Luego de un periodo de incertidumbre y especulaciones en el mundillo político bogotano, por fin se definió quién será la cabeza de lista del Partido Liberal para el Concejo de Bogotá. Este lunes 22 de julio el jefe único de esa colectividad, el expresidente César Gaviria, anunció que ese lugar será ocupado por Sara Castellanos, hija del pastor César Castellanos y de la senadora Claudia Rodríguez. La designación de Castellanos como cabeza de lista se convirtió rápidamente en la noticia política del momento e inundó las redes sociales con comentarios criticando la decisión del liberalismo. En primera medida, la gente ha salido a cobrarle, tanto a quien otorga el aval como a quien lo recibe, una evidente incoherencia ideológica. Por más explicaciones y argumentos que puedan exponerse, ni Gaviria ni Castellanos tendrán forma de ocultar que las distancias políticas entre los cristianos y el liberalismo son irreconciliables. El partido del trapo rojo siempre ha defendido a capa y espada los derechos de las minorías, la igualdad de género, el matrimonio igualitario, y la adopción por parte de parejas del mismo sexo. Los cristianos, por su parte, han enarbolado banderas diametralmente opuestas a las de los liberales. Es bien sabido que el ala política de los cristianos se la ha jugado por la defensa de la concepción tradicional de la familia, entre un hombre y una mujer, y se ha opuesto vehementemente a que las parejas homosexuales tengan el derecho de adoptar. Cabe recordar que en la pasada campaña a la presidencia, cuando Vivian Morales era una de las precandidatas liberales más opcionadas, César Gaviria condicionó su permanencia en el partidor presidencial a la firma de un documento de “principios liberales” con los que Morales debía comprometerse. Parte importante de esos principios que Viviane no quiso suscribir, y que llevaron a su salida definitiva del partido, estaban relacionados con los temas de los derechos de la comunidad LGBTI. Ese antecedente, además de las contradicciones políticas e ideológicas que saltan a la vista entre las dos corrientes de pensamiento, llevaron a que el liberalismo se convirtiera en el blanco de críticas de todos los sectores. En el transcurso de las últimas horas, varias voces de peso en la política han dejado saber que no entienden cómo Gaviria puede haberle otorgado la cabeza de lista al Concejo a una mujer que representa unas ideas tan lejanas a la tradición liberal. Puede leer: "No puedo acompañarla": Petro sobre la campaña de Claudia López Pero más allá del tema puramente ideológico, el caso de Sara Castellanos como nueva cabeza de lista del liberalismo al Concejo trascendió lo local y generó un terremoto en las alianzas nacionales. Según varias fuentes cercanas a los Castellanos, antes de que aterrizara en las toldas liberales, a Sara le habían ofrecido encabezar la lista de Cambio Radical. Cuando eso se daba por hecho, el jefe de esa colectividad decidió ofrecerle ya no el primero, sino el segundo renglón. Eso no le cayó bien a la familia Castellanos y ante el desagravio decidieron empacar maletas e irse con sus votos a golpear la puerta de César Gaviria. La senadora Claudia Rodríguez de Castellanos lo anticipó de alguna manera el 20 de julio, cuando llegó al recinto del Congreso con un vestido de color rojo encendido, igual al de la L liberal. El Gaviria expresidente, quien se ha destacado por saber mover la política regional, los recibió con los brazos abiertos. Apenas se concretó la cabeza de lista de Sara, publicó en las redes del Partido Liberal una foto con ella en la que la recomienda como candidata. A Germán Vargas la historia le molestó. Los Castellanos han sido clave en los ejercicios electorales recientes de Cambio Radical. Según dijeron varios congresistas de ese partido a SEMANA, lo sucedido podría llevar a Vargas a contemplar romper alianzas que tiene en otras regiones con Gaviria. En los últimos meses la relación entre el expresidente y el exvicepresidente estaba pasando por un buen momento, y se había concretado en apoyos estratégicos y compartidos, como el de Elsa Noguera a la Gobernación del Atlántico. Falta ver si se trata de un episodio que puedan superar Gaviria y Vargas, o si un aval para ser concejal de Bogotá puede convertirse en una tormenta política capaz de escalar al nivel nacional. Le puede interesar: "Tener posiciones de centro fue algo que no les gustó a muchos": Ángela Garzón