No han sido semanas fáciles para el presidente Iván Duque. Quienes están cerca a él en medio de la crisis más profunda que ha tenido que lidiar en apenas 15 meses de mandato cuentan que ha logrado mantener la serenidad de siempre, pero lo notan cada vez más pensativo. Ha llamado la atención que, en las últimas alocuciones, ha insistido de forma reiterada en un verbo: escuchar, escuchar, escuchar. Algunos dicen que efectivamente está escuchando más que antes, pero la oposicón le viene reclamando que ha tenido una reacción parsimoniosa, en cámara lenta versus la velocidad de los acontecimientos, y que lo que se necesita en últimas no es escuchar, sino actuar, actuar, actuar. Ejecutar.

El paro fue el último hecho que terminó por poner en aprietos su escasísimo margen de gobernabilidad, afectado desde antes por un Congreso con el que no hay una relación fluida y que ya logró tumbar a su ministro de Defensa. Por si fuera poco, la grabación del embajador Francisco Santos, en la que cuestiona a miembros del gabinete, la visible división del Centro Democrático en torno al rumbo del Gobierno y las pujas internas de los ministros, que ahora se ventilan en los medios de comunicación, cierran un panorama en el que se respira muy poco aire de optimismo. Hasta las cacerolas se han hecho sentir con fuerza a las afueras del conjunto residencial donde vive el Presidente con su familia, en el norte de Bogotá. ¿Cómo está reaccionando Duque a esta crisis social y política? En Palacio dicen que la protesta no derivó en la violencia que sufrió Chile, como se temía, pero son conscientes de que la fuerza de las manifestaciones pacíficas y los cacerolazos, que siguen y siguen como un símbolo del descontento, han sido pruebas más que suficientes para pensar en una apertura del Gobierno y en un cambio en la estrategia de ahora en adelante. “Han sido días muy duros, pero el presidente ha sido constante en decirnos que debemos seguir avanzando en las metas, que no podemos paralizar la gestión que se está haciendo y menos por las presiones de algunos líderes que lo que muestran es odio político. Por eso, tenemos tres líneas claras en lo que viene: diálogo, acción y el Plan de Desarrollo”, explica Diego Molano, director del Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre), a quien Duque le encomendó la coordinación de la llamada “conversación nacional” con todos los sectores sociales y políticos del país.

Abrir el Gobierno, no obstante, no será cuestión de días, ni se hará de forma inmediata. De ahí la hoja de ruta que trazó Duque hasta marzo del próximo año para fomentar el diálogo y traducir lo que de allí salga en dos tareas precisas: proyectos de ley concertados que serán llevados al Congreso o políticas públicas como tal que tendrán que ejecutar los ministros. Es una manera de desactivar la crisis que afronta.   Pero el hecho de que la “conversación nacional” se prolongue hasta marzo es vista como un riesgo por algunos líderes en el Congreso. La senadora Angélica Lozano, de la Alianza Verde, sostiene que con esa decisión Duque se “expone a que crezca el malestar con el paso de los días”. “Llevar todo hasta marzo es como una invitación implícita a que sigan las manifestaciones en las calles”, dice Lozano. “Siento que el Presidente no está reaccionando, no ha despabilado, y él debe saber que el mundo cambió y que esto no consiste en sentarse a manteles con unos gremios y unos políticos. Ellos no son la voz de las calles. Él debe demostrar que lo que está pasando le importa y debe precisar mejor cuál es su visión de las cosas”, señala Lozano. En la mañana de este lunes, sin embargo, Duque dio señales claras de que las acciones no llegarán de forma inmediata. En un nuevo encuentro con los alcaldes y gobernadores electos, que están en Bogotá en una capacitación para asumir sus cargos en enero, el presidente esbozó unas ideas que reflejan que una eventual apertura de su Gobierno se hará paso a paso. “Los gobiernos no pueden ni ser promeseros ni tienen varitas mágicas con las que se producen soluciones milagrosas e inmediatas. Gran parte del proceso de la administración pública es arbitrar las expectativas, la impaciencia con la capacidad de llevar a cabo una gestión que toma tiempo”, advirtió Duque. Para el senador Roy Barreras, artífice del debate que tumbó al ministro de Defensa, Guillermo Botero, al revelar la muerte de al menos ocho niños en un bombardeo en el Caquetá, ese ritmo al que avanza Duque no contribuye a desactivar la protesta social en las calles.  “Duque dio un primer paso en el sentido correcto, que fue anunciar un diálogo nacional, pero los siguientes pasos fueron en reversa – dice Barreras, del partido de la U-. Anunció un cronograma y una agenda que es idéntica a la de su propia propuesta de gobierno rígida, sin ni siquiera preguntar cuáles son los puntos que los líderes del paro y los dirigentes de los movimientos estamos exigiendo”. Para Barreras, “el diálogo no puede ser una maniobra dilatoria y antes que conversación se necesita ejecución”. Pero Andrés Forero, un hombre cercano al Presidente y concejal de Bogotá por el Centro Democrático, responde que Duque "no está ante exigencias sencillas" que se puedan resolver con la expedición de simples decretos. "Él se va a tomar el tiempo con miras a definir soluciones inclusivas y estructurales, no va a buscar paños de agua tibia", dice Forero.

Aunque la agenda que definió Duque para la "conversación nacional" se centrará en empleo, educación, medio ambiente, paz y lucha contra la corrupción, los alcaldes y gobernadores electos le han hecho saber en los últimos días que debe incluir a los jóvenes puntualmente, pues centenares de miles de ellos han liderado las manifestaciones pacíficas y demandan ser escuchados. En lo personal, la grave crisis ha llevado además al Presidente a reflexionar sobre su problema de conexión con los ciudadanos. De ahí su decisión de empezar a salir periódicamente en el programa ‘Conéctate con Duque’, en el Canal Institucional. Y, de alguna manera, quiere que en esa conexión lo impulsen los nuevos alcaldes y gobernadores que se posesionan en enero y llegan con una energía renovada a sus ciudades y departamentos. Por ahora, según fuentes consultadas en el Gobierno, el presidente no tiene contemplado promover una crisis ministerial inmediata, aunque es probable que haya un par de ajustes en el equipo antes de finalizar el año. En medio de los días más difíciles, Duque tampoco ha contado con la defensa férra de su mentor, el expresidente y senador Álvaro Uribe. Su principal herramienta de comunicación, su cuenta de Twitter, fue suspendida por mal uso y es incierto lo que puede estar pensando Uribe del duro momento por el que atravesa el Gobierno. La última defensa fuerte que Uribe hizo de Duque fue el 17 de noviembre, cuando publicó 60 trinos con los avances alcanzados hasta ahora. Llamó la atención que todos los mensajes iniciaron con un “falta mucho”. En las últimas horas, ha guardado silencio sobre el Presidente. En su cuenta en Facebook, donde ahora hace comentarios, se ha dedicado a pedir protestas sin violencia ni bloqueos.

Pero si por la Casa de Nariño llueve, por los lados del Centro Democrático, el partido de gobierno, no escampa. Allí también se vive una tormenta. En el otrora partido disciplinado ahora hay vertientes y no existe unidad frente a la gestión del Presidente. Algunos ya ventilan críticas públicamente. La senadora María Fernanda Cabal, una de las voces más controversiales del movimiento, lo dice sin rodeos: “Aquí nos ha hecho falta que el Gobierno se conecte con la base del uribismo, que nos sintamos representados”. Por todos los frentes, Duque vive sus semanas más difíciles. "Ha mantenido la serenidad, su disciplina y el rigor. Sin duda, han sido días muy difíciles para todo el equipo. Dicen que está aislado, pero Duque siempre ha escuchado a todos los sectores y los talleres Construyendo País son el mejor ejemplo de ello", cuenta una persona cercana al Presidente. Mientas tanto, en las calles siguen las manifestaciones y las cacerolas no paran de sonar. Duque se alista para cerrar el 2019 en medio de una crisis social con pocos antecedentes, y que lo está poniendo verdaderamente a prueba.