Indignada, triste y desilusionada de la justicia colombiana está Mónica Prieto, madre de María Camila Velandia, la joven estudiante del English School que perdió la vida durante una salida pedagógica al Amazonas en 2014, cuando chocaron en el río dos embarcaciones en la madrugada del 2 de octubre.

“Entregué a mi hija viva y me la devolvieron muerta”, repite una y otra vez Mónica, quien no entiende por qué el juez penal del circuito de Leticia decidió absolver a la profesora y coordinadora, Martha Elena Quintero, quien estaba a cargo del grupo estudiantil.

“Como familia estamos conmocionados; pues no entendemos por qué el colegio no fue declarado responsable, si claramente nuestra hija estaba en una actividad de carácter pedagógico”, sostiene.

Según Mónica, fue el colegio el que organizó, como lo hacía cada año, la salida pedagógica.

“El colegio es quien nos pide a nuestra hija, nosotros no se la entregamos a ningún lanchero, a ningún guía. Ellos eran unos perfectos desconocidos para nosotros. Entregamos a nuestra hija porque ese era el colegio donde ella había estudiado 14 años y, con esa confianza, viajaba María Camila.” dice.

Recuerda Prieto que en la muerte de su hija se cometieron múltiples errores que se habían podido evitar, como por ejemplo: los muchachos salieron a una hora no permitida, en la absoluta oscuridad, con exceso de peso, sin permiso de zarpe y a una alta velocidad. Una terrible cadena de circunstancias que produjo en últimas el choque contra otra la embarcación.

“El colegio era el segundo hogar de nuestra hija, ellos promovieron la salida pedagógica, ellos fueron quienes escogieron la empresa operadora del viaje, eran los que coordinaban todas las actividades y, por sus decisiones mal tomadas, terminan con la vida de nuestra hija”, asegura la medre de María Camila Velandia.

A su vez, Mónica no entiende por qué el juez sí encontró responsabilidad en el contratista de las lanchas, en dos guías y en un lanchero, y no en la profesora Quintero, que era la representante del colegio y los padres.

“Ella había podido evitar el zarpe, porque era claramente quien tenía la potestad en el terreno, pero el juez piensa diferente y argumenta que ella podía pasar esa potestad a otras personas y eso la libera de la responsabilidad”, sostiene Prieto.

Agregó, además, que si desde un principio les hubieran advertido que la responsabilidad de la salida pedagógica la tenían otras personas y no el colegio, pues ellos no hubieran permitido que su hija viajara, y que seguramente muchos padres hubieran hecho lo mismo.

Los abogados de la familia anunciaron que apelarán la decisión del juez de Leticia; pues consideran que la absolución de la profesora representa un mal precedente.

“Buscamos que la muerte de María Camila siente un precedente y que, de alguna manera, se refleje a futuro en protección para los estudiantes, y esa protección debe empezar, sin ninguna duda, por los colegios; pues ellos son los responsables del cuidado y educación de nuestros hijos”, afirma Mónica Prieto.

Sumado a esto, el próximo 19 de octubre se conocerá la condena contra quienes el juez considera los directos responsables de muerte de la joven estudiante del English School: el contratista de las lanchas, Segundo Solarte; el guía de Blue Fields, Mateo Franco, y el lanchero Éver Sinaragua.

Las irregularidades

Tras el accidente, se conocieron las presuntas irregularidades que se habrían cometido y que originaron el accidente que causó la muerte de la estudiante, mientras que otros 10 alumnos registraron lesiones.

Según los testimonios recopilados, la primera de ellas fue la hora de salida desde Puerto Nariño a la jornada pedagógica, ya que esta inició a las 3:00 a. m. y el peligro era inminente debido a la oscuridad.

En su momento, se conoció que era una hora inadecuada, debido a que había una prohibición expresa de navegar antes de las 5:00 a. m., tal como confirmó Álvaro Buelvas, teniente de navío de la zona.

En el primer bote iban 28 personas, 22 de ellos estudiantes. Eran cerca de dos horas de recorrido hasta la reserva natural peruana de Marasha, pero en un punto cercano a la Isla de Los Micos, al costado peruano del río, sucedió la tragedia.

Tras el impacto, 10 de los estudiantes que sufrieron lesiones fueron trasladados con apoyo de la Defensa Civil al hospital San Rafael de Leticia, donde les atendieron por fracturas y traumatismos en cara, clavícula, cráneo, cadera y muslo.

Otra de las estudiantes debió ser dejada en observación por su delicado estado, pero, posteriormente, fue dada de alta.

Adicionalmente, la embarcación iba a una gran velocidad y, en el momento del choque, el responsable de conducirla no logró maniobrar adecuadamente, lo que produjo que esta se partiera y los estudiantes cayeran al agua del río Amazonas.

La investigación determinó que la embarcación llevaba un reflector de poder, pero no fue suficiente para divisar un pequeño barco con bandera peruana.