Hace cinco años Rodri-go Restrepo, un hacendado antioqueño, le encomendó una difícil misión a su hijo Andrés Restrepo: fundar un pueblo. Pero no uno cualquiera sino uno que rescatara la tradición cultural y arquitectónica de la colonización paisa. Tendría iglesia, cementerio, una estación para tren y fondas para los amigos y los buenos trovadores. Para aquellos paisas a quienes les gusta hacer coplas e inventar décimas al estilo de los juglares. Andrés lo miró asombrado, preguntándose si habría perdido la razón o se le habían despertado sus sueños atávicos de colonizador. ¿Con qué dinero y dónde construir el pueblo? Aquella quijotesca misión comenzó con un préstamo bancario. La segunda tarea fue encontrar un sitio apropiado para asentar la primera piedra. Después de recorrer montañas y valles Restrepo encontró el lugar en un predio aledaño al municipio de Jericó, bañado por las caudalosas aguas del río Cauca, que serpentea por el suroccidente de Antioquia, a cuatro horas por tierra de Medellín.La siguiente tarea fue buscar material histórico de la época de la colonización. Lograron conseguir más de 2.000 fotos de construcciones cuyo estilo corresponde a un período entre 1880 y 1930, mezcla de arquitectura colonial y uso de elementos de la región, como la macana, la guadua y la teja de ladrillo. Con base en esta investigación definieron los lineamientos de lo que sería el urbanismo y la arquitectura que tendrían las 154 casas del pueblo. Así fue como diseñaron la iglesia de La Milagrosa de Cauca Viejo, la fonda La Mielera, que incluye el trapiche; la fonda minera, con un molino activo de pisones y de arrastre; el parque central y cuatro lagos para pescar. También decidieron que no habría farmacia sino botica y, por supuesto, tampoco hotel sino posada, y tendría un área para la escuela, el cementerio y las vías serían calles empedradas con acequias de agua pura a cada lado. Hoy por hoy 80 compradores terminaron por contagiarse de la idea de fundar el pueblo y cada uno de ellos hizo su aporte económico para comenzar a darle cara y vida a este proyecto. En estos momentos la iglesia, una imitación de la catedral de Salamina, Caldas, ha sido terminada y está dedicada a la Madre de los Dolores de Cauca Viejo. La casa de los Restrepo, ubicada en el ángulo izquierdo del cuadrante de la plazoleta, es la primera construcción de este tramo.Una réplica de la Estación Villa mirando al Cauca muestra otra de las facetas nostálgicas del pueblo, construida en memoria de los trenes que paraban trayendo las noticias de la Villa. La fonda La Mielera, al borde de la calle principal, se constituye en un oasis para el medio día por la brisa que le llega de la quebrada Cruces mientras se degustan los típicos fríjoles paisas y otros platos montañeros. Están la carpintería, la pesebrera, los lagos, la portada con un cartel que dice: “Quien no se sienta capaz, de saberse comportar, lejos tiene que emigrar, este pueblito es de paz”.Don Rodrigo Restrepo es un patriarca que respira paisa por todos los poros. Nació en Ciudad Bolívar, un municipio cafetero de 40.000 habitantes a 112 kilómetros de Medellín hacia el suroeste de Antioquia. Fue criado en una de las amplias casonas del centro del pueblo en una familia de hacendados. De la memoria de las fincas familiares le viene su apego por actividades tan tradicionales como la ganadería, el comercio y la producción de panela, a la que dedica su finca San Roque, de la que obtiene 20 toneladas semanales.El pueblo de Cauca Viejo ya tiene cara. Sus pobladores han comenzado a construir sus casas, los Restrepo esperan que en menos de un año esté completamente habitado y que las puertas de la iglesia, las fondas, la botica y la de los trapiches estén abiertas para que el sueño de don Rodrigo se haga realidad.