Tras una penosa agonía que comenzó el jueves de la semana pasada y un largo periplo por instituciones médicas de Cartagena y Bogotá, Johana Martínez* logró que este miércoles se le suspendiera su embarazo de casi ocho meses.El sueño de ser madre por primera vez terminó en la peor de las tragedias. Su bebé tenía serias malformaciones congénitas y microcefalia, esta última a causa del virus del zika. De acuerdo con la historia médica, Johana, de 25 años, llegó en agosto del año pasado al antiguo hospital de Bocagrande al servicio de urgencias por un fuerte cuadro gripal. Tras la consulta con un médico general y posteriormente con un ginecólogo, por estar en sus primeras semanas de embarazo, se determinó que todos los síntomas, incluido el salpullido de color rojo en su cuerpo, eran de un dengue.Hoy serían varios los médicos y especialistas que habrían determinado que, en verdad, se trataba del zika y que el bebé podría estar expuesto a desarrollar una microcefalia, pero para esa época no había mucha información al respecto de este virus que hoy tiene en vilo a las autoridades sanitarias de Colombia y de todo el continente.En los controles prenatales y ecografías posteriores no se encontró ninguna alteración en el bebé y todo indicaba que se trataba de un embarazo normal. Sin embargo, el 28 de enero pasado los especialistas determinaron que el bebé tenía malformaciones congénitas, además de una microcefalia. Tras mirar la historia clínica, la causa se relaciona con una infección de zika durante el primer trimestre de gestación.Tras asumir la noticia y meditarlo, Johana decidió solicitar la interrupción de su embarazo por estar dentro de las tres causales permitidas por la ley. Y ahí comenzó un nuevo drama. En una nueva valoración, un perinatólogo certificó que el bebé sí tenía esos problemas, pero su condición era compatible con la vida, en parte por tratarse de un bebé de más de 32 semanas. Esto hizo que ningún médico decidiera hacer el procedimiento que consiste, primero en un feticidio y, posteriormente, el aborto. Todos declararon objeción de conciencia.Johana insistió en su decisión de abortar y para garantizar ese derecho, la EPS, en coordinación con el Ministerio de Salud, decidió que las mejores condiciones estaban en Bogotá. Así, en la mañana de este miércoles, en una clínica privada del norte, se realizó el procedimiento. Este caso y el drama que representa ponen sobre la mesa de hasta dónde el aborto debe ser considerado una medida terapéutica para las mujeres embarazadas cuyos bebés hayan quedado expuestos al zika. Alejandro Gaviria, ministro de Salud y quien acaba de llegar de Montevideo del encuentro que sostuvieron los jefes de este ramo en la región para hablar del virus, dice que una de las conclusiones de ese panel es que todavía no conocemos la verdadera dimensión del problema. “No hay certeza sobre qué tan comunes son las casos de microcefalia en mujeres embarazadas con zika e incluso la prevalencia podría ser menor a la que se ha dicho en los últimos días. Y frente a la opción de usar el aborto como una medida terapéutica general, precautelativa, no ha sido considerada en Colombia. No cabe dentro de las excepciones señaladas por la Corte”, dijo Gaviria a Semana.com.Para el ministro, quien ha sido defensor del aborto en cualquier circunstancia, esa sigue siendo una decisión que cada mujer debe tomar de acuerdo con un diagnóstico y un riesgo médico claros. “El aborto como medida preventiva general no aplica, ni creo que sea una recomendación plausible de salud pública. Es una decisión individual, no del Ministerio”, dijo Gaviria.Según cifras del Ministerio de Salud, al 30 de enero en Colombia se habían presentado 20.000 casos de zika en hombres y mujeres. De ese total, 2.116 eran mujeres.*Nombre cambiado para proteger a la paciente