber instalado en la discusión pública preguntas espinosas que poco ayudaron al Gobierno lo pusieron cerca del No, pero el haber estado –aun a regañadientes– junto a Santos le permitió capotear las críticas dentro del Gobierno. El que el vicepresidente haya trinado, luego de consignar su voto en el plebiscito, que hoy a las 7:30 p. m. en el Canal Institucional se transmitirá un programa sobre las “casas gratis de Quibdó”, revela con elocuencia cuáles son sus prioridades en materia política y muestra bastante de su estilo.