Apartir del 11 de mayo y hasta el 2 de junio, siete colombianos perseguirán la maglia rosa del Giro de Italia. Miguel Ángel López, Esteban Chaves, Fernando Gaviria, Iván Ramiro Sosa, Juan Sebastián Molano, Sebastián Henao y Miguel Eduardo Flórez competirán por el segundo título en esa competencia para el país. El gran ausente será Egan Bernal, el niño maravilla de Zipaquirá, a quien El País de Madrid daba como seguro ganador y en quien estaban puestas todas las esperanzas. Una fractura de clavícula, a una semana del inicio de la competencia, dañó sus planes, y ahora tendrá que recuperarse para alcanzar a llegar al Tour de Francia o a la Vuelta a España. Con su ausencia, los colombianos tienen sus esperanzas en López, quien ya logró el tercer puesto el año pasado y quiere llegar más alto. Le recomendamos: Este es el recorrido del Giro de Italia le conviene a los colombianos Lo cierto es que con el Giro arranca una nueva temporada de las tres grandes vueltas, en las que esta generación de ciclistas del país ha venido siendo protagonista y ha conquistado podios y títulos. Antes, Martín Emilio ‘Cochise’ Rodríguez, Lucho Herrera o Santiago Botero, entre otros, tuvieron sus episodios de gloria. Pero ningún momento había sido tan exitoso como este para el ciclismo nacional: en las competencias más importantes abundan los nombres colombianos, que ya no se limitan a correr como gregarios, sino que lideran equipos. De hecho, muchos se preguntan si este gran momento se debe al trabajo que hacen las ligas, la Federación y los equipos aficionados, a una estrategia puntual o, simplemente, a que llegó una generación dorada, de esas que surgen de forma espontánea cada cierto tiempo. Para responder este interrogante, hay que regresar al inicio. Los primeros indicios de este gran momento llegaron en 2010, cuando un joven Nairo Quintana ganó el Tour de l’Avenir, considerada la competencia más importante para los nuevos pedalistas. Desde entonces, solo vinieron éxitos: un par de años después, Rigoberto Urán se colgó la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Londres y, en 2013, el propio Nairo sorprendió a todos al llegar al segundo puesto del Tour de Francia. Ya entonces, el país vio cómo empezaban a desfilar por las carreteras otros corredores como Winner Anacona, Fernando Gaviria, Sergio Luis Henao, Jarlinson Pantano, Darwin Atapuma, Esteban Chaves y Carlos ‘Bananito’ Betancur. Las cifras hablan por sí solas: en seis años, Nairo ha conquistado títulos en el Giro de Italia y en la Vuelta a España, y otros colombianos han estado en el podio de las tres, incluyendo el Tour de Francia. El país, además, se ha proyectado como potencia ciclística mundial y ha exportado más de 100 corredores a Europa. Hoy, 19 connacionales participan en el World Tour, y 7 de ellos están clasificados entre los mejores 100 del mundo. Solo en la temporada de 2019, los ‘escarabajos’ han logrado más de 20 victorias, entre etapas y la clasificación general, de las cuales se destacan el triunfo de Egan Bernal en la París-Niza y el de Supermán López en la Volta a Cataluña. E incluso equipos nacionales, como el Manzana Postobón y el Team Medellín, están ganando etapas en Europa y Estados Unidos. Puede leer: Medellín a la cima del ciclismo Pero no solo hay que ver los títulos, también grandes equipos, como Movistar, Ineos (el antiguo Sky), Education First, Astana y UAE Team Emirates, entre otros, han volteado a mirar a los corredores nacionales. No en vano Egan es el llamado a reemplazar a Chris Froome, quien ha dominado el panorama del ciclismo en los últimos años, en el Ineos. Un trabajo de años Héctor Urrego, periodista deportivo especializado en ciclismo, asegura que el país comenzó a construir el actual momento dorado desde hace 70 años. Para él, no se puede entender lo que pasa hoy sin la Vuelta a Colombia, competencia que sumará 69 ediciones este año. Y sin el clásico RCN con sus 58 versiones, ni sin los pasos que dieron los anteriores ‘escarabajos’. Sin embargo, Hernando Zuluaga, vicepresidente de la Federación Colombiana de Ciclismo (FCC), cree que se debe a las competencias juveniles y prejuveniles, que han servido de plataforma para que muchos jóvenes ciclistas den el salto a Europa. Le recomendamos: Superman López tiene las cualidades físicas y el talento para el Giro Santiago Botero Antes, los corredores nacionales llegaban a las competencias casi siempre agrupados bajo un equipo colombiano. Pero ahora, todos se van desde pequeños a entrenarse en escuadras internacionales, y eso ha ayudado a que sean más competitivos. “La clave está en que hemos tenido oportunidad de correr afuera desde más jóvenes –piensa Nairo–. Corredores de 20, 21, 22 años ya se codean con los grandes corredores, en las grandes competencias”. Pero el camino hacia allá no es sencillo. Los pedalistas deben formarse en una escuela o liga departamental; correr la Vuelta Nacional del Futuro, la Vuelta del Porvenir y la Vuelta de la Juventud; conseguir un cupo para que la Federación los lleve al Tour de l’Avenir o al Baby Giro y, finalmente, captar la atención de algún equipo internacional. Aunque esta no siempre es la regla. Por algún tiempo, la Federación le apostó todo a esta ruta e inició un exhaustivo proyecto formativo en el que se organizaron carreras departamentales, campamentos, capacitaciones para entrenadores y apoyaron la creación de más clubes. Pero tuvieron que bajarle el ritmo a la estrategia porque, como le confesó Hernando Zuluaga a SEMANA, “sin darnos cuenta, comenzamos una competencia interna desleal en la que incluso se presentaron casos de dopaje en menores”. Este es un tema preocupante en el que ni Coldeportes, la Federación ni las ligas han querido investigar y atacar de raíz, como sí lo han hecho algunos equipos profesionales. En todo caso, la Federación ha logrado establecer y mantener un calendario ciclístico nacional que fomenta la formación de ciclistas desde pequeños y que ha profesionalizado aún más el deporte. Puede leer: Roglic Dumoulin Yates Landa y Nibali Los rivales de los colombianos en el Giro 2019 Los ciclistas colombianos que hoy le dan la vuelta al mundo tuvieron más oportunidades en ese sentido que los pioneros que pusieron a vibrar al país hace 30 años o más. Y los que vienen, los que hasta ahora se están formando o están comenzando a competir en el extranjero, tal vez tengan un camino mucho más claro y sólido. Solo el tiempo permitirá saber si este momento del ciclismo nacional es flor de un día o si podrá extender por décadas, como muchos esperan. Y para que esto ocurra, se requiere un trabajo coordinado y con metas claras entre Gobierno, federaciones, equipos y semilleros. Por lo pronto, el Giro y la temporada 2019 ofrecen una oportunidad para demostrar que el ciclismo colombiano está, definitivamente, en la cabeza del pelotón.