Las revelaciones de SEMANA sobre las excentricidades de Juan Guillermo Monsalve, testigo central contra el expresidente Álvaro Uribe, recluido en una casa fiscal de la cárcel La Picota en Bogotá, no tienen punto de comparación con la modesta y apenas obvia condición de reclusión de otros testigos de este expediente y de otros procesos de relevancia para el país.

Las fiestas, el licor, los invitados y las mujeres que aparecen en fotografías junto a Monsalve se convirtieron en la evidencia de un trato especial que superó los esquemas de seguridad y mostró las preferencias de la Justicia con personajes como Monsalve, que lograron beneficios por medio de sus declaraciones.

En un procedimiento de verificación que hizo el Inpec en las celdas de otros procesados, se observa cómo las condiciones son completamente diferentes a las de Monsalve, quien goza de mayores beneficios a pesar de estar en alta seguridad. Los otros detenidos vinculados a esta investigación están sometidos a reglamentos estrictos, que impiden visitas especiales o facilidades de comunicación.

En los videos que obtuvo SEMANA, tras esas inspecciones del Inpec, en la celda 33 de la cárcel de máxima seguridad de Cómbita, donde permanece recluido el exparamilitar Pablo Hernán Sierra, y que comparte con otro recluso, los lujos se limitan a algunos dibujos con imágenes religiosas y paredes pintadas de color azul.

La misma celda es cocina y baño. Ropa, platos y desperdicios se observan en los videos del Inpec en un espacio que no permite orden. Los detenidos deben turnarse para estar de pie, ir al baño o mirar por la ventana.

Condición similar se da en las celdas de 2 metros por 2 metros de José Barahona, alias Racumín, otro exparamilitar y testigo del caso Uribe. Además de compartir la celda número 12 en la cárcel de Jamundí con otros tres detenidos, Racumín debe reciclar el agua y usarla en el baño, que ni siquiera tiene puerta.

Izquierda: celda de Rafael Uribe Noguera, en la cárcel de Valledupar La Tramacúa. Centro: cárcel de Jamundí, detenido alias Racumín. Derecha: cárcel de Cómbita, detenido Pablo Hernán Sierra.

Otros reclusos, en circunstancias de seguridad consideradas de alto riesgo, como los exjefes paramilitares Hernán Giraldo y Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40, apenas podrían ufanarse de tener una celda privada de 5 metros cuadrados donde extienden su ropa y acomodan algunas pertenencias. Nada que se pueda exhibir en redes sociales, con orgullo de tener la Justicia a sus pies.

Incluso confesos delincuentes como Rafael Uribe Noguera, condenado por el atroz crimen de la niña Yuliana Samboní, deben cumplir con reglas de confinamiento que incluyen una hora del sol al día y rutinas que se modifican para hacerse más estrictas.

Las evidencias del Inpec aparecen al tiempo que el director de esta entidad le pide a la Corte Suprema de Justicia autorización para cambiar de sitio de reclusión a Juan Guillermo Monsalve. De la amplia y cómoda casa fiscal a una celda en la misma Picota y donde se garanticen las condiciones de seguridad.