A las 6:00 a. m., ¿qué estará opinando María Isabel, hoy martes 31 de octubre, en SEMANA? Pues la opinión gira en torno a la gran incógnita: ¿cuánto daño le hace al Gobierno el resultado adverso de las elecciones del domingo? Es decir, ¿cuánto fue en realidad lo que perdió Gustavo Petro?
Negar que al presidente y a su gobierno les fue mal con ese resultado es cegarse ante la evidencia. Perder las principales capitales con candidatos contrarios a su corriente política es evidente que no era lo que le convenía. Pero muchos se han anticipado a calificar estos resultados como una debacle de Petro, ignorando el hecho de que este es un país fuertemente presidencialista y centralizado, y que todavía tiene la sartén fuertemente agarrada por el mango.
Conociendo además la personalidad del presidente Petro, que algunas veces parece pertenecer a otro planeta, como si no se diera cuenta de las cosas que ocurren en este, el planeta Tierra, se puede concluir que él es terco, poco humilde, empecinado en sus ideas y que un resultado adverso en las elecciones regionales ni lo arrodillará ni, mucho menos, lo derrotará antes de que acabe su gobierno.
Él no adjudica su derrota a un voto castigo, sino a una estrategia dizque de la oposición para crear miedo. ¿Acaso para eso se necesita una estrategia o eso lo produce el Gobierno de manera natural? Por el contrario, la máquina de comprar congresistas para aceitar las reformas duplicará su velocidad y pasar las elecciones y con las próximas que son las presidenciales están muy lejos, prácticamente a tres años.
A los congresistas de partidos como liberal, conservador y La U, para no hablar del reto planteado al Pacto Histórico, partido de gobierno, pues tiene poco que perder y mucho que ganar si, por ahora, se quedan recibiendo los favores y las prebendas del Gobierno.
Puede que el golpe al capital político de Petro sea evidente, como lo dijo en una reciente publicación The Economist, pero no alcanza para voltearle al Gobierno el clima político en el Congreso, que seguirá difícil, como venía, pero manejable, como también venía, a juzgar por la reforma de la salud, a la que le falta un empujoncito para salir de la cámara y pasar a ser discutida en Senado.
De manera que no hay que negar que fue un voto castigo contra Petro, como lo reconoció incluso el derrotado Gustavo Bolívar, que, en las últimas horas, ha recogido sus declaraciones y los pedacitos que quedaron del Pacto Histórico para decir que la oposición pudo haber ganado alcaldías y gobernaciones, pero el gobierno sigue siendo del petrismo y esa es una realidad imposible de soslayar.