Un pequeño caserío rural, distante a 14 kilómetros de Cali, se convirtió en el epicentro de una aguda polémica que en las últimas horas apareció en redes sociales y que a la vez revela el grado de crispación política y radicalización ideológica en la que se encuentra el país. Todo surgió por cuenta de una fotografía que viene circulando en Twitter y en la que se aprecia el aviso que dice "biblioteca pública Álvaro Uribe Vélez". Esa simple imagen ya motivó airadas reacciones que van desde regaños hasta asegurar que, “¿Decir Biblioteca Pública Álvaro Uribe Vélez es como decir Jardín Infantil Luis Alfredo Garavito?, tal como trinó Elsy Rosa Crespo, en su cuenta de Twitter.
“Se enojan porque una Biblioteca pública en el Valle se llame Álvaro Uribe Vélez pero les fascina que un colegio público en Bogotá se llame Manuel Cepeda Vásquez ideólogo político y colaborador de la guerrilla de las FARC”, contestó el tuitero soyDrGarcialihno.
A eso se agrega que erróneamente los internautas aseguran que la biblioteca fue inaugurada recientemente y que es del municipio de Cali, porque en la imagen del aviso en efecto se observan claramente los logos de la Alcaldía, el Ministerio de Cultura y de la Red de Bibliotecas Públicas del Municipio. ¿Cuál es la verdad detrás de este debate? Para empezar, se debe aclarar que en Colombia es usual que existan obras públicas con el nombre de figuras políticas, pero la regla general es que ello se haga como un homenaje póstumo y no en vida. Por otro lado, detrás de la llamativa historia de la biblioteca caleña hay varios puntos por precisar y muchos elementos por desmentir. Lo primero, es que en efecto la biblioteca sí existe y está ubicada en el corregimiento El Saladito, a 14 kilómetros de la vía que conduce de Cali a Buenaventura. De acuerdo con un catálogo de la biblioteca Álvaro Uribe Vélez, “este es un espacio en el que se propicia el libre acceso a la información, la cultura, el aprendizaje y la generación de conocimiento, contribuyendo al desarrollo integral de sus usuarios y a la transformación social de la Comunidad”. Le puede interesar: En Semana en vivo: ¿El Plan de Desarrollo hace trizas a Planeación Nacional? Los servicios que presta son consulta y préstamo de libros, acceso a internet, actividades culturales y promoción de la lectura, entre otras. Se sabe que la biblioteca funciona en lo que antes era una oficina de la alcaldía de Cali, conocido como CALI rural, por lo que el espacio es muy reducido y el inventario de libros muy pequeño. Al enterarse de la polémica el expresidente Uribe aseguró que no está de acuerdo con que sitios públicos lleven su nombre y nunca lo ha autorizado.
La biblioteca no es nueva ni fue inaugurada recientemente. Este espacio cultural existe desde 2004 y nació como una iniciativa comunitaria que en el corregimiento fue liderado por el señor Mario Wagner (ya fallecido), para entonces presidente de la Junta de Acción Comunal del caserío. Sin embargo, su esposa, la señora Maruja Wagner fue la autora, junto con otro grupo de moradores, de ponerle el nombre del expresidente Uribe. Según explicó a SEMANA Laura Wagner, hija de doña Maruja, “todo comenzó porque mi papá, Mario Wagner, le escribió al entonces presidente Uribe para que les donara la dotación de la bibioteca. Así fue como nos llegaron libros, estanterías, sillas, mesas”, dijo la joven quien reconoció que actualmente existe una división local porque la nueva junta desconoce los orígenes de ese sitio. En efecto, la secretaria de Cultura de Cali, Adriana Betancourth, precisó que desde 2014 cuando esa biblioteca, de origen comunitario, se integró a la Red de Bibliotecas Públicas de Cali, intentaron cambiarle el nombre por el del corregimiento, “ya que es política local que no se llamen como las personas, sino por el sitio donde funcionan; pero la comunidad se opuso”.
No obstante, la secretaria enfatizó que, a raíz de esa discrepancia en torno al nombre de la biblioteca, en el corregimiento se armaron dos frentes ciudadanos comunes: “quienes apoyan mantener el nombre y quienes se oponen”, aseguró. Sin embargo, Ana Ortega, vicepresidenta de la JAC de El Saladito, tiene una lectura diferente sobre la polémica, ya que para ella esa biblioteca nada tiene que ver con las ayudas del expresidente Uribe, “porque el señor acá no ha hecho nada. Lo justo sería que fuera el nombre de una persona que dejara huella por sus ayudas”, argumentó la dirigente comunitaria. Dijo además que, hasta donde ella recuerda, los libros de la biblioteca se compraron con los dineros fiscales de la JAC, “por lo tanto no sé de dónde salió la versión de que fueron donados por el expresidente Uribe”. Para empeorar la confusión en torno al nombre de esa biblioteca, en la página web de la alcaldía de Cali, aparece un comunicado oficial desde 2010 en el que se revela que ese sitio cultural ya tenía el nombre de Biblioteca Pública Municipal Mario Wagner y no Álvaro Uribe Vélez, como se lee en la actualidad.
“El día 18 de febrero del año 2003, representantes de la Junta Administradora Local y de los grupos de la tercera edad (...). En dicha asamblea se decidió por mayoría que el espacio público en el cual estaban ubicadas las antiguas oficinas del C.A.L.I Rural, se entregaran para que allí funcionara la biblioteca pública comunitaria del corregimiento del Saladito; que este proyecto estaría a cargo de la JAL, en común acuerdo con la Secretaria de Cultura y Turismo de Santiago de Cali, y que se emprenderían las gestiones necesarias para llevarlo a su buen término”, se lee en el portal oficial. El documento oficial también aclara que en esa misma junta de 2010 “se acordó solicitar a la Secretaria de Cultura la dotación respectiva y la capacitación de la persona designada para manejar la biblioteca, la señora Maruja Wagner Gómez”, y se explica el por qué del nombre de su esposo y no el del expresidente, “(…) El señor Mario Wagner Giraldo (q.e.p.d.) líder comunitario y en ese entonces presidente de la JAL, se dirigió al entonces Presidente de la República doctor Álvaro Uribe Vélez solicitando su apoyo en la dotación de la biblioteca, de allí su nombre en agradecimiento al aporte realizado a la cultura del Saladito”. Mientras se resuelve el dilema del nombre, la biblioteca seguirá funcionando y atizando una tardía discusión que acaba de llegar a las redes sociales pero que tiene divididos a los habitantes de ese pequeño corregimiento de Cali. No hay duda que esta polémica es una radiografia del grado de crispación política en la que se encuentra el país.