El pasado mes de julio, tras una exhaustiva investigación, la Fiscalía General de la Nación expidió orden de captura contra Helman Berrío Ramírez, por el delito de pornografía con menores de edad. Sin embargo, a la fecha no ha sido posible dar con su paradero.
Este hombre, que se desempeñaba hace algunos años como profesor de educación física en un colegio público de Bogotá, fue acusado por unas exalumnas que, tras diez años de los presuntos abusos, decidieron denunciar.
Al parecer, Berrío, utilizando como fachada una escuela de danza en el sur de Bogotá, engañó a por lo menos nueve menores de edad entre 2003 y el 2006 para cometer todo tipo de vejámenes en su contra, con ayuda de su esposa, según explicaron las denunciantes, que actualmente ya son mayores de edad.
En conversación con el diario El Tiempo, algunas de las víctimas recuerdan cómo este hombre en la fundación de danzas que lideraba, y haciendo referencia a sus conocimientos en yoga, accedió a ellas para abusarlas.
Según este diálogo, el hombre, asegurando que todos los cuerpos humanos tienen unos tantras, las convencía de realizar ciertos actos, señalando que era la manera de activarlos. Sin embargo, ya en su edad adulta, las jóvenes dejaron atrás el miedo y decidieron hacer pública su historia para que se haga justicia contra este profesor que se aprovechó de su inocencia.
“Él nos hacía muchas cosas malas, nos grababa y después guardaba ese material en discos duros. También nos mostraba videos de mujeres y de maltrato a animales, asquerosos, y nos hacía llevar hielos, flores y otras cosas. Decía que tenían que tener contacto con todos los seres vivientes”, indicó una de ellas al medio.
“Éramos cuatro niñas a quienes ese profesor hacía entrar a esa habitación, nos hacía hacer cosas y él y su esposa nos grababan. Luego, él logró su cometido, me violó. Recuerdo mucho dolor de estómago, que había días en que me sentía muy mal, y que ese señor me decía que era normal, que tenía que expulsar todo lo que tenía adentro. Ahora sé que todo eso fue producto de sus actos en mi cuerpo”, explicó.
Del mismo modo, el profesor aprovechaba las salidas fuera de la ciudad con el grupo de danzas para abusar de las jóvenes. “Él y la esposa nos tocaban sin recato y nos hacían ver cómo ellos tenían relaciones sexuales con otras compañeras. En otras ocasiones me llevaron al salón de danzas de otro colegio; allá, la esposa del profesor y otro desconocido abusaron de mí”, señaló una de las víctimas a El Tiempo.
“Todo esto ocurrió durante tres años. Él se aprovechó de su poder como profesor. Sé que lo mismo les pasó a muchas más mujeres”. Los abusos también eran producto de la manipulación que ejercía sobre las jóvenes a quienes seducía con regalos, nombramientos en el grupo o invitaciones. Las víctimas, además de hacerle caso, en medio de su ingenuidad, también captaban a otras niñas, quienes eran grabadas en medio de los abusos. Berrío guardaba este material pornográfico en un disco duro negro y en diferentes USB, explican las jóvenes.
“Me empezó a citar a clases individuales en un cuarto oscuro que él tenía en el segundo piso. Empezamos a danzar y poco a poco me pedía que me pusiera una falda de tela sin ropa interior argumentando que eso reflejaba seguridad en mí”, narró una de las jóvenes abusadas, señalando que otro día la citó con otra estudiante y le pidió que se desnudara en frente de ella y que le diera besos. “Recuerdo que eso fue muy chocante. Pero lo asimilé como algo normal y lo seguí haciendo, pero las cosas seguían escalando, me pedía más y más cosas, como ingresar al grupo de los cuatro elementos: agua, fuego, tierra y aire. Éramos cuatro niñas a quienes hacía entrar a esa habitación, nos hacía hacer cosas y él y su esposa nos grababan”, indicó una de las víctimas, quien ha tenido que recurrir a ayuda psicológica para superar el trauma que le dejaron los continuos abusos, explica El Tiempo.
Por ahora, se hace pública la imagen del presunto abusador para que pronto se dé con su paradero y se haga efectiva su captura.