A las 6:00 a. m., ¿qué estará opinando María Isabel hoy, lunes 18 de septiembre, en SEMANA? Pues la opinión gira en torno a la directriz que ayer expidió el comandante de las Fuerzas Militares, el general Helder Giraldo, como respuesta a los hechos que indignaron al país ocurridos en El Manso, Tierralta, Córdoba.
Ahora hablamos de la directriz que no deja de ser extraña y curiosa, pero el ministro de Defensa, Iván Velázquez, en medio de esta crisis se encuentra por fuera del país, y esta es la hora en la que nadie, empezando por él, nos explica, así se trate de una explicación que puede no tener aceptación ni justificación, pero una explicación al fin y al cabo que merecemos de por qué nuestro Ejército se hace presente en una vereda, se hace pasar por miembros de las fuerzas de las Farc y se cubre la cara con bufandas y cachuchas, mientras le apuntan a la población que rechaza indignada a su presencia.
Nada de eso ha tenido una sola explicación, pero el general Helder Giraldo expidió ayer una directriz en la que exige las siguientes cosas: que los militares no puedan utilizar prendas ajenas a las que incluye el uniforme reglamentario de las Fuerzas Militares, totalmente lógico, por ello se le llama uniforme privativo de las Fuerzas Militares porque ―supuestamente― solo ellas lo pueden usar, aunque con frecuencia lo usurpan las fuerzas ilegales.
La segunda exigencia de la directriz es no al libre albedrío, lo que significa ―en la práctica― que el Ejército no puede hacer, algo que también es lógico, lo que le venga en gana; no puede.
¿Significa eso que a los mandos del Ejército, empezando por el inexistente y ausente del país: ministro Iván Velázquez, se le salió de las manos el comportamiento del Ejército, que no opera bajo directrices centrales, sino planes improvisados por los mandos de un pelotón o de un frente?
Y lo tercero, que no se envíen soldados a una misión si no se tienen garantías de su éxito, dice el general, o sea, el Ejército queda condicionado no a librar batallas e intentar derrotar al enemigo, sino condicionarlas que va a librar solo a las batallas sobre las que se tenga seguridad que se puede ganar.
En total, la directriz incluye 26 instrucciones como estas, entre las que está que los soldados no pueden utilizar sus celulares para registrar las ocurrencias de los combates dizque para que no se distraigan y se saquen imágenes personales de sus aventuras. Lo único que atina a decir sobre los hechos el general Giraldo es que se trató de algo indigno, pero aislado.
Total, de nuestro Ejército, que ha instruido para no defender a la población si no se tiene previa confirmación de que puede ganar la amenaza, ¿dónde queda el honor militar ante las situaciones adversas y dónde queda la posibilidad de remontar la desventaja en las batallas difíciles? Pues así se han ganado las guerras mundiales, ¿no?
Lea la segunda opinión de María Isabel, hoy 18 de septiembre:
¿Qué opina María Isabel? Los abusivos paseos en moto de unos policías
En sus poderosas motos verdes, 4 policías aprovecharon el soleado domingo para pasear. Lo malo es que lo hicieron invadiendo un camino peatonal en Bogotá, donde el tránsito de motos está expresamente prohibido con señales públicas. Lo malo fue que uno de ellos amenazó, ante la queja, no volver a cuidar el lugar, hasta que la gente “no venga a rogarnos”. ¿Dónde quedaron los amables policías peatonales urbanos?
A las 6:00 a. m., ¿qué estará opinando María Isabel, hoy lunes, 18 de septiembre, en SEMANA? Pues la opinión gira en torno a una anécdota que pinta de desagradable perfil de algunos miembros de la Policía nacional, ahora el mando de un general reencauchado del retiro cuyas simpatía por el petrismo había sido premiada con el codiciado consulado de Miami. Donde el Gobierno se lo trajo para retirarle la R de generar R, o sea, en retiro e instalarlo en la dirección de una policía bien necesitada de directriz y del liderazgo.
Pues caminaba ayer domingo yo por un parque peatonal donde había un claro aviso, una valla que decía “prohibido el tránsito de motos y bicicletas”, pues era para peatones. Me he topado con dos poderosas motos verdes de la policía, con dos uniformados a bordo de cada una no parecía que anduvieran en piquete por un operativo, sino que más se asemejaba a un paseo tranquilo dominical en un bonito mediodía.
No resistí la tentación de hacerles una pausa en su paseo para mostrarles el aviso que les prohibía invadir el camino peatonal, debo decir que la policía de la primera moto, los policías que estaban en ella ofrecieron sus excusas con el argumento de que estaban patrullando.
En cuanto los policías de la segunda moto, hubo un poco más de discusión alegando que en ese lugar específicamente se reunían jóvenes en horas nocturnas ―eran las 12:00 m.― a fumar marihuana, pero uno de ellos sí tuvo una reacción desagradable, me increpó diciéndome cínicamente. “Ah, no le gusta que estemos patrullando en moto por acá en este rincón del parque, entonces no volvemos a cuidar este lugar, pero eso sí, llámenos a rogarnos cuando necesiten que los protejamos”, y arrancaron tan tranquilos por el camino peatonal.
Señor general diplomático William Salamanca, instruya, por favor, en sus policías para que no invadan los caminos peatonales, pocos, por cierto, que tiene esta ciudad, por los que se supone que deben transitar con la tranquilidad de un domingo soleado las familias con sus niños pequeños y sus mascotas.
Si los policías no pueden patrullar a pie sin sustos, pues ordene que les que guarden las motos y regresen a hacer peatones para no tomarse los caminos peatonales con sus gigantescas motocicletas, que nada tienen que hacer paseando por un parque por el que tiene prohibido transitar en sus aparatos motorizados, así comenzaremos a recuperar esa policía amable y urbana que Bogotá se merece.