Una tormenta política desató la noticia del arribo de un grupo de soldados estadounidenses y dio, incluso, para toda suerte de teorías conspirativas. Algunos congresistas llegaron al extremo de afirmar que se trataba de tropas extranjeras que desde Colombia planearían invadir a Venezuela para capturar a Nicolás Maduro. La realidad es muy distinta y más simple.Los militares que llegarán al país a comienzos de junio hacen parte de un grupo de 50 uniformados que pertenecen a la Brigada de Asistencia a Fuerzas de Seguridad del Comando Sur de Estados Unidos (SFAB, por sus siglas en inglés). Se trata de una unidad creada hace más de 15 años, integrada en su mayoría por especialistas en análisis del desarrollo y planeamiento de operaciones, así como en instrucciones en tácticas y estrategias para enfrentar diversas amenazas. En el caso particular de Colombia, estos instructores trabajarán en capacitar a unidades del Ejército colombiano en la lucha contra el narcotráfico.
“Colombia y Estados Unidos suscribieron desde hace varias décadas un acuerdo de cooperación en materia militar. Ese convenio establece que las llamadas misiones militares tendrán el propósito de prestar permanentemente cooperación de carácter consultivo y técnico al Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea de Colombia”, afirmó el ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo García.El funcionario explicó que los estadounidenses asesorarán dentro de las unidades militares a los estados mayores de las Fuerzas de Tarea Conjunta Hércules (Nariño), Vulcano (Norte de Santander), Omega (Meta) y de la Brigada contra el Narcotráfico. “En ningún momento habrá tránsito de tropas extranjeras, ni participarán en operaciones militares. Las operaciones militares las desarrollan exclusivamente las tropas colombianas. Se trata de un grupo élite netamente de carácter consultivo y técnico”, dijo Trujillo. Lo hizo al salirles al paso a las declaraciones de parlamentarios que reclamaban que el Congreso debería aprobar el tránsito y permanencia de tropas extranjeras en el país.
“Esta unidad viene a asesorar en procedimientos y tácticas que permitan mejorar la lucha contra el narcotráfico. Su presencia en Colombia tendrá una duración de alrededor de cuatro meses en los cuales centrarán sus esfuerzos en cuatro zonas del país que han sido priorizadas por el Gobierno nacional”, afirmó el comandante de las Fuerzas Militares, general Luis Fernando Navarro.Las áreas en donde estarán repartidos son algunas en donde se concentran la mayor cantidad de las 200.000 hectáreas de coca que hay en todo el país. De acuerdo con el Sistema de Monitoreo de Naciones Unidas, en 2018 detectaron en Nariño 41.903 hectáreas; en Norte de Santander, 33.598, y en Meta, 2.945 hectáreas.Justamente esas regiones también son algunas de las más conflictivas y violentas del país. En efecto, allá diferentes grupos de narcotraficantes y guerrilla luchan por el control de los cultivos, los laboratorios y las rutas para exportar la droga.
Frente a la tormenta que desató tras el anuncio, el jueves el Comando Sur expidió un comunicado para afirmar que “el equipo trabajará con unidades anfitrionas en áreas designadas por el Gobierno colombiano como ‘áreas prioritarias’, donde se enfocarán en logística, servicios y capacidades de inteligencia apoyando directamente la colaboración”. En la comunicación ratifican que se trata de labores estrictamente de asesoría.La presencia de asesores estadounidenses en el país no es nueva. De hecho, llevan décadas y es frecuente ver instructores de esa nacionalidad en instalaciones militares tan importantes como el fuerte de Tolemaida. El escándalo que se estaba creando con la presencia de este grupo realmente no tiene mucho peso. Y hace recordar al que ocurrió en 1994, cuando 100 marines estuvieron dos semanas en las playas de Juanchaco, cerca a Buenaventura, mientras construían una escuela. Cuestionar la ayuda para combatir el peor de los flagelos que azota al país, el narcotráfico, tiene más de oportunismo político que de defensa de la soberanía nacional.