En el marco de la política colombiana, se repite un concepto hasta el cansancio: mientras la izquierda siga siendo incapaz de unirse, a la hora de las elecciones, la derecha siempre tendrá las de ganar. Esa frase, que ya suena a lugar común, se convirtió en una realidad en varios escenarios electorales en el país. Es cierto que entre los partidos que componen las corrientes políticas siempre hay roces, fricciones y pulsos de poder. Pero, por regla general, las fuerzas de derecha y de centroderecha suelen tener más habilidad para sobreponer sus diferencias y ganar en las urnas.
Ese fenómeno, visto en casi todas las contiendas de los últimos años, podría repetirse en las elecciones presidenciales de 2022. Hoy el Polo Democrático, la colectividad que convirtió a la izquierda en una opción real de poder, está roto por la mitad y tiene su subsistencia en vilo. En días pasados, el senador Jorge Robledo, el mayor elector de ese partido, redactó una carta a fin de anunciar la intención del Moir de separarse del Polo para hacer rancho aparte de cara a los comicios presidenciales. Las tensiones en ese partido son asunto de vieja data, pero esta vez se desbordaron y, si nada extraordinario ocurre, acabarán con el Polo como hasta ahora se conoce.
Además de Robledo, quien ya anunció sus intenciones de aspirar a la presidencia en 2022, firman la carta otros miembros del partido, que, entre todos, representan 333.000 de los 637.000 votos que obtuvo el Polo en los pasados comicios legislativos. El problema no es menor, pues de por medio están, además de las consideraciones técnicas como la personaría jurídica, el destino de la estrategia de la izquierda para buscar el poder nacional. En síntesis, la carta anuncia la intención de los firmantes de embarcarse en un proceso de escisión que tendría que aprobar el congreso nacional del partido. Pero, con las tensiones al rojo vivo, muchos dan por descontado que esto pase.
En los corrillos políticos saben que en el Polo muchos de sus integrantes se la pasan peleando como perros y gatos. Pero la situación hoy es más clara y tiene nombres propios: Jorge Enrique Robledo y Gustavo Petro. La mención de este último podría sonar extraña en vista de que el senador desde hace años renunció a la colectividad y hoy lidera el movimiento Colombia Humana, con el que aspira a llegar al Palacio de Nariño.
No obstante, a pesar de sus años de ausencia, Petro todavía cuenta con el apoyo de un sector muy importante del Polo. Más aún después de superar los 8 millones de votos en las elecciones pasadas. Ese nivel de sufragios, hasta hace unos años, era impensable para los partidos de izquierda. Así las cosas, en el Polo hay dos corrientes claramente marcadas. La que está con Robledo y quiere apoyarlo para que se mida en una consulta con los candidatos de la coalición de centro y la que le apuesta a Petro como la mejor carta de la izquierda para llegar al poder.
Ideológicamente, Petro y Robledo coinciden en muchos temas, pero en términos políticos no se entienden ni se quieren. Quienes en el partido se la juegan por el líder de la Colombia Humana afirman que Robledo salió porque no estaría dispuesto a medirse con Petro en una consulta, pues, según ellos, en ese escenario el exalcalde lo barrería. Sin embargo, los de la corriente del Moir sostienen que desde hace años hay diferencias de fondo en términos de estrategia y de visión política que hacen inviable su permanencia en la colectividad amarilla.
Para nadie es un secreto que, políticamente, el senador Robledo se identifica mejor con las fuerzas de centro, con las que ha hecho coalición en los últimos años. En todos los escenarios, al ahora aspirante presidencial no se le ha visto alzando la mano en compañía de Petro, sino más bien en busca de convergencias con figuras menos radicales y más volcadas al centro como Sergio Fajardo, Claudia López, Antonio Navarro, Angélica Lozano y otros líderes nacionales.
Robledo, seguramente, sabe que, si quiere tener una opción real en 2022, tiene más posibilidades, tanto políticas como ideológicas, de buscar una convergencia con quienes han sido sus aliados y no con quien ha sido su rival. Por esto, lo más probable es que el futuro del senador esté hoy más pintado de verde que de amarillo. Y el problema va más allá. Fajardo, con quien Robledo mantiene una relación fluida en los últimos tiempos, ya dijo abiertamente que bajo ninguna circunstancia estaría dispuesto a unirse a Petro. Para el exalcalde de Medellín, Petro tiene una manera destructiva de abordar la política que él no comparte.
También está el factor Claudia López. La alcaldesa de Bogotá apoyó la aspiración presidencial de Petro, pero este se convirtió en su mayor opositor. López no se presentará como candidata presidencial, pero la jerarquía del cargo que hoy ostenta, sumada a su inmensa popularidad, la convierten en un factor determinante de las fuerzas de centro.
El país está ante el divorcio de un matrimonio que venía haciendo agua desde hace años. Como diría García Márquez, será la crónica de una muerte anunciada. ¿Qué quedará entonces de esta pelea para el desarrollo de la política electoral?
Robledo se irá del partido y buscará una consulta interna con los candidatos de centro. Eso es una obviedad. Pero lo más interesante es que el Polo, colectividad de la que Petro salió hace años tras el escándalo de corrupción de los hermanos Moreno, ahora estará huérfano de candidato, aunque con la personería jurídica que Petro no tiene. Así las cosas, después de tantos años, no es imposible que el líder de la Colombia Humana vuelva a la que fue su casa y se quede con el liderazgo indiscutible de lo que será el nuevo Polo Democrático.