Queda poco más de un año para que Enrique Peñalosa termine su alcaldía. Su plan de gobierno fue tan ambicioso que se propuso sacar adelante proyectos gigantescos y billonarios como la renovación del Bronx, la renovación del sistema de aseo, la recuperación del río Bogotá, la renovación de la flota de TransMilenio, la adjudicación de Troncal de TransMilenio por la Séptima y la construcción del metro elevado.Estos dos últimos en especial requieren el apoyo y financiación del gobierno Nacional, por eso Peñalosa necesita que el presidente Iván Duque esté de su lado para que en el tiempo que le queda pueda asegurar su legado. Más aún cuando sus dos obras insignia, la Séptima, que costaría 2,4 billones de pesos, y el metro elevado, por un valor de 22 billones, no pasan por su mejor momento.Puede leer: 11 cosas que debería saber del metro de BogotáHace unos días se conoció un memorando del Instituto de Desarrollo Urbano en el que se decía que la obra era inviable. Aunque la directora del instituto, Yaneth Mantilla, aclaró la situación y dijo que ya se subsanaron las observaciones, hasta que los bogotanos no vean los estudios de factibilidad no van a tener tranquilidad. Este es el primer argumento de los detractores de la obra, quienes recuerdan cada tanto que los estudios ya tienen un retraso de más de 8 meses.Hace poco también el concejal de Bogotá Hollman Morris denunció que los estudios de factibilidad del metro elevado no estaban listos, que solo estarían terminados hasta mayo de 2019 y que se necesitaban al menos 3.000 millones de pesos más para realizarlos. Esto generó controversia porque estos estudios son indispensables para saber si una obra es viable y puede ser aprobada. Según la Ley 1682 de 2013, “Para el desarrollo de proyectos de infraestructura de transporte, las entidades deberán abrir los procesos de selección si cuentan con estudios de ingeniería en Etapa de Factibilidad como mínimo”, dice la norma.La polémica se hizo más grande después de la confusión sobre la apertura de la licitación. La alcaldía celebraba que se iniciaba un proceso de preselección de las empresas que construirían el metro. Pero en realidad no se trataba del inicio del proceso licitatorio, sino de un paso previo a este. Por un error de comunicación, varios ciudadanos entendieron que se abriría la licitación sin que estuvieran listos los estudios de factibilidad.También ha habido desinformación. Para que el Concejo de Bogotá aprobara el endeudamiento de la capital se asumió que los estudios estaban listos, pero el gerente de la Empresa Metro de Bogotá, Andrés Escobar, después aclaró que no, que “se tenían los estudios necesarios para ese momento”. Pero no hay muchas claridad sobre en qué punto van los estudios. Estas dos obras serían por las que Peñalosa sería recordado. La Séptima, por tratarse de una vía emblemática y en cuanto al metro porque sería el inicio de la red ferrea que la ciudad necesita hace décadas. Aunque para el alcalde estos dos proyectos son un regalo para la ciudad, muchos bogotanos se oponen a ellas. Nada garantiza que si el alcalde no las deja adjudicadas, el mandatario que venga les dé continuidad. No sería la primera vez que un alcalde deje de lado los estudios y diseños de su antecesor para empezar de ceros un nuevo proyecto.El metro tiene el salvavidas de que el presidente Iván Duque dijo que se aseguraría de que los recursos a los que la Nación se comprometió para financiar la primera línea del metro de Bogotá lleguen al Distrito. Además, apoyaría las construcciones de otras líneas subterráneas, elevadas y a superficie, articuladas a un TransMilenio con más cobertura y mejor calidad. En cuanto a la troncal de TransMilenio Séptima, Duque se comprometió menos. Dijo que priorizaría la construcción de los 266 kilómetros de troncal que hacen falta en este sistema.Peñalosa, como ha sido evidente, ha contado con el apoyo del concejo de Bogotá, pero en el camino se han quedado amigos políticos en otras esferas que lo apoyaban. Entre ellos, Germán Vargas, quien dijo que “estaba preocupado con la alcaldía", Claudia López, quien afirmó que Peñalosa “lo estaba haciendo muy mal” y Pacho Santos quien le dijo a SEMANA que el alcalde iba a “amarrar a la ciudad por los próximos 30 años”. Eso, sumado a detractores fuertes como Gustavo Petro y Hollman Morris.Por eso una buena relación con Duque sería de gran ayuda para terminar su gobierno y para contar con el dinero que necesita para desarrollar sus proyectos. La buena noticia para Peñalosa es que la tradición ha demostrado que la relación entre el alcalde mayor y el presidente es institucional. Es decir, que se trata más de apoyo que de rivalidad. Ese fue el caso de Gustavo Petro, que a pesar de sus diferencias políticas con el expresidente Juan Manuel Santos trabajo con él e incluso recibió del Gobierno un cheque simbólico que respaldaba la construcción del metro subterráneo en su momento.Le recomendamos: ¿Por qué Duque iba a la fija al proponer seguridad para Bogotá?Esta no sería la primera vez que un alcalde necesite del apoyo del gobierno. Es casi la regla. Aunque Bogotá tiene un gran presupuesto, el gobierno Nacional asume el 70 por ciento de la financiación de las megaobras o de necesidades como el aumento del pie de fuerza, por ejemplo. En la primera reunión entre Peñalosa y Duque, el presidente se enfocó en una necesidad real que no dividiera al país: La seguridad. Está por verse qué dirá frente a esos temas que dividen en la capital y que Duque quiere evitar para no caer en la tan sonada polarización.