Ecuador atraviesa por una de sus peores crisis de violencia y seguridad de su historia, a tal punto que el presidente Daniel Noboa señaló que el país está en un “conflicto armado interno” y le declaró la guerra a la delincuencia.

Revueltas y hechos violentos en seis cárceles, fugas de líderes de bandas delictivas, una ola de crímenes y la toma por parte de hombres armados del canal de televisión TC en Guayaquil, entre otras situaciones, han generado el caos y la incertidumbre en el vecino país.

En su más reciente columna de Contexto ganadero, José Félix Lafaurie, presidente de Fedegán y miembro del equipo negociador del Gobierno con el ELN, advierte que Colombia puede recorrer ese mismo camino, “pues padecemos los mismos síntomas producto de las mismas enfermedades”, señaló.

“Podemos estar a un paso de la desestabilización que hoy sufre Ecuador. La respuesta del presidente Noboa es la correcta: la restauración del orden a partir de la seguridad y el imperio de la ley… Ese es el camino: primero el orden, como condición para la verdadera libertad; lemas de nuestro escudo”, puntualizó el dirigente gremial.

El país se debate entre la desesperanza y la promesa de que las instituciones podrán vencer a los criminales que han aterrorizado a Ecuador en los últimos tiempos. | Foto: 2024 Anadolu

Hizo un recuento de lo que ha pasado en Ecuador y señaló que los problemas no surgen por generación espontánea.

“En 2017, Rafael Correa, antes de dejar la Presidencia de Ecuador “hizo el mandado” e indultó a 3.000 personas convictas por narcotráfico. En 2018, Santos nos dejó un Acuerdo espurio con las Farc, garantizándoles impunidad por todo tipo de delitos, y… lo más grave: nos dejó 300.000 hectáreas de coca”, dijo.

Según él, el cáncer —como lo llamó— que ha hecho metástasis en ambos países es el narcotráfico, con su poder corruptor y su capacidad para suplantar al Estado, generar violencia y desestabilizar un país al amaño de sus intereses.

“La fumigación con glifosato, que llevó los cultivos a niveles mínimos al final del gobierno Uribe, se movió en la frontera con Venezuela al ritmo de las fricciones con Chávez. Sin embargo, en 2007, Correa llega al poder y los dos socialistas del siglo XXI hacen causa común contra Colombia por la fumigación, incluidas la demanda ecuatoriana ante la Corte de La Haya y la amenaza de Correa de derribar aviones de fumigación. Por esas dos fronteras resucitó el narcotráfico, que hoy es poder efectivo, tanto en la frontera nororiental en el Catatumbo, y en la suroccidental en Putumayo, Nariño y Cauca, a un paso de Ecuador; una peste que se expandió a otros territorios con la suspensión total de fumigaciones en 2015, bajo la presión de las Farc en la mesa de negociaciones”, recordó Lafaurie.

La suspensión de las fumigaciones aéreas con glifosato le dio un nuevo aire al narcotráfico.

A esto, considera que se suman dos agravantes tanto en Ecuador como en Colombia: el desdoblamiento de las mafias en cientos de bandas criminales de enorme impacto desestabilizador en las ciudades a partir del microtráfico, y la presencia comprobada de las violentas mafias mexicanas.

“El panorama en Colombia no es halagüeño: 400 municipios están bajo control territorial de grupos criminales para la protección de sus rentas ilícitas. De 48.000 hectáreas de coca pasamos a 300.000 y, de contera, en ese mayor hectareaje aumentó la productividad, de dos a cinco cosechas anuales. La mayor producción, sumada a la competencia del fentanilo y demás drogas sintéticas, generó una caída pronunciada de las exportaciones”, explicó.

Y manifestó que los campos están inundados de coca y las ciudades y pequeñas y medianas poblaciones, de cocaína, “lo que ha multiplicado los ‘emprendimientos criminales’ y la competencia mortal entre ellos, disparando una violencia anárquica y diferenciada a nivel regional, según sean los actores violentos en cada territorio”, concluyó.