¿Qué estará opinando María Isabel hoy martes 19 de marzo en SEMANA? Pues la opinión gira en torno a la propuesta, cómo no, del presidente acerca de convocar a una asamblea constituyente.
Lo que indica que lo que le resta de ejercicio a este gobierno de Gustavo Petro lo dedicará a hacer campaña que –según trinó ayer– ya comenzó. A esta asamblea que él y los suyos entraron de frente a calificar de constituyente y no de constitucional, como fue el caso de la asamblea de 1990.
Que en un comienzo fue convocada como constitucional, con un temario limitado, y un tiempo después pasó a ser constituyente por un fallo de la Corte Suprema, lo que implicó la gigantesca diferencia de que la primera, como digo, tenía un temario limitado, mientras la segunda fue declarada omnipotente, como fue el proceso que condujo a la Constitución Política del 91, que hoy nos rige.
En la reveladora entrevista que el presidente le dio a Andrés Mompotes, director de El Tiempo, el día lunes, da una serie de justificaciones bastante gaseosas para explicar su convocatoria a la constituyente. Corrige de esta forma lo dicho el día anterior, que sugería que era para hacer las reformas que democráticamente, hay que decirlo, como es su deber, sigue estudiando y tramitando el Congreso, a algunas dirá que sí, a otras dirá que no.
En esta entrevista, el presidente se abstiene el presionar al Congreso, pero menciona entre muchos, dos extraños motivos para la convocatoria de la constituyente, que es que le tumban a sus cónsules y que no le permiten a María José Pizarro fungir como vicepresidenta de la Mesa Directiva del Senado.
¿Son, por ejemplo, esos dos motivos, los cónsules y María José Pizarro, lo suficientemente sustanciosos como para convocar a una constituyente y lo que esto implica en costos y en desgaste para un país? Desde luego que no y se le calculan alrededor de dos años a las siguientes etapas que tendrá que surtir el Gobierno, pues presentar ante el Congreso la ley que convoca al pueblo a votar si quiere o no una constituyente.
La aplicación de dicha convocatoria, que requerirá la participación de una tercera parte del censo electoral, que deberá elegir después a los constituyentes, estos reunirse en asamblea, expedir un nuevo articulado después de discutirlo durante un tiempo, que no sabemos cuál será, que no podrá eludir el Control Constitucional de la Corte, siendo asamblea constituyente y no constitucional, para estudiar sobre todo posibles vicios de forma.
Ese proceso de ninguna manera se tomará menos de 17 meses, como se tomó el de la Constitución del 91, y podría tomarse hasta dos años, le calculan unos, desde que el Gobierno presente al Congreso la ley que la convoca, que no está desde luego redactada, como es costumbre en este gobierno improvisado.
Y desde ahora se vislumbra que si se cruza con las elecciones presidenciales, pueda ser utilizado por el presidente para prolongarse el período mientras se completa el trámite y prolongar el período a los Comunes o ex-Farc, a quienes se les vence su periodo gratiniano en el 26, y pocos votos tienen para repetir.
¿Y por qué no prorrogarle el periodo a todo el Congreso? Que con esa perspectiva, podrá sentirse más atraído a colaborar, lo cual hoy a palo seco no parece que funcionaría. Pero lo que al presidente Petro no se le puede creer es nada. Ayer Blu Radio, por ejemplo, documentó y publicó pruebas de nueve veces que el presidente prácticamente juró que no propondría una constituyente y que no le preguntaran más eso porque estaba desesperado.
Es decir, pues es bastante mentiroso, y si dice que no la utilizará para reelegirse, lo prudente es creer por ahora que puede que sí, temor que persiguió al presidente Petro desde que era candidato, antes de su elección.
Es una constituyente absolutamente innecesaria, han opinado desde propios de los círculos presidenciales hasta ajenos a ellos, pero eso a Petro no lo conmueve, rápidamente tiene que cambiarle de agenda al país, porque ya los escándalos de su gobierno se lo están carcomiendo.