Pocos días después de iniciar su mandato, en agosto de 2022, el presidente Gustavo Petro decidió reabrir al público las calles y plazas que circundan la Casa de Nariño, las cuales estuvieron cerradas más de 20 años por motivos de seguridad.

Así mismo, volvieron las visitas guiadas a la sede de gobierno, las cuales se pueden agendar en la página web de la presidencia y tienen una duración de aproximadamente 45 minutos.

No obstante, un profesor denunció a través de su cuenta de X que intentó visitar la Casa de Nariño, pero que el paso no está permitido. “Presidente, muy triste haber ido con 23 alumnos míos a la Plaza de Bolívar, los muchachos quisieron ver la Casa de Nariño de cerca y lamentablemente 3 cuadras a la redonda está bloqueado el paso. ¿Qué pasó con la casa del pueblo?”, dice la publicación

Algunos de los usuarios de la red social comentaron el mensaje diciendo que las puertas de la Casa de Nariño solo estuvieron abiertas por un tiempo y luego se volvieron a cerrar. No obstante, en la página de Presidencia hay un link para inscribirse a la visita guiada y al consultar para, por ejemplo, cuatro personas, dice que hay varios espacios disponibles para esta semana y la entrante.

Más allá de esta situación, lo cierto es que el presidente Petro ha hecho manifestaciones contradictorias frente a la sede de gobierno de Colombia. Inicialmente, cuando abrió sus puertas y las de las plazas que la rodean, aseguró que “el espacio público siempre es un espacio democrático y aumenta la calidad de vida”, al tiempo que compartía fotos de personas que iban a turistear al lugar. Luego, en Navidad, invitó a habitantes de calle a pasar la fiesta junto a él en la Casa de Nariño.

Sin embargo, recientemente confesó, sin tapujos, su deseo de “tumbar” la Casa de Nariño, al argumentar que tiene una arquitectura que trata de reproducir la aristocracia francesa, alejada de la realidad colombiana.

Sumado a ello, el mandatario aseguró que debería ser una estructura más democrática y popular, con jardines abiertos al público.

“Este palacio quiere aparentar que la oligarquía colombiana es aristocrática y por eso se hace con este estilo. Se hizo hace apenas 50 años. Es una mala idea arquitectónica, porque trata de reproducir la aristocracia francesa a finales del siglo XX en Colombia, que es una república democrática”, sostuvo Petro.

Y añadió: “Por mí, lo tumbaba —ya verán cómo salen los titulares— y hacíamos una cosa que sea democrática y popular, con los patios abiertos y donde la gente fluya y donde pueda ver a los funcionarios sin que se oculten en estas penumbras frías, haciendo quién sabe qué”.

En varias declaraciones, el presidente Petro ha señalado que la sede presidencial tiene los muros fríos, por lo que no le gustaría quedarse mucho tiempo en él.

Sumado a ello, en noviembre del año pasado el jefe de Estado insinuó que la Casa de Nariño tendría brujería, sin decirlo de manera directa, pero señalando de frente que algo raro le echan a ese palacio que envejece a los que trabajan allí.

Una de las plazas que rodean la Casa de Nariño. | Foto: si

Curiosidades de la Casa de Nariño

Desde 1908, en las postrimerías del gobierno del general Rafael Reyes, la Casa de Nariño se convirtió en la sede presidencial de Colombia, la cual estaba ubicada anteriormente en el Palacio de San Carlos.

En 1972, bajo la administración de Misael Pastrana Borrero, se amplió la construcción, dejando el cuerpo frontal sobre la carrera 7a, que conserva su anterior fisonomía, y donde está el Salón Amarillo. La obra fue adelantada en casi su totalidad durante el gobierno de Alfonso López Michelsen y terminada bajo el mandato de Julio César Turbay Ayala.

A un lado de la Casa de Nariño, sobre la carrera octava, está la torre del Observatorio Astronómico, construido por el sabio José Celestino Mutis entre mayo de 1802 y agosto de 1803. Al frente, presidiendo el conjunto, la estatua de bronce de Antonio Nariño, que vino desde la Plazuela de San Victorino, donde se erigió en 1910.

En el primer piso de la edificación se encuentra el Salón de los Baúles, el cual sirve como sala de espera. Así mismo, está el salón Luis XV, en donde se sitúan dos pinturas de retratos de los expresidentes Carlos Holguín y el general Rafael Reyes.

En el segundo nivel está el Salón Amarillo. Amoblado con muebles estilo Luis XV. En este lugar, los diplomáticos extranjeros le presentan sus credenciales al presidente.