El municipio de Belén de los Andaquíes, en Caquetá, celebraba sus cien años de fundación cuando recibió un regalo “inesperado”: una estatua en bronce del presidente Juan Manuel Santos. El monumento fue levantado en una de las vías principales del municipio y de inmediato se armó el alboroto, teniendo en cuenta que este municipio votó mayoritariamente por el ‘No’ en el plebiscito por la paz del 2 de octubre.Los promotores de la estatua afirman que es una manera de reconocer “el gran trabajo que ha hecho por la paz del Caquetá”. Quienes se oponen a la figura, en cambio, la consideran una "cachetada” para una población que no está de acuerdo con la manera como el presidente Santos ha manejado los acuerdos con la guerrilla.Le recomendamos: Las víctimas votaron por el SíMás de la mitad del municipio votó ‘No‘De acuerdo con cifras oficiales de la Registraduria Nacional, en el municipio de Belén de los Anaquíes 1.506 personas votaron en contra de los acuerdos de paz alcanzados entre el Gobierno y la guerrilla de las FARC. De este modo, con el 60% del total de los votantes, este municipio confirmaba la tendencia que se dió en Caquetá, donde el ‘No‘ le ganó el pulso al ‘Sí‘. “A pesar de lo que quieran decir, el único testimonio válido de la voluntad popular del departamento de Caquetá es el del plebiscito del 2 de octubre, en el que nos manifestamos en contra de lo que el Gobierno estaba negociando en La Habana”, explicó a Semana.com el dirigente uribista de Caquetá Jaime Parra.Críticas hacia la AlcaldíaLuego de que se levantó la estatua, al alcalde del municipio, Edílmer Ducuara, lo tildaron de lambón y enmermelado. Sin embargo, para defender el monumento, el gobernante aceptó que dio el permiso de levantar la obra, pero que no fue idea suya. La estatua fue el resultado de una propuesta de la Fundación Corpocom, organización conocida por su trabajo en la promoción de la cultura en el departamento.“Lo que se pretendió hacer acá, en cabeza de un gran grupo de comunidad y algunas organizaciones, fue hacerle un reconocimiento a la lucha que ha hecho el presidente Santos en su búsqueda de la paz, pero más que Santos, es al Nobel de paz; hay que diferenciar esto”, explicó Ducuara al diario Extra Caquetá.Al ser preguntado por el origen de los recursos, el alcalde insistió en que el municipio no puso un solo peso y que todo fue asumido por la Fundación. “Los recursos para esta obra fueron un aporte de Corpocom, que dirigen William Wilches y su hija. Y ese dinero surgió de esta corporación”, comentó el alcalde a W Radio.Le puede interesar: Por qué ganó el no en el plebiscitoWilches, por su parte, confirmó la versión del alcalde y explicó a Semana.com cómo se dio la construcción de la estatua.“Con motivo de la celebración de los cien años, el alcalde nos invitó a que pensáramos un aporte que el municipio podría darle a la paz. Luego de una consulta, en conjunto con la alcaldía, decidimos que la mejor manera sería homenajeando al primer Premio Nobel de Paz colombiano”, explicó Wilches.“En Caquetá estamos muy agradecidos con la labor que el señor Santos ha desempeñado en pro de la paz, pero que quede claro que no es una estatua para un presidente. Es para un Nobel, algo que va a seguir siendo toda la vida”, agregó.“La estatua es ilegal”, uribistasMás allá del debate sobre la "lambonería" de la figura, el debate para los opositores de la estatua es que esta es ilegal. Quienes se oponen a la permanencia de la estatua en Belén de los Andaquíes manifiestan que la decisión de levantar un monumento del presidente Santos fue arbitraria y que además no se le consultó a la población. Otros como el uribista Jaime Prada ponen en duda la legalidad del monumento y el origen de los recursos que lo financiaron. “Esta semana interpusimos una denuncia en la Fiscalía por un posible peculado y también radicamos dos quejas disciplinarias frente a la Procuraduría por prevaricato, en este caso por desconocimiento de las normas que prohíben el levantamiento de ese tipo de monumentos”, dijo Prada a Semana.com. Los argumentos de Prada están soportados en dos viejos decretos. El primero es el 2759 de 1997, que manifiesta que “se prohíbe la colocación de placas o leyendas o la erección de monumentos destinados a recordar la participación de los funcionarios en ejercicio, en la construcción de obras públicas, a menos que así lo disponga una ley del Congreso”.Le recomendamos: ¿Cómo quedó la refrendación en el nuevo Acuerdo de Paz?El otro, más antiguo, es el Decreto 1678 de 1958: “Prohíbese colocar en las oficinas públicas retratos del presidente de la República o de otros funcionarios, lo mismo que cualquier grabado o leyenda que directa o indirectamente pueda interpretarse como homenaje de los titulares o empleados de dichas oficinas al primer mandatario de la nación”.Cinco meses después del plebiscito la discusión sobre el proceso de paz con las FARC sigue abierta. Sólo el tiempo determinará cuál será el futuro de la estatua del presidente (y Nobel de paz) Juan Manuel Santos en el municipio de Belén de los Andaquíes. “No pienso tumbarla, pero cualquier cosa puede uno pensar entre tanta crítica”, expresó con resignación el alcalde Ducuara. La pregunta ahora es cuánto tiempo aguantará de pie la escultura de Santos, en un pueblo que, al menos en las urnas, demostró no estar tan de su lado.