No es un secreto que en el atentado contra la Trigésima Brigada, en Norte de Santander, hubo serias fallas de seguridad en el Cantón Militar de Cúcuta, considerado el corazón de las operaciones militares contra los grupos armados organizados. Estos tienen convertido al departamento, en especial a los municipios que conforman la región del Catatumbo, en zona de guerra.
Pocos días después, el país vio con asombro el intento de asesinato contra el presidente Iván Duque, tras el ataque desde tierra al helicóptero en el que viajaba luego de un recorrido precisamente por el Catatumbo. Cuando la aeronave estaba por aterrizar en el aeropuerto Camilo Daza, fue impactada por varios proyectiles de fusil de largo alcance. Nadie advirtió este grave hecho.
Pero el detonante que lleva a pensar, incluso desde el interior del Ejército, si la inteligencia militar está desconectada es el caso del coronel Pedro Pérez: fue secuestrado en Arauca por el frente 28 de las disidencias de las Farc y llevado a territorio venezolano. El Ejército lo dio por muerto, pero vino el asombro cuando apareció un video como prueba de supervivencia.
Fuentes activas del Ejército consultadas por SEMANA, que pidieron no revelar sus identidades por temor a represalias, expresaron su molestia por la situación que se viene presentando con el manejo de la inteligencia militar y la confianza que genera al momento de realizar operaciones en terreno. Aseguraron que los hechos ocurridos, sumados a los bajos resultados operacionales de impacto nacional, demuestran que algo no está bien.
Ante los sucesos que tienen en el ojo del huracán a la inteligencia del Ejército, SEMANA le preguntó al ministro de Defensa por estos casos y si hay fallas o grietas. Si bien el ministro reconoció que se han presentado hechos graves como los de Norte de Santander, señaló que por estos casos se tomaron las decisiones correspondientes dentro de la fuerza militar. “Esto no quiere decir que la inteligencia no esté trabajando”, manifestó Molano.
“Aquí hay un equipo de inteligencia preparado para actuar todos los días y frustrar acciones que les quiten la tranquilidad a los ciudadanos”, agregó.
¿Está fallando la inteligencia del Ejército?
Para exoficiales y expertos en temas de seguridad y defensa, es claro que sí hay fallas en materia de inteligencia militar, y los episodios sucedidos en el país así lo demuestran. Crímenes de líderes sociales, asesinatos de excombatientes de las Farc, presencia de carteles de la droga en diferentes regiones y la atomización de la criminalidad en la zona de frontera con Venezuela, por la laxitud del Gobierno de Nicolás Maduro, son el reflejo de que la inteligencia militar se está quedando corta.
Para el general en retiro Jaime Laspriella, excomandante del Ejército, hoy la inteligencia militar no es la de 2015, cuando era robusta y permitió propinar duros golpes a la criminalidad, en ese momento a las Farc. Señaló que se han hecho esfuerzos por reestructurarla y acondicionarla a las nuevas dinámicas criminales, pero reconoció que los errores son tozudos y se deben corregir.
Sin embargo, señaló que los crímenes en la frontera colombo-venezolana ocurren por el patrocinio del Gobierno de Maduro, que no ejerce control de territorio para combatir las rentas ilegales. “Es un santuario de economías criminales donde manipulan a la población civil. Venezuela es puente para expandir el narcotráfico y el crimen”, afirmó.
Iván Díaz, experto en temas de seguridad y defensa, dijo que las fallas en la inteligencia militar no son de ahora, sino que vienen del proceso firmado entre la entonces guerrilla de las Farc y el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos.
Según Díaz, a raíz de la negociación se concertó el desmonte de los aparatos de inteligencia militar, ejemplo en América Latina y en Estados Unidos por su eficacia durante los últimos 25 años. Para el experto, hoy se están viendo los frutos de ese error cometido con el acuerdo de paz: provocó que la inteligencia militar haya retrocedido en el tiempo unos 30 años, disminuyendo su capacidad para anticiparse a las acciones ofensivas del enemigo, tal como ocurre en Norte de Santander.
El coronel en retiro Pedro Pérez aseguró que hoy la inteligencia del Ejército está desarticulada. Él desempeñó labores de inteligencia en el Ejército por más de 20 años, y participó en operaciones contra el narcotráfico y contra la cúpula de las Farc, como la muerte de alias Alfonso Cano en el marco de la Operación Odiseo.
Pérez fue claro al señalar que hay un retroceso frente a lo que se había logrado en años anteriores: “Hay un estancamiento intelectual y profesional, acompañado de la mala toma de decisiones por parte de los altos mandos”. Entre dichas decisiones menciona la de poner en cargos de inteligencia a hombres de otras armas que no cuentan con el conocimiento necesario, así como el retiro de uniformados que se han formado durante años en trabajos de inteligencia.
“Las capacidades fundamentales y determinantes han sido debilitadas, y eso ha hecho mella para que la inteligencia del Ejército no sea esa victoriosa de años atrás, la que logró la información precisa para llevar a cabo operaciones como Jaque o Camaleón. Hoy veo disminuidas esas capacidades”, añadió.
Algo no funciona
Pero ¿qué dicen los militares en retiro? El coronel Jhon Marulanda, presidente de Acore, agremiación de oficiales en retiro, aseveró que es evidente que algo no está funcionando en la inteligencia militar; y no son rumores, la prueba está en los hechos. Según el coronel, “se espera de las agencias del Estado que digan cómo, cuándo y dónde van a ocurrir los hechos. A eso se llega con un sistema de múltiples capacidades, y, si no se logra, simplemente no hay inteligencia”.
Marulanda coincidió con otros expertos en que la inteligencia militar ha sufrido en los últimos años varios golpes por decisiones judiciales o escándalos, como interceptaciones ilegales que han llevado a la salida de personal experimentado.
Uno de los oficiales que habló con SEMANA advirtió que, seguramente, no se encontrarán documentos en los que se deje claro que la inteligencia militar está fallando; pero las pruebas fehacientes están en cómo las organizaciones ilegales perdieron el respeto en las capacidades del Ejército de anticipar los hechos terroristas, a tal punto que se atrevieron a atentar en contra del presidente de la república.
La preocupación por las capacidades actuales de los hombres de inteligencia es grande no solo dentro del Ejército; en el Gobierno es claro que las acciones armadas de los ilegales dejan sobre la mesa la percepción de que la seguridad no anda bien.
El impacto, finalmente, recae sobre los ciudadanos, en especial los afectados directos del accionar criminal de las disidencias y los grupos armados organizados. Así lo manifestó, en diálogo con SEMANA, Jorge Pérez, papá del coronel Pedro Pérez, quien no se explica por qué dieron a su hijo por muerto. “No hubo evidencias concretas, pruebas fehacientes y, claro, nos pusieron muy mal”.