SEMANA: Usted escribió en su Twitter: “Mis honores al Comandante Jesús Santrich (…). Santrich, hasta la victoria siempre”. ¿Por qué?

JAIRO ESTRADA: Una vez empezó a circular la noticia sobre su muerte, advertí que en algunos sectores se celebraba el hecho, haciendo gala de esa lógica cultural del exterminio que hay en nuestra sociedad. Me llamó la atención el silencio de sus adversarios en la Mesa de Conversaciones, conocedores de su indiscutible papel en La Habana. Más aún me sorprendió que algunos de sus excamaradas dirigentes ignoraran la noticia, al parecer haciendo prevalecer odios derivados de disputas del pasado. Sentí que había que decir algo sobre el rol de un hombre que -siendo muy polémico- había sido fundamental en la construcción del Acuerdo de paz.

SEMANA: ¿Pero rendir honores a una persona prófuga de la justicia?

J.E.: El Acuerdo paz celebrado en La Habana es la expresión, entre otros, de un esfuerzo común entre las FARC-EP y el Gobierno nacional. Su texto se concibió y escribió por las partes con paciencia y extrema dificultad durante más de cuatro años, bajo las mismas condiciones de asimetría que tuvo la guerra. En ese lapso, la labor de Jesús Santrich fue más que fundamental, en equipo con Iván Márquez y quienes luego fueron engrosando la delegación de las FARC-EP. Siempre bajo el entendido que lo hecho era un constructor del colectivo guerrillero. En lo único que no intervino fue en el acuerdo sobre dejación de armas, la cual criticó severamente dados los términos leoninos en que se produjo. Pero se sometió a la disciplina guerrillera. Mis honores se hicieron al co-redactor del Acuerdo de paz. Nadie lo ha conocido más que él. Su condición de invidente no le impidió desarrollar esa labor; favorecida por su amplia cultura. Mis honores se hicieron a quien emprendió con entusiasmo la implementación y fue co-artífice de la transición de la guerrilla a partido político legal. No hay duda sobre su compromiso como representante de las FARC-EP en la CSIVI, junto con Victoria Sandino e Iván Márquez. Su candidatura a la Cámara de Representantes por el Atlántico la asumió con dedicación. En mi trino quise destacar lo que no se hablaba o no se quería decir. Este país le debe a Santrich el papel de haber sido unos de los arquitectos del Acuerdo de paz. Claro que se trata de una arquitectura de todas las FARC-EP, diseñada con el gobierno de Santos; pero es preciso señalar las ejecutorias de cada quien.

SEMANA: ¿Quería a Jesús Santrich?

J.E.: No lo quería, lo quiero. Seguirá viviendo. En mi vida de hombre de izquierda, que ha luchado por los valores de la fraternidad, la solidaridad y la justicia social, encontrarme con un hombre como Santrich fue afortunado. Un revolucionario de pura cepa; con una gran calidad humana, enriquecida en su cotidianidad por la sensibilidad propia de quien se recrea en el arte; más aguda en su caso por su ceguera física. Pareciera una apología, pero no lo es. Su obra lo dice. Y a eso, se le debe agregar el humor del buen caribeño, fino y exquisito. Afirmar todo esto, puede parecer un exabrupto por efecto del fascismo cultural que se nos impuso en la primera década de este siglo. Las estrategias de guerra comprendieron la deshumanización del enemigo, muy bien orquestada mediáticamente: criminales y bárbaros; no, rebeldes, seres humanos que sienten y piensan. También puede resultar inexplicable que se afirme: “Tengo un amigo exguerrillero o una amiga exguerrillera”. En Santrich, yo tuve uno. Hablo de esa otra faceta. Tengo claro que la naturaleza de una guerra como la que hemos padecido, tuvo incalculables impactos sobre la población; produjo millones de víctimas. Y que son incontrovertibles las responsabilidades guerrilleras, como parte del conjunto de responsabilidades. De ahí la importancia mayúscula del Acuerdo de paz, incluido el Sistema Integral de Verdad, Justicia Reparación y No Repetición. Santrich se acogió a los requerimientos de ese sistema y cumplió mientras pudo hacerlo. Eso sí, no desarrolló la autofobia frente al pasado, que han mostrado algunos de sus excamaradas.

SEMANA: Los que apoyan el acuerdo de paz se sintieron traicionados por Santrich. ¿Sintió lo mismo?

J.E.: No es mi caso. Poco se habla de la cadena de traiciones que iniciaron desde el momento en el que los entonces guerrilleros y guerrilleras dejaron sus campamentos. Es bien sabido, que la trayectoria de la implementación no ha sido la esperada; que durante el gobierno de Santos se registraron avances, pero también fueron evidentes incumplimientos y distorsiones frente a lo convenido por las partes. Cuando la implementación requería un impulso especial, se encontró con el gobierno de Duque, empeñado en “hacer trizas” los acuerdos. Aunque no ha podido, sí llevó el proceso a un estancamiento más que notorio, incluso a retrocesos. La farsa y simulación de la llamada Paz con legalidad es una de las causantes de la situación que estamos viviendo.

SEMANA: ¿Santrich traicionó el acuerdo de paz?

J.E.: El Acuerdo de paz y Santrich fueron traicionados. La investigación rigurosa del periodista de El Espectador, Edison Bolaños, publicada en noviembre de 2020, que revisó más de 24.000 audios, demostró que hubo una acción mancomunada del fiscal Martínez Neira y agencias estadounidenses. El entrampamiento fue reconocido por el propio expresidente Santos e integrantes de la delegación del gobierno; pretendía vincular al expresidente de la República, general (r) Oscar Naranjo, y a otros altos funcionarios. Llama la atención que esa investigación haya quedado en el olvido. Sería bueno preguntarle a la Fiscalía actual, qué se ha hecho al respecto. Sin duda, se pretendió hacer un daño y se hizo. Parte de ese daño, consistió en llevar a Santrich a la decisión que tomó. No me corresponde a mi juzgarla. Eso sí, no la califico como una locura; hacía parte del margen de actuación que le quedaba. Creo que es preciso reconstruir esa verdad. Los ejecutores directos del entrampamiento se conocen, pero aún es necesario saber quiénes estaban tras bambalinas y porqué lo hacían. En medio de las dificultades que mostraba la implementación del Acuerdo de paz y de la búsqueda de una paz completa con el ELN, contribuyeron a justificar el retorno a las armas de Iván Márquez y quienes le acompañan, asunto en lo que obviamente cuentan sus decisiones personales.

Jesús Santrich y el profesor Jairo Estrada | Foto: Semana - Twitter @jairoestradal

SEMANA: ¿Mantuvo contacto con él mientras estuvo en la clandestinidad?

J.E.: Conocí a Santrich en La Habana. Mi participación en el proceso se hizo con conocimiento y autorización del gobierno y por invitación de la Mesa de Conversaciones. Lo vi por última vez en Bogotá, en su calidad de Representante a la Cámara, antes de su viaje a Pondores. Luego, por informaciones de prensa, supe de su retorno a la vida guerrillera. Obviamente no tuve relacionamiento alguno mientras estuvo en la clandestinidad.

SEMANA: ¿Es correcto que un profesor rinda este tipo de honores al alguien que estaba en la ilegalidad?

J.E.: Soy profesor de la Universidad Nacional desde hace 31 años. En efecto, respetado por mi labor académica, la cual ha merecido varias distinciones a lo largo de mi carrera. Eso me enorgullece, junto con los reconocimientos de los y las estudiantes, que para un profesor son lo más importante. Mis honores fueron a un arquitecto del Acuerdo de paz y de su implementación temprana. Reconozco que hay quienes no comparten esa opinión.

SEMANA: Muchos dicen en las redes que su escrito sería prueba de que sus cátedras podrían tener un grado de adoctrinamiento…

J.E.: Quienes eso afirman, no conocen la Universidad Nacional. Si para algo no hay espacio en la Nacho es para el adoctrinamiento. Afirmarlo, sería atentar contra una comunidad diversa, plural y muy heterogénea, en la que también se expresan las visiones que hay en la sociedad, con el debido rigor científico, reconocido nacional- e internacionalmente. La Nacho no es una universidad confesional; en ella tienen cabida todas las expresiones de la teoría y el pensamiento crítico, dentro del cual me inscribo. No hay lugar para estigmatización alguna. De mi trabajo de investigación y análisis, hablan mis publicaciones que se encuentran en numerosos libros y artículos. Sobre mis cátedras, se puede consultar a las y los estudiantes, quienes merecen todo mi respeto dadas sus infinitas calidades. No pasan entero. Si alguien pretendiera adoctrinar, merecería el rechazo inmediato. Jamás he expulsado de mis clases a alguien por sus convicciones. Que su conocimiento profundo de la sociedad en que vivimos, los y las haya llevado a lo largo de la historia y en el presente a pensar una sociedad mejor, es otra cosa.

SEMANA: Piden que se le sancione. ¿qué opina?

J.E.: Es lo que están exigiendo las bodegas mediáticas del fascismo cultural. Hace parte de su labor. Estoy acostumbrado al debate juicioso y con rigor. La verdad nunca había visto tantas falacias, sandeces, expresiones primitivas y amenazas de muerte juntas, como las que he leído en estos días. Los medios del establecimiento también hacen su tarea. Dice mucho de las precariedades y de la salud mental de sectores de la sociedad, presos del fanatismo propio de las sectas y de los proyectos fascistas. No logran amilanarme.

SEMANA: ¿Se arrepiente de lo escribió sobre Santrich?

J.E.: De la verdad y de lo que se piensa, no hay porqué arrepentirse. Salvo que se trate de una equivocación mayúscula, demostrada con la evidencia correspondiente. En el caso que nos ocupa, lamento que twitter no brinde el espacio suficiente para exponer mejor las ideas. Toda esta situación me ha planteado una exigencia: es preciso escribir un texto sobre la contribución de Santrich al proceso de paz. Ojalá el tiempo me lo permita.

SEMANA: ¿Quién mató a Jesús Santrich?

J.E.: No tengo conocimiento de los perpetradores directos. Solo se de las informaciones de prensa. No obstante, me arriesgo a conceptuar que en la tras-escena hay una sofisticada operación de inteligencia transnacional, dirigida por los Estados Unidos, tal y como ocurrió en su momento con los llamados objetivos de alto valor de las extintas FARC-EP.

SEMANA: ¿Colombia invadió terreno venezolano?

J.E.: No tengo conocimiento al respecto. El más indicado para responder esta pregunta es el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela.

SEMANA: ¿Porqué Santrich huyó si tenía todas las garantías?

J.E.: No huyó, lo llevaron a un terreno en el que la única opción que al parecer le quedó fue volver al alzamiento armado. Creo que la experiencia de Simón Trinidad le había dado muchas enseñanzas. Santrich era el indicado para esa respuesta. Lo mío es interpretación.

SEMANA: ¿Sigue siendo integrante de la CSIVI?

J.E.: Hice parte formal de la CSIVI desde agosto de 2018 hasta final 28 de febrero de este año, cuando presenté mi renuncia irrevocable. Mi paso por esa instancia del Acuerdo me permitió conocer de primera mano el estado crítico y precario de la implementación, y la notoria tendencia a la consumación de la perfidia.