En Colombia, el miedo al comunismo y a la pérdida de la democracia están, para un segmento de la población, a la vuelta de la esquina: en Venezuela, Cuba y Nicaragua. El temor a “ser como Venezuela” está presente en algunos colombianos.

Este temor ha sido canalizado por el Centro Democrático en los últimos años, primero para oponerse al acuerdo con las Farc y luego, en 2018, para hacerle contrapeso al senador Gustavo Petro, quien es asociado por el uribismo con una tendencia ideológica similar a la de Venezuela.

Durante la campaña por el No en el plebiscito, los sectores que se oponían al acuerdo con las Farc, en especial el uribismo, empezaron a hablar del denominado castrochavismo para hacer referencia a que la entrada de esta guerrilla, hoy desmovilizada, al sistema político colombiano traería consigo la implementación de un modelo similar al de Venezuela. Sin embargo, hoy está claro que la influencia política de esta organización es inferior a lo que consideraban sus contradictores.

Posteriormente, en la campaña presidencial de 2018, el entonces candidato del Centro Democrático, Iván Duque, así como el jefe natural del partido, el expresidente Álvaro Uribe, señalaron a Gustavo Petro de ser partidario del castrochavismo, declarando: “No permitiremos que Colombia se vuelva como Venezuela”.

Este temor fue alimentado por las imágenes que se volvieron recurrentes en los medios de comunicación de la precaria situación que se vive en Venezuela: mercados venezolanos desabastecidos, filas eternas para conseguir la canasta familiar básica, expropiaciones masivas, detención de opositores políticos y militares politizados.

Este miedo, según analistas, fue uno de los elementos que provocó la derrota del sector político representado en Gustavo Petro: el temor a ser como Venezuela.

El neocomunismo

La crisis en Venezuela ha aumentado el número de migrantes hacia ColombiaFoto: EFE

Ahora, cuando la campaña presidencial para 2022 entra en uno de sus momentos más agudos, nuevamente ha aparecido el fantasma de ser como Venezuela, pero ahora representado en otra expresión: el neocomunismo. Incluso, sectores del uribismo han señalado a Petro de ser el “maestro” de esta tendencia.

En declaraciones dadas al Canal Telecafé, el expresidente Álvaro Uribe señaló que Gustavo Petro “es mucho más inteligente que Hugo Chávez y que los presidentes Pedro Castillo, Alberto Fernández y Daniel Ortega”.

Además, aseguró que “los horrores comunistas necesitan espejos de éxitos democráticos (…). Por eso yo he dicho muy reflexivamente que el maestro no fue Chávez, fue Petro quien le enseñó a Chávez. Colombia puede tener el más peligroso comunismo de toda la región”.

En respuesta a lo anterior, Gustavo Petro respondióen su cuenta de Twitter diciendo: “¡Ay, Dios mío! Y ¿qué será el neocomunismo? ¿Será que así definen aquello de quitarle el Estado a la mafia? ¿Será que así definen entregarle las condiciones para producir a millones de personas y no a cinco? ¿Será que así definen que se reduzca la pobreza y la desigualdad?”.

Analistas consultados por SEMANA, señalaron que, más allá de la existencia concreta del denominado neocomunismo, el uso de este tipo de expresiones hace parte de una “estrategia política para capitalizar temores y ganar adeptos por medio del miedo”.

“No se puede desestimar la existencia de un neocomunismo, es una tendencia que es válida analizarla desde el plano de la ciencia política, pero la forma en la que está siendo utilizado este término obedece más a un asunto electoral, de mover emociones que es lo que prima en las campañas”, manifestó el politólogo de la Universidad Nacional Rodrigo Sánchez, quien agregó que “en Colombia, al sostener un conflicto armado en el que coexistieron guerrillas con simpatías hacia los modelos comunistas, el temor es mayor y por ello más remota la posibilidad de que se viva un neocomunismo”.

En una posición similar está Víctor Mijares, doctor de la Universidad de Hamburg, quien considera que no hay “condiciones favorables” para un castrochavismo o un neocomunismo.

“Creo que la exportación de ideologías es un poco parecida a la exportación de animales exóticos donde uno los pone en ambientes que pueden ser favorables o pueden ser hostiles. No veo tantas condiciones favorables para el desarrollo del castrochavismo en el hábitat colombiano. Las condiciones históricas, sociopolíticas y económicas del país no dan como para que se implemente plenamente”, señala el analista venezolano, en una publicación de la Universidad de los Andes.

Por su parte, la politóloga de la Universidad Sergio Arboleda Natalia Hernández argumentó que “ni siquiera la eventual llegada de Gustavo Petro al poder podría representar la llegada de un neocomunismo a Colombia”.

“Colombia, en medio de su desprestigio institucional, cuenta con un sistema de contrapesos relativamente sólido, si bien el Ejecutivo tiene facultades más amplias de las que debiera, estas son limitadas por los otros poderes”, expresó la analista en diálogo con SEMANA.

En todo caso, está claro que en plena campaña, el discurso político está cargado de emociones, especialmente la indagación y el miedo, que impactan en una sociedad cansada de la violencia guerrillera.