Sergio Barth no es capaz de alejarse del edificio Champlain Towers South. O de lo que queda de él. Cuando en la madrugada del jueves el mundo se enteró del colapso del inmueble en la ciudad de Surfside, en Florida, para Sergio –quien lo escuchó en una estación de radio colombiana– no era una noticia más: su hermano, su cuñada y su sobrina estaban ahí. Luis Fernando Barth,de 51 años; su esposa Catalina Gómez, de 44, y la hija de ambos, Valentina, de 14, habían llegado el 25 de mayo a la ciudad para vacunarse contra la covid y pasar vacaciones en familia.

El apartamento –en la lujosa zona del condado de Miami-Dade– se los prestó un amigo y la intención de Sergio, que vive en Miami, era pasar el jueves con su hermano mayor, con la madre de ambos y su hijo. El plan era juntar a los primos, que poco se ven, y desatrasarse después del tiempo perdido por el encierro. Nunca imaginó tan macabro escenario. “Tengo fe, confío en que los van a sacar con vida”, dijo Barth en diálogo con SEMANA desde el centro de acopio, a pocas cuadras del edificio colapsado y donde espera noticias junto con los familiares de otros 159 desaparecidos.

Luis Fernando Barth, su esposa Catalina Gómez y la hija de ambos, Valentina, habían llegado el 25 de mayo a la ciudad para vacunarse contra la covid-19 y pasar vacaciones en familia. Hoy están desaparecidos.

De acuerdo con la Cancillería de Colombia, son seis los colombianos que se encontraban en el edificio cuando colapsó. La familia de Sergio,en el cuarto piso, y los Velásquez, en el tercero: Ángela María, de 60 años; César, de 67, y Teresa, de 36. “Deben ser cosas de Dios que nosotros no podemos entender”, dice Sergio recordando la última conversación con su hermano el miércoles en la noche. “Mantengo la esperanza y de aquí no me voy hasta que los encuentren o cierren la investigación”.

Los rescatistas alcanzaron a sacar a 35 personas con vida de sus balcones y bajo los escombros, entre ellos a dos menores. | Foto: Copyright 2021 The Associated Press. All rights reserved.

La emergencia los sorprendió dormidos. A la 1:23 de la madrugada del jueves se dispararon las alarmas de incendio en el edificio de 12 pisos, y cuentan quienes salieron con vida, que se sintió como un temblor o un ataque terrorista. El ChamplainTowers South tenía 136 apartamentos y por lo menos 55 desaparecieron al colapsar la estructura en cuestión de segundos. Quienes vivían en la parte que se mantuvo en pie dicen que inicialmente una densa nube de polvo impidió ver la magnitud de la tragedia, que se fue develando con el amanecer. Otros no alcanzaron a salir y quedaron atrapados en sus apartamentos, con el temor de que las pocas paredes y columnas que se sostenían también cayeran.

Ese fue el caso de Barry Cohen, quien fue vicealcalde de Surfside y hace tres años vive en el edificio con su esposa. “Se escuchó un sonido muy fuerte y alcanzamos a sacar nuestras pertenencias más preciadas y tratar de huir”. Sin embargo, ya era imposible. Los escombros impidieron el paso por las escaleras, se inundó el sótano, y entre la noche y el caos había pánico. Regresaron a su apartamento, desde donde los bajaron los bomberos en una grúa de rescate.

En las primeras horas, los rescatistas alcanzaron a sacar a 35 personas con vida de sus balcones y debajo de los escombros a dos menores. Al cierre de esta edición, habían sacado también cuatro cuerpos sin vida, aunque se sabe que la cifra de víctimas mortales será mayor. En cuestión de minutos empezaron a llegar rescatistas al lugar de la tragedia y al amanecer ya eran más de 80 expertos acompañados de maquinaria, luces infrarrojas y perros entrenados que buscan vida.

Como en los escenarios tras terremotos o actos terroristas, los rescatistas guardaban silencio tratando de escuchar alguna señal. Se juegan la vida por devolver a salvo a las personas que pueden estar atrapadas, mientras que afuera los familiares de los desaparecidos oran y lloran. Con el paso de las horas llegaron apoyos de equipos de rescate de otras ciudades de Florida como Orlando y Tampa, que lucharon contra la lluvia y el mal tiempo para seguir escarbando.

Con la luz del día fue llegando más ayuda, mientras que los familiares de los desaparecidos empezaron a unirse en búsqueda de respuestas y los medios de comunicación se instalaron cerca de ellos para cubrir la noticia. El centro comunitario de Surfside se convirtió en el lugar donde se reparte la poca información que hay y donde –al mejor estilo de Miami– se mezclan culturas, religiones y nacionalidades. La zona donde está Champlain Towers está compuesta mayormente por judíos estadounidenses y latinoamericanos, por familias pudientes del sur del continente y por neoyorquinos retirados. De ahí que entre los desaparecidos se encuentren también venezolanos, argentinos, cubanos y uruguayos.

La tragedia toca además a dos familias políticas latinoamericanas, pues no hay rastro de la hermana de Silvana López Moreira, primera dama de Paraguay. Se trata de Sophia López y su esposo Luis Pettengill, quienes habían viajado de Asunción a vacunarse en Florida. Tampoco se sabe nada de Claudio BonnefoyBachelet, familiar de la expresidenta chilena y alta comisionada para la oficina de Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet. A la espera de noticias a las que se someten hoy los familiares de los desaparecidos, se suma otra espera que se cree será larga: la que conteste a la pregunta: ¿qué pasó? Ingenieros y arquitectos empiezan a atar cabos, aunque una explicación completa tardará meses o años.

El Champlain Towers South hace parte de un conjunto de edificios con el mismo nombre que fue construido en 1981. La ley en Florida indica que al cumplir 40 años el inmueble requiere de una nueva certificación, y el día anterior al colapso, funcionarios de la ciudad inspeccionaron el techo de la estructura y se esperaba que esta fuera sometida a una reparación. Entre las fallas que puede presentar un edificio como este están la corrosión, por su cercanía al mar, y el desconchado del concreto.

También se sabe que el edificio llevaba varias décadas hundiéndose a una velocidad de dos milímetros por año y no se descarta que la alta marea por el calentamiento global tenga algo que ver en esta desgracia. Otra posibilidad es que se haya hecho alguna remodelación en el edificio que lo habría dejado sin una base sólida o que una nueva construcción vecina haya debilitado su piso.

Sergio Barth no pierde la esperanza de volver a abrazar a su hermano, aunque la más reciente instrucción que recibió no es alentadora. “Nos pidieron muestras de ADN en caso de que tengan que identificar heridos o restos”. Y es que después de los rescatistas, los familiares y la prensa, llegaron los expertos forenses. Su tarea es identificar los cuerpos de las víctimas y su sola presencia deja una dura lección: que más allá de las diferencias culturales, religiosas y económicas de los familiares desesperados, la inmensidad de su dolor es idéntica.