A las 6:10 de la mañana, ¿qué opina María Isabel hoy jueves 22 de junio en SEMANA? La opinión va por los lados de la cadena de equivocaciones cometida por el Gobierno, que condujo a no lograr aprobar, como era el propósito del presidente, sus principales y más controvertidas reformas sociales en el primer semestre. Esto, aprovechando la luna de miel que acompaña a los presidentes recién elegidos, pero que en el caso de Petro, a juzgar por las marchas antigobiernistas, se le gastó bien rapidito.
La primera de estas equivocaciones fue romper con la coalición de Gobierno en el Congreso, solo le alcanzó para probar la costosa reforma tributaria, pero, como le reclaman hasta sus parlamentarios más cercanos, esa decisión fue producto de la soberbia que caracteriza al señor presidente Gustavo Petro.
Otra gran equivocación fue presentar en avalancha sus reformas sociales, lo que distrajo la atención en varias polémicas que necesariamente iban a producir.
Hasta se equivocaron en el desprecio a los presidentes de los partidos que impusieron sus líneas rojas y el Gobierno se dio el lujo de ignorarlas a cambio de ir comprando los parlamentarios al menudeo, con lo cual Petro traicionó las ideas de limpiar la política con la que hechizaba a sus seguidores en el pasado.
Para no contar con la manera como el partido de gobierno ha trapeado con el Reglamento del Congreso, con la ley y con la Constitución, en el trámite de estas leyes que no ha logrado aprobar, y que, posiblemente, le pasarán factura cuando lleguen a la Corte Constitucional para su revisión a varias de esas leyes que finalmente terminen pasando.
Tampoco logró amedrentar a los congresistas con la amenaza callejera, de las marchas, de las protestas sociales, pues cada vez la calle le come menos cuento a este presidente. Por ahora, las reformas a la salud y la pensional siguen medio vivas, digámoslo así. Mientras tanto, la laboral falleció y, de insistir en ella, el Gobierno la tendrá que volver a presentar.
En el frente externo, hay que decirlo, producen mucha preocupación las consecuencias del reclamo de las últimas horas que hizo el zar antidrogas de Estados Unidos, Rahul Gupta. Este calificó como niveles récord los cultivos de coca en Colombia, esto es una advertencia porque a continuación dice: “Son una amenaza no solo para Estados Unidos, sino para otros países”.
¿Qué respuesta le tendrá el Gobierno Petro a este reclamo de Estados Unidos, que podría llegar a consecuencias insospechadas? Por lo pronto, el presidente Petro, en París, nuevamente con su vestido favorito puesto: el de salvador del planeta.
Lea la otra opinión de María Isabel Rueda de hoy jueves 22 de junio:
¿Qué opina María Isabel? Un dictamen de suicidio que alivió a Petro
Que la Fiscalía haya confirmado por procedimientos forenses que la muerte del coronel Dávila fue un suicidio llevó al presidente Petro a enviar, aliviado, un comunicado desde París. Pero no es para fiestas. La muerte del coronel fue producto finalmente de un delicado escándalo que aún está por aclararse.
¿Qué está opinando María Isabel hoy jueves 22 de junio en SEMANA? Pues la opinión gira en torno a lo que respondió el presidente Gustavo Petro desde París, sobre el dictamen de la muerte del coronel Óscar Dávila.
“Suicidio, fue un suicidio”, escribió Petro en su comunicado con evidente alivio. Pero la verdad es que no es un resultado como para hacer fiestas. La Fiscalía lo confirmó luego de serios dictámenes de Medicina Legal, no como los que llevaron al mismo anuncio, pero precipitado y sin sustento técnico, que hicieron pocas horas después de la tragedia tanto el presidente Petro como su ministro de Defensa, con el afán de quitarse de encima la posible sospecha de que había de por medio un crimen de Estado.
El suicidio se lo adjudica Petro a presiones que habría recibido el coronel Dávila, pero no nos digamos mentiras, la decisión del coronel ―muy trágica ella― se dio en medio de un escándalo por la pérdida de un dinero en un escenario domiciliario en la residencia de la entonces jefe de gabinete, que desencadenó unos procedimientos controvertidos por su legalidad. Si el coronel se sintió presionado, como dice el presidente, fue precisamente por haber participado en esos procedimientos y por las investigaciones que desencadenaron los hechos.
No fue un suicidio por generación espontánea. Aún no conocemos, a estas alturas, después de que fuera a declarar el superior del coronel Dávila, coronel Carlos Feria, jefe de seguridad del presidente de la República, cuánta plata fue la que al fin se robaron.
Seguimos pendientes de que la Fiscalía nos cuente la historia completa, pero indudablemente este suicidio tiene que ver con toda esta historia que incluye el misterioso dinero en efectivo guardado en maletas que parecen, de alguna u otra manera, perseguir a este gobierno o a la gente más cercana a este; abusos de poder, vuelos chárters que no se sabe quién paga, tráfico de niñeras para alejarlas de los micrófonos de los medios, ‘chuzadas’ telefónicas sin orden judicial, la caída de cargos de dos funcionarios del circuito íntimo del presidente Petro, y todo esto en conjunto convertido en un paquete de presiones que remataron en la muerte del coronel.
De manera que no, presidente Petro, no sienta tanto alivio con el dictamen de la Fiscalía, porque le repito: suicidio fue suicidio, no da para fiestas.