"El diablo está en los detalles", reza el adagio popular que sirve para describir lo que ocurrió en la Cámara de Representantes en la mañana de este miércoles. La sesión se tuvo que levantar dos veces tras una fuerte discusión jurídica y política que terminó por retrasar la votación de la reforma tributaria y por poner en peligro de vicio de procedimiento dos proyectos más, uno de ellos del paquete anticorrupción. La protagonista de la historia es la representante María José Pizarro (Decentes), segunda vicepresidenta de la Cámara, pero quien al inicio de la plenaria tenía funciones de presidente y, por tanto, presidía la sesión. A las 11:15 de la mañana decidió levantar la sesión argumentando falta de quórum decisorio —la mayoría de los integrantes. “La sesión estaba citada para las diez de la mañana y el presidente Cuenca abrió la sesión a las 10:05 a.m. A partir de ese momento pueden ir llegando los representantes a registrarse. Eran las 11:15 de la mañana y se iba a votar el proyecto más importante del Gobierno en esta legislatura (reforma tributaria), que afecta a millones de ciudadanos, pero no había quórum decisorio, no estaban los ministros ni los delegados del gobierno para iniciar el debate”, explicó la representante Pizarro. Después Pizarro añadió que fue una decisión conjunta que pretende enviar un mensaje al país: “La bancada de oposición tomó la decisión de levantar la sesión, enviándole ese mensaje al país, nosotros estamos aquí para legislar”. Esto causó tal revuelo en la Cámara que unos minutos después llegó Carlos Cuenca, presidente de la Cámara, y se retomó la discusión. Le dio la palabra a Buenaventura León (conservador), quien apeló la decisión de Pizarro de levantar la sesión resguardándose en el artículo 44 de la Ley Quinta, que contiene el reglamento del Congreso: “Las decisiones de los presidentes son apelables inmediatamente ante la respectiva Corporación Legislativa”.

Sobre este punto también hay otra discusión. Sí, efectivamente la apelación vale 10 minutos después de que Pizarro levantó la sesión, sin embargo, quienes defienden la apelación aseguran que Buenaventura intentó pedir la palabra para apelar, pero que no se la dieron, lo cual justificaría la demora. Cuenca, una vez al mando, sí aceptó la apelación, y reanudó la plenaria. “Nunca le informé a la mesa directiva, a ninguno, que levantaran la sesión”, dejó como constancia Cuenca. Después siguieron las intervenciones que justamente opinaban acerca de la decisión de Pizarro. Fue una “jugadita de la oposición", dijo Esteban Quintero Córdoba (Centro Democrático). En el mismo sentido se pronunció la representante uribista Jennifer Arias, quien aseguró que la actuación de Pizarro fue “ilegal” y pidió al Comité de Ética de la Cámara y a la Procuraduría investigarla por “haber hecho un acto ilegal, porque ella podría solicitar que se levante la sesión previa verificación del quórum”. El representante Edwin Ballesteros, también del Centro Democrático y presidente de la Comisión de Ética, le pidió a la secretaria “dar trámite inmediato” a dichas solicitudes. La oposición rodeó a Pizarro pero fuera de la plenaria. Realizaron una declaración conjunta para respaldar su decisión de levantar la plenaria y advertir que la sesión que se reanudó era “ilegal” y podría viciar no solo la reforma tributaria, sino los demás proyectos que se votaran.

Efectivamente, en la sesión que abrió Cuenca se votaron dos conciliaciones, la del proyecto de ley que busca eliminar la casa por cárcel para los servidores públicos que sean condenados por corrupción y la de interoperabilidad de la historia clínica electrónica. Antes de la votación el representante José Daniel López (Cambio Radical) pidió que se aplazaran las votaciones, justamente ante la duda de la legalidad de la sesión. Esta propuesta fue desoída. La discusión continuó, pero finalmente la plenaria se levantó para no correr el riesgo de viciar los proyectos. Así que Cuenca convocó a la plenaria para el jueves para anunciar los proyectos y así poder votar la reforma tributaria el viernes.

Esto retrasó el trámite de la reforma, que avanza mucho más rápido en Senado y aún cuando se apruebe el articulado allí tendrán que esperar la conciliación en Cámara este fin de semana. El Gobierno tuvo que extender las sesiones extraordinarias hasta el 23 de diciembre, y así dar suficiente tiempo para que el proyecto salga adelante. Este pulso político dentro de la Cámara dará mucho de qué hablar. El senador Gustavo Petro graduó a Pizarro de “héroe”, mientras que el uribismo la está atacando, asegurando que se trata de una marrulla para hacerle daño a la reforma tributaria, con la que no está de acuerdo la oposición. El episodio, sin duda, aumentó la polarización en el Capitolio. En varias declaraciones que dio esta mañana, Pizarro se defendió y aseguró que ella actuó en el marco de la ley. “Había que tener un mínimo de respeto por la ciudadanía y los congresistas que llegaron a tiempo y decidí levantar la sesión”. Además se defendió de las críticas que ha recibido. "No me siento una heroína. Petro no me dio órdenes, no le puse trampas a nadie", dijo. Sobre el video en el que la congresista aparece hablando con Roy Barreras, Pizarro aseguró que se acercó a él para preguntarle si había cometido algún error o si se había extralimitado en sus funciones. “Si no sigo instrucciones de Gustavo Petro, mucho menos de Roy Barreras", agregó.