Pensar el rol de la mujer en el futuro del país es una necesidad tan urgente como minimizada. Muchas veces los temas de género son vistos como espacios marginales con los cuales simplemente se debe cumplir. Sin embargo, en una coyuntura como la colombiana, ad portas del posconflicto, la participación de la mujer en lo público es fundamental. Según el Council on Foreign Relations, cuando las mujeres participan en los procesos de paz, hay 64 por ciento menos probabilidades de que los acuerdos fallen. Además, hay 35 por ciento más probabilidades de que esos acuerdos permanezcan en el tiempo por lo menos 15 años. Y no solo reducen las probabilidades de fracaso y mejoran la estabilidad política. Las mujeres ejercen una influencia fuerte para negociar y son más propensas a mencionar problemáticas sociales y a impulsar la reconciliación. Sin embargo, a nivel mundial, entre 1990 y 2017, las mujeres han representado solo el 8 por ciento de los negociadores de los procesos de paz, el 5 por ciento de los signatarios y tan solo el 2 por ciento de los mediadores.En el proceso de paz de Colombia en 2016 la participación de negociadoras triplicó la de El Salvador de 1992 (33 por ciento contra 13 por ciento). No obstante, el porcentaje de mujeres mediadoras y signatarias colombianas fue menor al 3 por ciento. De 1.187 acuerdos de paz firmados entre 1990 y 2017, solo 19 por ciento hacen referencia a las mujeres, y solo 5 por ciento se refieren a la violencia de género durante el conflicto. Ante los obstáculos que Colombia está viendo para la implementación del proceso de paz con las Farc, la participación de más mujeres se hace imprescindible. Los años pasan y el rol de la mujer se sigue viendo invisibilizado. Esto tiene que cambiar. Así pensaron el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Red Prolid de mujeres líderes del sector público y la Vicepresidencia de la República cuando en el marco de la Semana de la Seguridad Ciudadana y la Red de Mujeres Líderes crearon el conversatorio “Mujeres liderando el posconflicto”, que tuvo lugar el 28 de noviembre en Bogotá y que contó con la presencia del vicepresidente Oscar Naranjo, académicos, funcionarios extranjeros y periodistas. El objetivo fue visibilizar el rol de las mujeres líderes en la definición e implementación de políticas de convivencia y construcción de paz en la etapa del posconflicto, para además pensar conjuntamente una narrativa de futuro. El primer paso a dar es mayor participación de la mujer en lo público. Para Nigeria Rentería, exalta consejera para la mujer y exnegociadora del gobierno en los acuerdos de La Habana, “hay que reinventar la participación de la mujer en los territorios”. Contó que cuando se lanzó a la gobernación del Chocó, muchos le decían que la política no es para las mujeres, que ni siquiera había el espacio para participar. Por eso subrayó: “nosotras tenemos que seguir insistiendo en la participación, la incidencia y la formación, porque muchas mujeres ni siquiera lo intentan porque no ven oportunidades”. Además, Daniel de Torres, director de la división de género y seguridad del Centro para el control democrático de las Fuerzas Armadas, puso sobre la mesa un punto determinante: las cuestiones de género “no pueden ser solo mujeres hablando de ello, es necesario que hablen hombres y mujeres”. De esta forma, el enfoque de género puede ampliarse y unirse a los temas étnicos y de derechos humanos, para así generar un diálogo intercultural que, como dijo Belkis Izquierdo, magistrada de la JEP, “nos permita reconocer que en Colombia hay distintas maneras de comprender el mundo”. Sostuvo que “hay que impulsar que la mujer participe en la administración de justicia, que haya empoderamiento, que se ponga la esencia de lo femenino sin tener que actuar y pensar igual que los hombres”. Esto mismo afirmó Ana Mercedes Villegas, gerente de gestión de negocios del Grupo Argos: “al principio de mi carrera yo buscaba ser como los hombres, fuerte, contundente, pensar solo en la plata, en los resultados. Y después entendí que era desde mi liderazgo femenino que yo podía hacer la transformación”. Como dijo la exministra de Vivienda, Elsa Noguera, “no hay nadie mejor para decir cómo debe planearse una ciudad que una mujer. Las mujeres recorren la ciudad, saben si las calles son peligrosas, si hay alumbrado público, si las rutas de bus llegan, si hay movilidad. Por eso la mujer debe participar en los procesos de decisión para construir comunidad en esta etapa de posconflicto”. Y es que, ya que en los procesos de paz no se le ha dado la preponderancia necesaria a la mujer, el posconflicto debe ser el momento. Desde la política, el empresariado, la cultura, la ciencia y la educación, las mujeres deben participar con su liderazgo femenino. Pues como dijo Ana María Rodríguez, gerente del Sector de Instituciones para el Desarrollo del BID, lo que se debe hacer ahora es “multiplicar las voces” y abrir espacios para el intercambio de visiones.