Aunque el gobierno de Gustavo Petro ha planteado algunos lineamientos de su política exterior, hay temas puntuales que han suscitado dudas entre diferentes sectores y que deberán ser aclarados por el canciller, Álvaro Leyva, en un debate de control político en el Senado.
El debate pendiente fue citado con la proposición número 18, la cual convocó al funcionario para que “presente los lineamientos sobre política exterior del Gobierno nacional”, y fue firmada por la mayoría de la Comisión Segunda del Senado, donde la sesión estaba citada para el pasado miércoles, pero no se realizó. Desde hace algunas semanas, el canciller Leyva y su viceministra de Asuntos Multilaterales, Laura Gil, han dado puntadas de las líneas que tendría la política exterior, pero no han precisado la ruta.
En una sesión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas el pasado 12 de octubre, el ministro afirmó que “llegó una hora especial para Colombia: la hora de la paz total y la hora de la paz más allá de nuestras fronteras”, y comentó propuestas como la compra de tres millones de tierras para el cumplimiento del acuerdo de paz con las Farc y la reanudación del proceso con el ELN.
“Dialogando se puede llegar a la paz total. La queremos y buscamos en lo nacional, y aspiramos a buscarla y encontrarla más allá de nuestras fronteras”, afirmó Leyva en Naciones Unidas. Esta manifestación haría pensar que un primer lineamiento sería la búsqueda de la paz “más allá de las fronteras”, como lo manifestó el canciller.
Un segundo lineamiento parece haberlo dado la viceministra Gil, cuyo nombramiento sería una demostración de esta propuesta: inclusión y enfoque de género en las acciones internacionales que emprenda el Gobierno.
En la Asamblea de la OEA, en Lima, hace algunos días, la funcionaria afirmó que la “versión” de Colombia sobre la paz total “tiene cara indígena”, por lo que manifestó que el país invitaba a las naciones de la región “a discutir y definir un mecanismo para promover el diálogo entre los Estados miembros para implementar de manera efectiva la Declaración Interamericana sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas”.
Y mencionó también a los afros, las mujeres y la comunidad LGBTI. En este sentido, el presidente Petro nombró –por primera vez– a una líder indígena del pueblo arahuaco como embajadora de Colombia ante Naciones Unidas: Leonor Zalabata. Y como representante diplomático en Washington al exministro Luis Gilberto Murillo, integrante de la comunidad afro.
Pese a estas posiciones oficiales, varios sectores políticos todavía tienen dudas sobre los lineamientos de la política exterior de Colombia, especialmente por algunos pasos que ha dado el Gobierno y que no han sido explicados –todavía– por el canciller Leyva en el Congreso. El primero de ellos tiene que ver con las relaciones con Estados Unidos, las cuales, al parecer, seguirán marcadas por la lucha contra las drogas.
Desde la campaña presidencial, el mandatario colombiano ha venido insistiendo en el “fracaso” de la guerra contra las drogas y en la necesidad de modificar el “enfoque” de esta política binacional.
El pasado jueves, SEMANA reveló un documento del Ministerio de Justicia y de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) que mostró un aumento del 43 por ciento de las siembras ilícitas con relación a 2021 y un total de 204.000 hectáreas de coca.
Pese a la insistencia de Petro en el “fracaso” de la guerra contra las drogas y en la necesidad de cambiar el “enfoque”, su primera reunión de alto nivel con Estados Unidos concluyó con lo mismo que han aplicado los últimos gobiernos: aumento de la interdicción para incautar droga y de inteligencia para dar con los grandes capos del narcotráfico.
Entre los cambios de fondo está la suspensión de las fumigaciones con glifosato y el tratamiento a los cultivadores de hoja de coca. Sin embargo, para varios sectores oficiales en Washington, la manera como Colombia desarrolle la lucha antinarcóticos es lo de menos, siempre y cuando mantenga su compromiso, reduzca cultivos ilícitos y capture a los narcos.
En esta relación persisten las dudas sobre el lineamiento de Colombia, ya que una cosa dice Petro y algunos miembros del Gobierno, pero otra son los hechos. Otro asunto en el que los congresistas quieren escuchar el lineamiento que dé Leyva es en la reanudación de relaciones con Venezuela, un tema polémico.
A pesar de que el presidente Petro encabezó la reapertura de la frontera binacional, el pasado 26 de septiembre, y que el embajador nombrado en Caracas, Armando Benedetti, ya se reunió con Nicolás Maduro, para varios sectores políticos hay temas que explicar.
La senadora Paola Holguín, congresista por el Centro Democrático e integrante de la Comisión Segunda del Senado, encargada del tema de relaciones internacionales, le dijo a SEMANA que existe “preocupación” porque Colombia pasó de tener países a los que consideraba enemigos, como Venezuela o Nicaragua, a tratarlos “supuestamente como los grandes aliados”.
Para varios sectores, el canciller Leyva debe explicar por qué el Gobierno reconoce como legítimo a un gobernante como Maduro, el cual es señalado de violaciones a los derechos humanos y es considerado por la mayoría de la comunidad internacional como un dictador. Y en el tratamiento a Nicaragua y su presidente, Daniel Ortega, tampoco hay claridad. Todavía no se digiere totalmente que Colombia se haya ausentado de la condena de la OEA a Ortega, pero días después haya suscrito otra declaración de rechazo internacional.
No se puede pasar por alto que con ese país está pendiente la elaboración de un acuerdo al que la Corte Internacional de La Haya exhortó a los dos gobiernos para la definición del tratamiento a los pescadores en la frontera marítima y un pleito impulsado por los nicaragüenses que, de fallarse a favor de ellos, podría modificar territorio colombiano. En esta línea faltan explicaciones.
Antonio Correa, senador de La U, también de la Comisión Segunda del Senado, confirmó que la citación a Leyva busca precisamente “saber cuál es el norte verdadero”, el “derrotero, el camino” de la política exterior. “Cómo es el relacionamiento con países como Venezuela, Nicaragua o Estados Unidos es lo que queremos escuchar de boca del señor canciller”, dijo Correa. Los hechos, al final, serán los que importarán y evidenciarán el rumbo que tendrá Colombia en política exterior.