Este martes a las cinco de la mañana 150 agentes del Distrito intervinieron el campamento venezolanos que estaba ubicado a unas tres cuadras del Terminal Salitre. En el lugar se encontraron a 412 adultos y 64 niños que vivían en cambuches improvisados.  La decisión se tomó porque estas personas habían ocupado un parque del Distrito de forma irregular, pero además la ayuda que recibían de los bogotanos empezó a generar rencillas entre ellos, problemas de seguridad y salubridad. Era tal la abundancia de donaciones que algunos las vendían para tener dinero líquido y, mientras tanto, otros recibían muy poco. 

El campamento improvisado que se formó al lado del Terminal Salitre empezó a funcionar desde el 8 junio de este año. Poco a poco llegaron a este lugar cientos de venezolanos que no tenían dónde pasar la noche. Foto: Esteban Vega /SEMANA. SEMANA llegó al lugar conocido por los venezolanos como El Bosque y encontró que algunos se rehusaban a abandonarlo. Astrid Collante, una venezolana que llegó al Bosque hace tres meses dijo que como no les dejaban llevar todas sus pertenencias, que incluían colchones, ropa y utensilios de cocina, preferían devolverse a Cúcuta. Lo mismo aseguró Patricia Saval: "Estamos surtidos de muchas cosas. Cada cual tiene su maleta full y nadie quiere entregar lo poco que tiene, lo único que tiene. No nos queríamos ir porque estábamos finos, felices. Nos llegaba demasiada ayuda. Acá nos han dado todo lo que no nos ha dado el gobierno venezolano". Varias familias se quedaron alrededor y se aferraron a sus cosas hasta el último momento. Pero muchos otros accedieron a irse a un nuevo campamento adecuado por la Alcaldía Distrital y llamado Centro Hogar El Camino, ubicado en la Cra 69 con 47, cerca de las instalaciones de la Contraloría.  Pero al llegar al lugar no fueron pocos los que manifestaron su inconformidad. "El Distrito nos engañó", era lo que repetían una y otra vez. Héctor Castellano Lugo dijo a SEMANA:"Nos prometieron que íbamos a vivir mejor, que íbamos a tener cama, cobija, almohada, comida, y cuando llegamos acá nos dijeron que solo las mujeres que están embarazadas, los adultos mayores y los niños iban a tener alimento y que los demás nos teníamos que rebuscar".  Puede leer: A 400 kilómetros de Venezuela, Bogotá se convirtió en frontera

Eran tantas las ayudas que llegaban al campamento de El Bosque que se empezaron a generar riñas entre ellos. También había quienes vendían los alimentos, las medicinas y la ropa que les llegaban. Foto: Esteban Vega/SEMANA Ricardo Floriz dijo que lo malo del campamento es que no se les va a solucionar el problema de raíz, pues todos están buscando trabajo. "Nosotros le pedimos a los empresarios de este país que nos ayuden a conseguir trabajo. No quisiéramos recibir ayuda, no vinimos a su país a molestarlos, por eso es mejor que nos den un trabajo a que nos traigan a vivir en este lugar en condiciones tan distintas a las que nos prometieron. Yo prefería vivir en la pocilga que en este lugar". El problema radica en que los cátres no parecen muy cómodos, algunas reglas no les parecen necesarias y no saben qué pasará con las donaciones que antes recibían y que ahora podrán administrar a sus anchas.  Entre el manual de convivencia se encontraban algunas prohibiciones como ingresar o portar armas; ingresar, vender, consumir o poseer dentro del campamento cualquier tipo de sustancia psicoactiva; ingresar al campamento bajo los efectos de consumo de sustancias psicoactivas; cocinar, fumar, lavar ropa, recibir de manera directa donaciones de cualquier que no sean administradas por los funcionarios, vender cualquier producto o servicio dentro de las instalaciones del campamento y agredir física o verbalmente a cualquier persona, dañar las instalaciones del lugar. Recomendamos: En busca de una salida para la crisis migratoria de los venezolanos Si los venezolanos no estaban contentos con el campamento, los vecinos del lugar no es que estuvieran muy entusiasmados. De hecho, el Distrito tuvo que hablar con varios líderes del barrio para darles un parte de tranquilidad y hacerles un llamado a la solidaridad. El mismo alcalde les pidió a los ciudadanos que se pusieran en el lugar del otro.  Cristina Vélez, secretaria de Integración y quien lideró el operativo, explicó en una rueda de prensa que las ayudas que lleguen al Camino las administrará la Cruz Roja par evitar los inconvenientes, pero también para no incentivar a que esta población decida quedarse más tiempo del necesario. No se recibirán alimentos para cocinar, sino que se les darán raciones listas o alimentos no perecederos. En cuanto a los menores de edad, se proyecta que el próximo año puedan entrar a estudiar a los colegios públicos de la capital, donde recibirán alimentación. Luego, la prioridad serán las madres gestantes y las personas de la tercera edad.

 De los 64 niños que vivían en el cambuche ninguno estaba estudiando. La idea es que puedan entrar a los colegios de la ciudad el próximo año independientemente de la situación jurídica de sus padres. Foto: Esteban Vega/SEMANA. Informe especial: Los hijos del éxodo Se espera que este campamento funcione hasta enero, pues el predio donde está ubicados será utilizado para la construcción de dos centros de protección de personas mayores y de exhabitantes de calle de Bogotá, cuya construcción está planeada para 2019.  Según Vélez, la diferencia más importante entre este campamento y el anterior es que este no es improvisado y no ocupa un espacio público que pertenece a todos los ciudadanos. Pero además, se mejorarán la salubridad, gracias a los baños y las duchas; la seguridad, porque solo quienes estén registrados podrán entrar y salir, pero además se contará con la presencia de la Policía y de los gestores de conviviencia del Distrito. En cuanto a las pertenencias, muchos lograron finalmente llevarlas, pero otros no, pues la idea es que lleven lo necesario para que en algún momento puedan salir de este lugar. Al menos así lo dijeron algunos agentes del Distrito.  Le recomendamos: Yatzalí: el embarazo en un cambuche del bosque Para evitar que más venezolanos lleguen a El Bosque, un grupo de policías vigilará el parque, al igual que el campamento El Camino. Todavía no está claro que con las nuevas condiciones esta población decida quedarse en el lugar. La atención a los migrantes venezolanos es todo un reto que requiere de la colaboración de las empresas privadas, el gobierno nacional y la comunidad internacional. Estas casi 500 personas son solo un reflejo de lo que pasa en la capital donde a diario llegan aproximadamente 350 venezolanos y donde residen cerca de 300.000.  Escucha"Venezolanos en Bogotá: la vida en un campamento temporal" en Spreaker.