A las 6:10 a. m., ¿qué opina María Isabel, hoy lunes 17 de abril, en SEMANA? Pues la opinión gira alrededor del souvenir que el presidente Gustavo Petro se traerá de su viaje a los Estados Unidos: la preciada foto de el apretón de manos con el presidente Joe Biden, la que buscan todos los presidentes.
Sorprendente sería si el mandatario de los Estados Unidos le concede al colombiano más de los prácticamente 40 minutos, o algo más, que normalmente duran estas ocasiones. Noticias serían que el presidente Petro tuviera el tiempo de discurseársele a Biden, porque ya anuncia que tiene pensado soltársela toda.
Que él va a los Estados Unidos a hablar con Biden sobre sus expectativas, no solo de la paz en Colombia, sino con el típico mesianismo petrista de la paz de todo el continente. Y eso requiere ante “todo un cambio de política de los Estados Unidos”, dice Petro. Con todo respeto da un poco de risa pensar que esa discusión puede hacer posible. Los temas bilaterales realmente se tratan entre ambos países con las instancias respectivas.
Lo que sucede es que normalmente las reuniones de la foto, entre los presidentes apretándose las manos, tienen un ritual de minutos muy limitados. Al presidente de Estados Unidos normalmente le escriben un breve saludo con algún toque personal que este le lee a su invitado, el invitado, que en este caso es el presidente Petro, tendrá entre 20 y 30 minutos a lo máximo para responderle.
¿Alguien cree que en este breve tiempo quepa el mesianismo petrista para explayarse ―así se ha resumido― con temas como el cambio de enfoque que Petro impone a los Estados Unidos y al mundo en la lucha contra el narcotráfico, sus sueños de paz total, sus ambiciones como adalid mundial en la lucha contra el cambio climático, la esponja a la que se refiere su canciller Leyva de que “Colombia ahora es el símbolo mundial de la lucha contra ese cambio climático”, y sobre todo y ante todo el cambio de políticas que le exige Gustavo Petro a la poderosa potencia del Norte? No existe ninguna posibilidad. Porque, si no, a la foto no le queda tiempo y le sale desenfocada.
De visitas de Estado que yo recuerde, anecdóticamente así a la mano, está una del entonces presidente Alfonso López Michelsen al final de su mandato a su homólogo Jimmy Carter. Quien amablemente le leyó su saludo del papelito escrito por sus asesores, haciéndolo un reconocimiento al MRL: movimiento revolucionario liberal que el mandatario fundó contra el entonces Frente Nacional, y a su novela, Los elegidos.
A la salida de la foto, tuvo un mejor espacio para socializar. Y allí el expresidente Nelson Rockefeller le hizo un amable referencia a López. Conoció a su padre, le dijo, ante la alegría de nuestro mandatario, “era Eduardo Santos, ¿no?”.
Pues en esta disparatada anécdota se resume lo que normalmente las relaciones de presidente de Colombia a presidente de los Estados Unidos realmente pesa a nivel personal. Lo más probable entonces es que Petro se traiga su souvenir, que con él en mano su mensaje mesiánico, pues tenga mayor autoridad, pero ahora, claro, validada muy probablemente con intención directa por el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden.
Escuche aquí la primera opinión de María Isabel Rueda del día de hoy:
¿Qué opina María Isabel? A Petro se le aparece Dios
El mandatario no contaba con este milagro. Pero se le dio. Lo va a recibir el presidente Biden, para aquello de la cotizada foto del apretón de manos. La pregunta es si en esa cita Petro tendrá espacio para echarle su rollo mesiánico.
A las 6:00 a. m., ¿qué estaba opinando María Isabel, hoy lunes 17 de abril, en SEMANA? Pues la opinión gira alrededor de la visita del presidente Gustavo Petro al presidente de Estados Unidos, Joe Biden. Porque la cita apareció a última hora, como milagro, hagan de cuenta como cuando se le ha aparecido a uno Dios, a mí no se me ha aparecido, pero digo, hagan de cuenta.
No porque el Gobierno colombiano no lo estuviera buscando insistentemente a través de su oficioso embajador Murillo en Washington, sino porque nuestro mandatario tenía otra agenda, a la que de golpe le apareció esta posibilidad. Petro originalmente viajaba a Estados Unidos a darse un bañito de popularidad, en la Universidad de Stanford, para hablar sobre cambio climático, y otra parada en las Naciones Unidas para hablar de temas indígenas, aprovechando el perfil de la embajadora arhuaca que escogió ante el organismo, Leonor Zabaleta.
Pero en Colombia se le da mucho peso a esa foto con el presidente de Estados Unidos estrechando su mano con el de Colombia. Y no es sino recordar las críticas que le cayeron al entonces presidente Iván Duque y las burlas, porque esa foto a él se le demoró un poco.
Es obvio que el presidente Biden le interesa Colombia y también lo es que las posiciones del presidente Petro son especialmente significativas en este momento para los intereses del país del norte, porque están en la agenda el cambio de visión sobre la lucha contra el narcotráfico, y un tema que toma importancia ―por fortuna por su gravedad cada vez mayor en la agenda bilateral―: la inmigración ilegal.
Anoche precisamente, en el espacio, el prestigioso periodista de la CNN Anderson Cooper vi un informe que me hizo llorar; el mercado humano que solamente en los primeros meses de este año ha traficado a miles y miles de seres humanos, niños, madres, padres, abuelos a través de las selvas del Darién rumbo a Panamá, Costa Rica y México con destino final, el paraíso, Estados Unidos.
En el camino, miles de esos se quedan enterrados en el fango, ahogados o sencillamente famélicos, sedientos o enfermos, no llegan; espeluznante. Y no se ve que a ese respecto en nuestra curiosa Cancillería, que ni siquiera ha sido capaz de regularizar la entrega de un simple pasaporte, esté haciendo algo al respecto.
Ese es un tema superpendiente con los Estados Unidos, que no puede ser ajeno a semejante horror. La pregunta es si el mesianismo del presidente Gustavo Petro tendrá espacio en la sesión de la foto con el presidente Biden; pero de eso hablaremos en las siguientes secciones que los va a divertir.
Por lo pronto, las actuaciones del Gobierno colombiano han tenido con los pelos de punta sobre todo al Departamento de Justicia de los Estados Unidos, que viene exigiendo a Colombia mensajes públicos acerca de planes concretos en la lucha contra el narcotráfico. Aquí no están haciendo ni erradicación, ni incautación, ni nada de nada. 180 millones de dólares en ayudas están reprimidos por ahora; Estados Unidos le reclama a Colombia una estrategia integral.
Y viene una cumbre menos vistosa que esta ―de la foto con Biden―, pero mucho más sustanciosa: la Cumbre Antinarcóticos del 6 al 8 de junio próximo, en la que a Colombia intentarán concretarla en medio de momentos muy tensos y esa es la verdadera verdad en temas de justicia con los Estados Unidos. ¿Podrá el presidente Petro desplegar sus alas populistas y mesiánicas, que son bien amplias y bien plumosas, en las cuyos cortos minutos que le darán para la foto? Ahí les dejo la pregunta.