A las 6 en punto de la mañana, ¿qué estará opinando María Isabel, hoy viernes 2 de febrero, en SEMANA? Pues la opinión gira por los lados de la manera inevitable como el presidente Gustavo Petro termina sembrando el caos en su forma de gobernar. Parece que hiciera parte de su naturaleza humana, palabra que le encanta. Esta vez, el caos es en el seno de su gabinete de ministros y en el círculo de sus principales asesores. ¿Al fin los botó?, ¿no los botó?, ¿sí los botó, pero fue Laura Sarabia?, ¿no los botó Laura Sarabia?

Cada hora, hay una nueva versión de los hechos, pero quedémonos con la última: que no hubo, como llegó a decirse, un pedido de renuncia protocolaria del presidente a sus ministros, sino simplemente un llamado de atención a todos por su baja ejecución. El único que no se mide es él, Petro, él no tiene medida su incapacidad ejecutoria.

El presidente Gustavo Petro. | Foto: Presidencia

Pero el último día de enero sí hubo un tenso consejo de ministros, en el que Petro expresó su molestia, bien escurrido en la silla, como es su postura habitual y que tiende a verse como un gesto de desprecio a sus interlocutores, al punto de que varios ministros estuvieron pensando en presentar su renuncia protocolaria, así no se las hubieran pedido.

Pero la única que se hizo efectiva, y de inmediato se la aceptaron, fue la del ponderado director de Planeación, Jorge Iván González, el único técnico que prácticamente quedaba en este círculo gubernamental al que le faltan precisamente técnicos y le sobran ideólogos y activistas. Fuentes indican que el enfrentamiento entre Petro y González fue sumamente fuerte. A Petro se le voló la piedra contra su jefe de Planeación y ese es el motivo de esta abrupta ruptura.

Jorge Iván González, director general del DNP | Foto: PND

Porque González no estuvo de acuerdo con, por ejemplo, discriminar e incluso incumplir con las obligaciones del Gobierno con el grupo de alcaldes y gobernadores que no son adeptos a la ideología petrista, es decir, que pertenecen a sectores políticos adversos al Gobierno.

La gota que rebosó la copa de González fue la orden de Petro de incumplir unos compromisos presupuestales que tenía el Gobierno con Antioquia. Petro acuso a González de estar obstaculizando y poniéndole palos a la rueda de la implementación de los programas y la línea de ruta del Gobierno nacional.

Laura Sarabia

El tono de voz de ambos fue muy alto. De ahí que en la carta de renuncia el jefe de Planeación soltara una frase clave, que se entiende conociendo los antecedentes: “Sin el concurso de todos los alcaldes y gobernadores y sin aporte de las organizaciones gremiales, las metas del Plan Nacional de Desarrollo no será posible cumplirlas“.

Pero quizás la parte más ofensiva de la forma como salió González del gabinete, fue la explicación del ministro Bonilla de Hacienda, quien, todo dulce, salió a explicar que su salida no se debió a que el presidente le informó a González que le iba a pedir la renuncia, sino que lo hizo porque González estaba agotado y está pensando en cuidarse seriamente de una afección que tiene de tiempo atrás.

El ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla. | Foto: Juan Carlos Sierra

¿Estaba autorizado Bonillita a revelar alguna condición médica del jefe de Planeación, lo hizo con su consentimiento o sin él? El hecho es que el meollo de la salida de González no fue su salud, que puede estar cansado, sí, y que requiere cuidarse la salud, sí, todo puede ser cierto, pero las razones de fondo son las diferencias con Petro acerca del manejo presupuestal del país, al que González insistió en darle un manejo técnico y Petro, un manejo político. Y la conejeada que ordenó, por cuenta de esas diferencias en las inversiones en departamentos cuyos gobernantes no le son adeptos, como es el caso de Antioquia y, concretamente, de Medellín y punto.