¿Qué estará opinando María Isabel hoy jueves 16 de mayo en SEMANA? Pues la opinión es sobre el dilema del Gobierno en el Congreso. Bien es sabido que, para el presidente Petro, su fracasado proyecto de reforma de la salud es como la bandera de su gobierno. Lograr que el Congreso apruebe este proyecto sería el primer gran cambio del gobierno del cambio, que incluye a todo el país.
Sin embargo, hace unas semanas el proyecto se vino abajo con todo su andamiaje y el presidente, a juzgar por la forma como se ha radicalizado y ha aumentado la agresividad de sus intervenciones públicas, ni soporta esta derrota ni está dispuesto a aceptarla.
Es así como el Gobierno preparó un nuevo texto acerca de lo mismo, solo que más corto para que su trámite sea más expedito. Los senadores que hundieron la primera versión han advertido que harán lo mismo con la segunda, pero al parecer el Gobierno está dispuesto a presentarla de todas maneras, a correr el riesgo, solo que se le atraviesa en el camino un dilema casi mortal.
De presentar nuevamente la reforma a la salud con un mensaje de urgencia que implicaría la sesión conjunta de las comisiones séptimas de Cámara y Senado, y la paralela de sus plenarias, es decir, abandonando todo lo demás, pues necesariamente implicaría por falta de tiempo llevar al borde del sacrificio otras dos reformas banderas del Gobierno: la pensional y la laboral.
¿Qué hacer entonces? Aventarse con la reforma a la salud para satisfacer la vanidad del primer mandatario, al que –por cierto– ya no se le puede llamar jefe de Estado porque prepara llevar ante las Naciones Unidas la denuncia de la inutilidad de ese Estado que su propio jefe no ha podido manejar, o para compensar sus frustraciones al respecto de los fracasos del Gobierno en el Congreso con todo y sobornos a sabiendas de que ponen peligro los otros dos proyectos.
Por cierto, para el cierre de este comentario, son notables las inquietudes que ha dejado conocer el Ministerio de Hacienda y demás expertos sobre los peligros de la reforma pensional, que desde ya se solicita hacer ajustes sobre ella, específicamente sobre su costo fiscal.
Entre otros, los organismos de control del Estado desconfían de que Colpensiones esté preparada para manejar con eficiencia el monumental traslado de recursos de los fondos privados que, como bien lo dijo el presidente a Asofondos, se hará cargo de millonarios dineros que ya no serán exclusivamente ahorrados, sino que en una inmensa proporción serán gastados, disminuyendo así la seguridad para la vejez en Colombia. Y todo esto en manos de un gobierno peligrosamente populista.