Las aguas han estado agitadas en el petrismo. La semana pasada causó malestar el guiño que le dio el presidente electo Gustavo Petro al senador Roy Barreras para que sea el nuevo presidente del Senado, lo que, según algunos miembros del Pacto Histórico, “no fue democrático ni concertado”.
Y el malestar aún no termina cuando ya sobreviene un nuevo pulso: la presidencia de la Cámara de Representantes.
Para esta dignidad la centroizquierda tiene a dos candidatos: la representante de Alianza Verde Katherine Miranda y el congresista del Pacto Histórico David Racero.
“Nos sumamos a la confianza puesta en Miranda, para que nos represente como candidata única a esta importante designación. Sabemos que su conocimiento y tenacidad le permitirán sobresalir en los retos que conlleven su liderazgo, de cara a la ciudadanía y nuestro partido”, indica un comunicado de los verdes.
Aunque hasta el momento la conversación sobre este asunto se ha llevado de manera amistosa, en sectores de la Alianza Verde no ha caído bien que el Pacto Histórico, que ya va a tener la presidencia del Senado, piense también en dirigir la Cámara de Representantes.
Además, argumentan que se debe enviar un mensaje de equidad de género al tener a una mujer en este importante cargo. Esta es una de las razones por las cuales ha tomado fuerza la postulación de Miranda.
Generalmente, en medio de los acuerdos políticos a los que llegan los partidos, se busca que haya pluralidad en las presidencias del Congreso, con el fin de que las bancadas mayoritarias puedan tener opción de ocupar en alguno de los próximos cuatro años esta dignidad. Pero esto es más una costumbre que una regla y, como lo aseguró Racero, “la Cámara no está supeditada al Senado”.
Pero hay un elemento adicional que le da ‘condimento’ a esta discusión en el petrismo: el Partido Liberal, que expresó su interés de pertenecer a la coalición de gobierno, pidió que este cargo, durante el primer año, sea para uno de sus congresistas.
“Como bancada mayoritaria en la Cámara, esperamos tener la presidencia de la corporación en este primer año”, le dijo a SEMANA el congresista Alejandro Carlos Chacón.
Si el petrismo se niega a esta petición y no apoya al candidato liberal, comprometerá el respaldo de una bancada clave, de 14 senadores y 32 representantes. Pero si acepta esta solicitud y se la juega por el aspirante de los rojos, generará malestar en la centroizquierda, pues Racero y Miranda son figuras claves para el nuevo gobierno.
Esta semana habrá reunión de compromisarios de cada uno de los partidos, quienes tendrán que llegar a acuerdos frente a este asunto.
Sin embargo, la mayor posibilidad de dirigir la Cámara en el primero año, por ahora, la tienen los liberales, no solo por ser bancada mayoritaria en esta corporación sino porque sería uno de los gestos del petrismo con este partido por su decisión de apoyar al nuevo presidente.
Para Petro es clave tener en su primer año de gobierno a cercanos suyos dirigiendo el Senado y la Cámara, especialmente porque durante los primeros 12 meses es cuando se tiene la llamada luna de miel con la opinión pública y es cuando debe aprovechar para tramitar sus reformas, aunque con la situación actual el ‘romance’ podría ser más corto. A partir del segundo año, la situación política se suele complicar y los ciudadanos empiezan a exigir respuestas con más ahínco.
Quien ostente la presidencia será la persona encargada de fijar el orden del día, determinar qué días se cita a sesiones y levantar la sesión en el momento que considere. Puede engavetar o acelerar proyectos, así como dar prioridad o embolatar debates de control político. Tener un presidente de Senado o Cámara en contra puede desbaratar los intereses legislativos de cualquier gobierno, por más mayorías que tenga.
Para los partidos, este tipo de dignidades son claves, pues le permiten mayor diálogo con el gobierno.