Desde que comenzó el Gobierno de Iván Duque, los acercamientos con la guerrilla del ELN han sido prácticamente nulos. Por un lado, el saliente presidente insiste en que no se puede dialogar mientras la guerrilla no muestre verdadera voluntad de paz, y ese grupo armado ha hecho saber que mientras no haya reformas a lo que, a su juicio, está mal en el país, no van a negociar.
Ahora, con la llegada de Gustavo Petro al poder, ambos bandos parecen estar hablando el mismo idioma, ¿qué posibilidad real de diálogo existe?
El llamado Comando Central (Coce) de la guerrilla comenzó haciendo un primer guiño asegurando que mantiene su sistema de lucha, pero que quiere retomar la mesa de negociación iniciada en 2017 y que, hasta el final del Gobierno de Juan Manuel Santos, no dio resultado. En enero de 2019, el ELN atentó contra la Escuela General Santander y asesinó 21 policías, lo que acabó con toda posibilidad de diálogo.
“Si el presidente elegido se posesiona el 7 de agosto para hacer los cambios que nos encaminen a superar el clientelismo y sacar la violencia de la política, avanzar en planes de inclusión social que contemplen empleo y emprendimientos para las mayorías, un plan de Reforma Agraria, un nuevo modelo de lucha contra las drogas y le da continuidad al Proceso de paz, Colombia tendrá un Gobierno respaldado por el movimiento popular, pero si se instala para hacer más de lo mismo, tendrá al pueblo en las calles”, dijo el Coce en un comunicado a manera de amenaza.
A su turno, durante la campaña y en su discurso de victoria, Petro aseguró que quiere dialogar con esa guerrilla para superar la violencia en varios territorios del país, y que espera que esta negociación sea rápida, es decir, que en menos de seis meses el ELN se esté desmovilizando.
Pese a que el proceso de paz que inició Santos en su gobierno tenía una agenda concreta de seis puntos (Participación de la sociedad en la construcción de la paz, Democracia para la paz, Transformaciones para la paz, Víctimas, Fin del conflicto armado e Implementación), fue muy poco lo que se logró avanzar precisamente porque los tiempos de la guerrilla son distintos a los que se manejan en el país. Sin embargo, para una nueva negociación, este sería un buen punto de partida. Con un ingrediente extra: esta sería la última oportunidad para que el ELN negocie con un Gobierno abierto al diálogo.
El nuevo gobierno no puede pensar que el proceso de paz con el ELN es igual al que se hizo con las Farc, pues la estructura de ambas guerrillas es distinta. Mientras la primera tenía un esquema de pirámide, que se supone se circunscribía a las órdenes de un comandante y se distribuían a los demás miembros; el ELN más parece una estructura de tipo federativo.
La estructura del ELN, entonces, está compuesta por unidades que hacen presencia en los territorios y que en teoría las maneja un Comando Central, pero que en realidad se manejan solas en busca, muchas veces, de intereses particulares. Por eso, en la historia de los procesos de paz colombianos ha sido muy difícil dialogar con esa guerrilla.
De hecho, el exjefe de la delegación del Gobierno, Juan Camilo Restrepo, aseguró que el éxito de este proceso depende en gran medida del negociador que nombre Gustavo Petro. Voces muy cercanas al presidente electo aseguran que el nombre de Henry Acosta suena como comisionado de paz.
Sin embargo, en entrevista con SEMANA aseguró que no le han ofrecido nada, pero si lo requieren como facilitador está dispuesto. El senador Iván Cepeda también sería otro hombre clave en una posible negociación y confirmó que la política integral de paz del Gobierno Petro, incluye un sometimiento a la justicia para el Clan de Golfo y una posibilidad de volver al tránsito a la legalidad para las disidencias de Farc.
Por otro lado, Restrepo recordó que el ELN, en caso de un proceso, está obligado a respetar el derecho internacional humanitario. “Todo secuestro, atentado, labor explosiva que dañe la infraestructura les está prohibido y el Gobierno debe dejarlo claro antes de sentarse. No se le puede entregar todo y a cualquier costo”, dijo.
Otro problema al que se enfrenta un eventual proceso de paz con esta guerrilla es que las relaciones con Ecuador y Cuba, quienes fueron los garantes, no quedaron en los mejores términos justamente por problemas generados por el proceso de paz. Por lo que es necesario que el nuevo gobierno recomponga relaciones y busque un país que pueda alojar unos diálogos que no se sabe si se adelantarán en medio del fuego cruzado.
El nombramiento de Álvaro Leyva en el Ministerio de Relaciones Exteriores podría ser útil para esa tarea de la paz. El exministro participó en los diálogos con las Farc y en todos los gobiernos, desde el de César Gaviria, los mandatarios de turno lo consultaron para buscar salidas negociadas al conflicto.