La propuesta es del senador liberal Luis Fernando Velasco, un dirigente político que tiene autoridad para hablar porque es del Cauca, un departamento con unas tierras de alta calidad, pero controladas en ciertos sectores por grupos armados que se disputan la producción, distribución y comercialización de coca, generando altos índices de violencia entre masacres, amenazas, extorsiones y desplazamientos.
Por esto, el dirigente le contó a SEMANA que una de las formas de reducir los ataques en esta región del país es que el Gobierno compre solo la hoja de coca a los campesinos cultivadores y frene la producción de base de coca y cocaína, que tiene en disputa a los violentos.
La idea es quemarla o usarla en te, medicinas ancestrales o darle otra alternativa diferente a la ilícita. “Es más barato comprarla para destruirla que combatirla”, dijo
Al tiempo –según Velasco–, el Gobierno adelantaría un programa de sustitución de cultivos ilícitos que le permita al cultivador tener otra opción para generar ingresos económicos y no retornar a las plantaciones ilegales.
“Por erradicar una tonelada de coca, el Estado gasta muchísimo más que el dinero que reciben los campesinos por ese cultivo. En algún momento, una manera de enfrentar ese problema es comprarles la cosecha de hoja de coca a los labriegos”, aclaró el senador.
Velasco se remitió al Informe Bipartidista del Congreso norteamericano que apuntó a que, pese a todos los esfuerzos de Colombia en su lucha contra el narcotráfico, los resultados no son los más efectivos.
“No queda lógico que insistamos en lo que no funciona y no entendamos que allá hay un tema central: cómo le damos alternativas a la gente para que dejen de cultivar plantas ilícitas”, indicó el congresista.
La propuesta, que no busca que el Estado compre eternamente las hojas de coca y al contrario se acompañe con sustitución, es polémica y generará ruido.
De eso es consciente Velasco, pero también dijo: “Debemos arrancar de alguna manera porque lo otro es seguir haciendo lo mismo. Y del prohibicionismo surge un negocio fabuloso defendido por las mafias. Eso debe pararse”.
Pero en Cauca hay otro problema serio: las plantaciones de marihuana. En las montañas del norte del departamento, especialmente en Corinto, Toribío, Caloto, Miranda y Santander de Quilichao hay una lucha muy fuerte por su monopolio. “Hay grupos que no solo quieren controlar el cultivo, sino el precio, comercio, las rutas y el microtráfico”, destacó el senador.
Por esto, planteó la necesidad de quitarles al monopolio a las mafias y lo tome exclusivamente el Estado. Es decir, el Gobierno tendría que decidir dónde se siembra, quién, de qué forma, y entregue licencias para su comercialización. “La idea es quitarles las rentas (a los grupos armados) y así disminuirá significativamente la violencia en el Cauca”. Es decir, también darle un uso ancestral y medicinal.
“Cuando uno escucha que el día que se eligió a Biden, 14 estados norteamericanos legalizaron el uso recreativo de la marihuana; cuando se oye que la Cámara de Representantes de EE. UU. votó una despenalización de la marihuana recreativa, y cuando se conoce que las Naciones Unidas, a solicitud de la OMS ha retirado la marihuana de la lista de drogas peligrosas y la pasó a planta medicinal, uno se pregunta ¿por qué se siguen matando en Colombia’”, explicó Velasco.
Por último, insistió en la necesidad de apoyar a los campesinos y que el Gobierno enfrente de tajo la pobreza que se vive en esta importante región del país.