A las seis en punto de la mañana, ¿qué estará opinando María Isabel, hoy, siete de mayo, en SEMANA? Pues la opinión gira en torno a un final que se veía venir, el del retiro de Claudia López y de su antiguo mentor, Antanas Mockus, de un partido verde en vías de extinción o por lo menos de división, que es el comienzo de la hecatombe.
Muchas personas que se refugiaron allá tenían la esperanza de que fuera el sitio para llegar a limpiar la política y fomentar las buenas prácticas, pero la elección de Petro los fue dividiendo lenta, pero muy perceptiblemente, porque el liderazgo de Claudia López enfrentado al círculo de los históricos de los verdes –muy propetristas ellos– no cabía en la misma casa.
Y ahora menos, cuando después de haber liderado Claudia, con su esposa Angélica Lozano, el tal referendo anticorrupción, resultó verde el presidente del Senado, Iván Name, inmerso según denuncias en la trama de corrupción de los carrotanques.
Por el otro lado, por lo menos hoy, no habría un eventual apoyo de Petro a una cantada candidatura de López, que él no considera una de sus progresistas favoritas. Le compite con su liderazgo y a ella la acompaña una fuerte opción de ganar.
De manera que, en este caso, todos los caminos conducían no a Roma, sino fuera de Roma, y así fue: salieron de Roma Mockus, Claudia, pero seguramente cuando se organicen en su tolda aparte, por dentro del mismo partido para no ser acusados de doble militancia, habrá muchos más verdes que los sigan.
Lo que sí le salió francamente muy mal al gobierno fue haber anunciado que por el escándalo de los carrotanques despedía fulminantemente del gobierno a su secretario de Transparencia, creando un gran escándalo, y menos de dos días después reintegrarlo considerando que estaba equivocado el gobierno y que él, como parece al principio, no estaba comprometido en el entramado.
La que sí parece que no tiene salvación es Sandra Ortiz, consejera de Regiones, que es la que –dicen los testigos– repartió las maletas millonarias entre los congresistas para comprar votos que jalonaran los proyectos del Gobierno en el Congreso. La pregunta es: ¿y dónde queda la credibilidad maltrecha, maltratada, de este gobierno?