La guerra no paró con la firma del acuerdo de paz con las Farc en 2016. El proceso de rearme de los ilegales, tanto de los que no se sumaron a la negociación como de los que volvieron a la guerra al sentirse traicionados, ha agitado el negocio del tráfico de armas.

Los grupos subversivos están actualizando su arsenal, y poco se ven esos viejos y oxidados fusiles reciclados de tiempos de la Guerra Fría. Ahora tienen poderosas y costosas armas, que son pagadas con transacciones cuya moneda de cambio es la pasta de coca.

SEMANA obtuvo información de inteligencia que revela que el ELN, las disidencias de las Farc y el Clan del Golfo están en una carrera para renovar fusiles, pistolas y revólveres. En la guerra también hay que ser competitivos y la diferencia en el teatro de combate la da el tipo de armas con que se cuenta. 

Las cifras de decomisos de armas en lo que va corrido del año plantean el panorama: más de 1.300 escopetas, más de 2.000 revólveres; más de 1.500 pistolas y cerca de 170 poderosos fusiles de asalto. Casi 5.000 en total, pero ¿cómo llegan al país? Información de inteligencia da cuenta de un mapa que han venido construyendo los investigadores, en el que se han establecido las rutas por donde se está dando el tráfico de armas en Colombia. 

La presencia de trochas difícilmente custodiadas, sumadas a casos de agentes corruptos que se venden a cambio de permitir el ingreso y salida de mercancías ilegales, hacen que la lucha para combatir el tráfico de armas se vuelva eterna, incluso da la impresión de ser una lucha perdida.

La porosidad en las fronteras es evidente. En el norte del país las armas llegan por Panamá, luego de hacer un largo viaje desde los Estados Unidos. Otras ingresan por la frontera con Venezuela, allí hay al menos seis puntos identificados por donde los traficantes se valen de distintas estrategias para engañar o corromper a las autoridades.

Pero también hay huecos en las fronteras con Perú, Ecuador y Brasil. Para el caso de la frontera con Venezuela, las autoridades han identificado que el tráfico de armas se da en todos los niveles, incluso, aseguran las autoridades, han logrado decomisar armamento en territorio colombiano con marcas de la Guardia Nacional Bolivariana. “En el mercado negro se consiguen armas de todos los calibres. Llegan a nuestro país por negociaciones en el bajo mundo de la criminalidad, eso tiene que ver con el mismo narcotráfico, ellos cambian droga por armas”, indicó el director de la Dirección de Investigación Criminal Dijín, general Fernando Murillo.

El negocio y los pagosMediante la pasta de coca, la guerrilla del ELN, las disidencias de las Farc, el Clan del Golfo, los Caparros, los Pelusos y demás organizaciones delincuenciales hacen el trueque por armas, municiones, uniformes y equipos con tecnología de punta para estar a la vanguardia en la lucha por el control territorial y contra las autoridades. 

Cada organización tiene definidas estructuras que se encargan de adelantar las negociaciones con los traficantes de armas. Por ejemplo, para el caso del ELN, según información de inteligencia, es el frente de Guerra Occidental el que realiza las compras. Es el encargado de la renovación de las armas de esta guerrilla con equipos norteamericanos.

Con el Clan del Golfo, el bloque responsable de mantener a los hombres bien equipados es la estructura central de Urabá. En el caso de las disidencias que están con Iván Mordisco (enemigas de la Nueva Marquetalia de Iván Márquez), son las estructuras de Gentil Duarte las que tienen la misión de realizar las negociaciones. Situación distinta sucede con las disidencias de Iván Márquez, que por la complicidad del Gobierno de Nicolás Maduro en la zona de frontera con Venezuela pueden gestionar fusiles israelíes, como se ha visto en los últimos videos. 

En el sur del país, una de las zonas con mayor número de hectáreas cultivadas con mata de coca, hay pequeñas estructuras criminales que se encargan de mantener armadas a las disidencias, son los frentes los Contadores y Oliver Sinisterra.

A estos grupos se les conoce como los independientes, debido a que no trabajan de manera articulada con otras organizaciones.  Aunque es claro que el pago se hace a cambio de pasta de coca, los agentes de inteligencia señalan que calcular cómo pactan los traficantes de armamento con las organizaciones criminales es complicado, pero señalaron que, por lo general, tasan lo que cuesta un kilo de cocaína en el exterior y, con esa proyección, hacen el negocio.Modalidades

En las rutas que revela SEMANA (ver mapa), y que fueron ubicadas por la Dirección de Investigación Criminal Dijín, se puede observar cómo hay casos en los que las armas hacen recorridos superiores a 1.000 kilómetros sin ser detectadas.  ¿Por qué? Porque en algunas ocasiones ingresan camufladas a los puertos en contenedores, donde se mezclan con mercancía legal y agentes corruptos permiten su ingreso.

El siguiente paso consiste en transportar el armamento ilegal por vías terrestres, marítimas y fluviales. Allí se dan toda clase de fenómenos de corrupción, que permiten que fusiles, pistolas, revólveres y municiones lleguen a su destino final sin ser detectados por las autoridades. Otros más creativos y con armas más poderosas se las ingenian para ingresarlas de manera legal al país por aeropuertos internacionales.

Su modalidad consiste en enviar, por lo general, encomiendas con electrodomésticos desde Estados Unidos hacia Colombia. En su interior camuflan las piezas para que, al finalizar, el destinatario reciba el paquete, ensamble el arma y la entregue a su comprador. Las autoridades tienen puesto el ojo en esta modalidad, y los operativos se están realizando de manera conjunta entre la Policía Fiscal Aduanera (Polfa), la Dian y la Agencia de Aduanas de Estados Unidos, ICE.

¿Por qué Estados unidos?

Las pesquisas de las autoridades han permitido determinar que las estructuras criminales se volcaron a comprar armamento norteamericano. Una de estas razones es la facilidad para personalizar las armas.

Ante la fácil transacción de kilos de droga por arsenal, no hay límites en dinero para adquirirlas con características especiales, al mejor estilo del narco colombiano.  Se ha detectado que los fusiles que llegan cada vez son más sofisticados, tienen miras telescópicas, visión nocturna, silenciadores, mástiles y hasta controles de temperatura.  En el mundo de la criminalidad, la jerarquía está directamente relacionada con el arma que se empuña. Quien tiene un mayor rango cuenta con el arma más ‘engallada’.

Un negocio billonario

Debido a la producción sostenida de cocaína, las estructuras ilegales tienen cheques en blanco para la adquisición de armamento, lo que se evidencia en transacciones con contrabandistas de fusiles, los cuales pueden llegar a costar 150 millones de pesos cada uno.

Este tipo de operaciones son algo habitual en el oscuro mundo del tráfico de armas. De acuerdo con el análisis que le han hecho al ELN, esta estructura en la actualidad ha incorporado armamento estadounidense de calidad.

Los precios varían, una ametralladora como la 6M puede costar entre 80 y 90 millones de pesos. Fusiles como el M4, entre 20 y 25 millones. Y un arma de alto poder como los fusiles .50, que tienen la capacidad para detener tanques, pueden costar 150 millones.

La información coincide con un documento que entregó Naciones Unidas recientemente sobre el tráfico de armas y que señala que este negocio ilegal contribuye decisivamente en la violencia, especialmente en los índices de homicidios, cumple con frecuencia un papel fundamental en la delincuencia organizada y amplifica la incidencia de los conflictos armados y el terrorismo.

Por ejemplo, para el caso de Colombia, de los 11.880 homicidios cometidos en 2019, 8.626 fueron con arma de fuego, de estos, 6.028 se dieron en vía pública, lo que ratifica el impacto directo de las armas en la violencia, como señala la ONU.

Actualmente, los investigadores tienen claro que las organizaciones criminales están lejos de querer abandonar sus actividades al margen de la ley y, por el contrario, se están fortaleciendo con armamento de última generación para tener mayor efectividad en sus enfrentamientos contra la fuerza pública y organizaciones ilegales rivales. Una fórmula vieja que ha mantenido al país en un círculo de violencia: mientras haya coca, hay guerra; en este caso, mientras haya coca hay cómo comprar armas. n