A las 6:12 a.m. ¿Qué opina María Isabel hoy martes 11 de abril en SEMANA?, Pues esa opinión va por los lados de la reforma de la salud, que sigue hasta la mañana de hoy sin tener los votos necesarios en el Congreso para hacer aprobada.
Lo que pasa es que la habilidad y el descaro de la ministra Corcho parece no tener límites a la hora de imponer su reforma. Muy seguramente con el visto bueno del presidente, la ministra Corcho sorprendió hasta el ministro del Interior presentando una versión final del articulado que no contaba con la aprobación de los partidos que habían puesto sus líneas rojas y azules.
Pero la ponencia sí venía acompañada por las firmas de una “Yidis” y de un “Teodolindo” que la ministra encontró en el camino. La “Yidis” es del Partido Liberal y el “Teodolindo”, del partido conservador, o viceversa, no importa. La ministra insiste en que ese articulado recoge las inquietudes planteadas por los partidos en torno a la reforma, las directivas de los partidos insisten en que no, que todo lo contrario, y los ponentes se defienden desde desacato a sus partidos con la excusa de que gracias a las firmas que estamparon en la reforma esta se podrá debatir.
La pregunta es, ¿mientras tanto qué está pasando con la prestación de salud en Colombia? Es muy probable que en este limbo, el servicio haya bajado en calidad de oportunidad. Por cuenta de que el ánimo de EPSs e IPSs puede estar congelado. Es decir, están haciendo lo mínimo que les corresponde ante la incertidumbre que plantea el futuro. Es que los anuncios alrededor de lo que le espera la salud en el país vienen en un degradé, porque arrancamos con la perspectiva de que la prestación se sería estatizada completamente y vamos con la promesa de que el sistema se mantendrá mixto.
Pero un mixto que tampoco es claro, porque aún no es totalmente comprensible, cuál es el papel que cumplirán las EPS en el futuro, ahora bautizadas con el elegante nombre de Gestoras de salud y vida. Ni cuál el cumplimiento del Estado en el pago directo a las IPS.
En el día de hoy habrá varias cumbres políticas de bancadas que despejarán qué sigue para la reforma a la salud en el Congreso. Lo más favorable para la ministra Corcho, que no es de ninguna manera improbable, es que se le acomoden la U y los conservadores, los más acomodaticios, pero todo parece que el Partido Liberal seguirá en su posición de que esta reforma. Inapoyable por el daño que producirá en la prestación de salud en Colombia, ya veremos.
Mientras tanto, otra reforma que sale bastante peluqueada de la reunión del fiscal Barbosa, con el presidente Petro es la de humanización de cárceles. Porque los delitos de incesto, inasistencia alimentaria y calumnia, injuria no saldrán del Código Penal, como pretendía el ministro de Justicia, Néstor Osuna.
En cuanto al sometimiento de bandas criminales, en la reunión de fiscal y presidente se acordó algo que tampoco queda muy claro: que los beneficios que se otorgarán al negocio del narcotráfico no cobijarán sino solo al pequeño cultivador, pero no a la cadena del negocio. Sin embargo, no soluciona la inquietud, ―y por eso digo que no queda todavía mucha claridad― de si mano blanda con el cultivador ―por pequeño que sea― no incentivará su siembra, mientras los grandes productores se aprovechan para instrumentalizar al pequeño campesino.
Y aunque la promesa es que mejorará el sistema de medición de cifras de incautación de droga, para que quede claro que aquí en contra del mundo no se está legalizando la producción de coca. Hoy lo que dicen esas cifras, bien o mal medidas, es que desde la erradicación del cultivo de coca, hasta la incautación de laboratorios precursores, y cocaína ya fabricada, han bajado en Colombia de manera alarmante.
¿Qué opina María Isabel? La lavada de manos del Gobierno Petro con la crisis de Viva y Ultra Air
Con el anuncio de la demanda por estafa masiva a propietarios y directivos, el Gobierno pretende lavarse las manos. A Viva nunca le resolvieron su fusión con Avianca, hasta que le tocó salir del mercado. Y después Ultra repitió la jugada de vender pasajes hasta última hora, que iba a tener que incumplir. ¿Dónde estaba, por un lado, la diligencia de las autoridades aeronáuticas, y dónde por el otro su radar? Escuche a María Isabel Rueda.
A las 6:00 a. m. se estrena hoy martes 11 de abril, el nuevo nombre de esta sección, ¿Qué opina María Isabel?, pues mi opinión el día de hoy va por los lados de la forma como el gobierno ―en cabeza su ministro de transporte― se viene lavando las manos en la responsabilidad por el derrumbe de las aerolíneas Viva y Ultra Air.
Es cierto que ambas cometieron graves fallas vendiendo pasajes hasta horas antes de ser suspendido sus vuelos por las dificultades económicas que las llevaron a la quiebra, pero el colapso de las compañías tendría que haber estado bajo el radar, bajo el monitoreo, de las autoridades aeronáuticas del gobierno. Más aún cuando se dio el caso de Viva. El de ultra estaba cantado, iba por el mismo camino: estafar pasajeros hasta el último minuto de la última hora.
Y no solo eso, más de medio año llevaban Viva y Avianca tratando de que el gobierno les aprobara juntarse, y no fue posible que les dijera que sí o que no. A esto es algo que se llama desgobierno, y no es que falte responsabilidad de los propietarios y directivos de las empresas, es dudoso que la plata de los pasajes extras se las hayan echado al bolsillo ellos. Lo más seguro es que estos recursos se hayan recogido para intentar mitigar las pérdidas que venían sufriendo las aerolíneas por factores como el alza del dólar y de los combustibles, algo a lo que no le podían ser ajenos o desconocidos a las autoridades gubernamentales.
Lo cual, pues no libera a los directivos y a los propietarios de responsabilidad, pero no es lo mismo que, pues haberse vuelto riquísimos por cuenta de incautar pasajeros. Preocupa que con la decisión del ministro de Transporte Guillermo Reyes de acusar a directivas y a la Junta de Ultra por estafa agravada en masa, el funcionario asegure que su cartera tiene las pruebas para sustentar la acusación. Porque si tiene las pruebas, es que pudo haber previsto y evitado que esto fuera a suceder.
Hasta ahí lo de las aerolíneas. El ministro en general se raja por la catástrofe de la operación retorno de Semana Santa en varias, vías del país. Mucha gente se demoró hasta ocho y diez horas en recorridos cortos que normalmente toman dos horas y media o hasta tres y media cuando hay alto tráfico. Ni hablar de lo que ocurrió en rutas más largas.
Esto en un gobierno que desde el día uno prometió que invertiría en el turismo, como la gran palanca económica. Pero con la falta de autoridad e imaginación para agilizar los grandes trancones, sumado a los colapsos de Viva y de Ultra, esta Semana Santa fue una verdadera Semana de Pasión para el sector turismo, que sigue lejos muy lejos de ser ese motor de la economía que prometió este gobierno.