A las 6:00 a. m., ¿qué estará opinando María Isabel hoy jueves 16 de noviembre en SEMANA? Pues la opinión gira en torno al trascendental anuncio que tiene con los pelos de punta a los economistas más serios del país del presidente Petro sobre la regla fiscal.
Ante la contundente caída del PIB en el 0,3 % del último trimestre de este año, que indica, entre otras, una caída muy grave en actividades como la construcción y el sector de las manufacturas, el presidente optará por saltarse la regla fiscal para quitarle el freno al aumento desproporcionado que quiere producir en la inversión pública.
La regla fiscal, una de las razones del respeto y confianza nacionales e internacionales en la capacidad de endeudamiento del país, fue introducida en nuestra legislación en el 2011, siendo ministro de Hacienda, Juan Carlos Echeverry, ante su conveniencia todos los presidentes desde entonces han resuelto y anunciado respetarla.
No obstante cuáles sean las dificultades que atraviese la economía, hasta Petro y sus ministros Ocampo y Bonilla prometieron lo mismo, pero eso fue hasta ayer que el Dane reveló que el tercer trimestre de la economía había reversado su crecimiento en 0,3 %.
Petro culpa de ello a la tasa de interés impuesta por el Banco de la República para controlar la inflación y luego alega que el Gobierno tiene la responsabilidad de que cuando baja la inversión privada, el Gobierno debe crecer la inversión pública, para evitar una catástrofe económica. Por eso es previsible, como ya se había empezado a notar, pero por razones hasta ahora populistas y no tanto económicas, que aumente la burocracia estatal en todos los campos.
Pero como este Gobierno es incapaz de practicar la autocrítica y la culpa de las adversidades, siempre se la achaca a todos los demás al que se le atraviese, en este caso lo hace contra el que llama pensamiento fundamentalista neoliberal, que es el que provoca, según Petro, una estricta fórmula de Regla Fiscal que no debe mantenerse más en Colombia.
Ni una palabra sobre la culpa clara que tiene este decrecimiento en cuanto a lo que es atribuirle al Gobierno, como es la falta de confianza ante la consistencia de sus políticas económicas y de la seguridad jurídica que proyecta.
Entonces, el sector público, a contratar mijitos, para aumentar el consumo. Es una lástima que esta sea la conclusión de Petro cuando sabemos que la regla fiscal es una especie de seguro de vida para el buen comportamiento hasta de gobiernos pésimos como este. Inmediatamente genera desconfianza en el manejo económico del país porque le quita el freno al crecimiento sin respaldo de la deuda pública y sin poner en riesgo la sostenibilidad fiscal que es como se vuelven inviables los países.
Colombia tiene una deuda del 57 % del PIB por cuyos intereses uno de cada cuatro pesos de nuestros impuestos se va para allá a pagar intereses, si además el Gobierno no fomenta la confianza, esta deuda se encarecerá y cada día nos costará más a los colombianos sostenerla.
De manera que si Petro pretende evitar que se nos reviente la economía por falta de inversión privada creciendo la pública, es probable que, en cambio, se nos reviente por el lado de que el gasto fiscal proyectado supere la meta del déficit fiscal, un deterioro en la capacidad de endeudamiento el riesgo de la sostenibilidad de las finanzas públicas y el desplome de la confianza de los organismos financieros internacionales.
Francamente, ¡qué Gobierno tan malo este! Y tan peligroso para el país y todavía quedan dos años y medio para seguir haciendo daño.