SEMANA: ¿Qué balance hace el Acueducto de los cinco meses de racionamiento de agua en Bogotá? ¿Ha funcionado la medida?
Natasha Avendaño (N.A.): Si no hubiéramos tomado las medidas de restricción que tomamos, hoy en día tendríamos cerca del 19 % menos agua en el Sistema Chingaza. Ese es el porcentaje de cuánto ha representado el ahorro que se ha generado, tanto por las medidas de restricción como por el cambio de comportamiento de los usuarios. Estas medidas han contribuido casi en un 20 % al aumento del nivel del Sistema Chingaza.
SEMANA: ¿Cuáles son esas zonas de Bogotá en donde se ahorra menos agua y cuáles son aquellas en donde se ahorra más?
N.A.: Tenemos en Chapinero, Teusaquillo y en dos sectores particulares de Suba, que son Guaymaral y Zona Norte, en donde están los más ahorradores. Es decir, ahí tenemos más o menos entre el 15 % y el 18 % de ahorro por parte de los usuarios de esas zonas. En general, toda la ciudad disminuyó su consumo, eso obviamente es claro, pero hay cuatro zonas que tenemos identificadas como las que contribuyeron menos a ese ahorro. Ciudad Bolívar, Usme, Usaquén y Bosa. Esta última localidad, en particular, prácticamente no cambió su consumo.
Es decir, que Ciudad Bolívar, Usme y Usaquén tienen los ahorros más bajitos, entre el 3 % y el 5 %, pero Bosa prácticamente no cambió su consumo.
SEMANA: ¿Ha sido difícil cambiar esa cultura ciudadana?
N.A.: Yo creo que sí, es un tema complejo de cambiar, porque estamos acostumbrados a que en 40 años no había existido un tema de restricción de servicios, ni de racionamiento, y pues las ciudades de hace 40 años también eran muy distintas. La ciudad, el país, la manera de comunicarnos, todo era muy diferente. Entonces ha sido difícil que la gente tome como esa conciencia, porque siempre estamos acostumbrados a que abríamos la llave y salía agua, además con muy buena presión. Entonces eso es lo que nos ha llevado a que tenemos que ser muy insistentes y persistentes, sobre todo en manifestarle a los usuarios la necesidad de ser conscientes de nuestra relación con el agua, de no malgastarla, de cerrar la llave. Uno cree que no, pero con el solo hecho de cerrar la llave mientras nos cepillamos los dientes, mientras los hombres se afeitan, mientras nos echamos el shampoo, el jabón en la ducha, eso ahorra una cantidad de litros de agua. Y aquí, pues literal, cada gota cuenta.
SEMANA: Usted ha revelado que agosto fue el mes más seco en los últimos 55 años. Una situación crítica...
N.A.: Así es. No esperábamos que agosto fuera el mes más seco de los últimos 55 años, mucho más teniendo en cuenta que hace un par de meses el Ideam lanzó una alerta por la llegada del Fenómeno de la niña para que todas las ciudades del país estuviéramos preparadas porque llegaba La Niña, y eso podía llevar claramente a problemas de riesgo, pero pues el Fenómeno de La niña nunca llegó. Una vez más la variabilidad climática, fruto del cambio climático, nos está poniendo en unas condiciones de incertidumbre aún mayores a los pronósticos de clima y lo que se supone que debía haber llegado con fuerza, pues no ha llegado todavía y por el contrario, agosto fue el mes más seco para el sistema Chingaza, porque eso es lo que es importante resaltar, fue el mes más seco en el sistema Chingaza en los últimos 55 años.
Con respecto a las afluencias que se esperaban, de acuerdo a la información histórica que tenemos en la empresa, llegamos solo al 44 % de las afluencias históricas. Imagínense, una cifra baja.
SEMANA: Cuando se tomó la decisión de cambiar los turnos de racionamiento de todos los días a día de por medio, ¿cuáles fueron esos criterios que se tuvieron en cuenta?
N.A.: Uno, el que le acabo de mencionar, esos anuncios de la llegada del Fenómeno de La Niña, los que nos permitía pensar que efectivamente ya íbamos a tener unas mayores afluencias. El segundo, el hecho que entre los meses de mayo y junio, tuvimos unas muy buenas afluencias que permitieron recuperar, en particular en mayo, la senda de crecimiento y acumular agua en los embalses. Y por eso cuando en junio tomamos la decisión de espaciar a partir del primero de julio la restricción, era con el fin de también entregarle un poco a los usuarios esa corresponsabilidad en el ahorro del agua.
Y el primer turno después de que decimos el espaciamiento funcionó bastante bien, pasamos de tener en los primeros nueve turnos un promedio de ahorro de 1.82 metros cúbicos por segundo, a que en el ciclo 10, que fue el primer ciclo de espaciado, tuviéramos 1.4 metros cúbicos por segundo de ahorro. Es decir, demostramos los usuarios en ese ciclo 10, que fue el primero de espaciado, que sí podíamos contribuir de manera voluntaria a la situación. Pero de ahí en adelante observamos que los días sin restricción, del ciclo 11 en adelante, empezamos a tener unos consumos muy altos, en particular en los días sin restricción donde se superaba los 17 metros cúbicos por segundo.
Y fue una semana después y con el comportamiento de agosto, que empezamos a ver que efectivamente nos estábamos alejando de la meta, porque efectivamente las lluvias nunca llegaron. Y por el contrario, agosto se convirtió como el mes más seco en los últimos 55 años.
SEMANA: Ese nuevo esquema de racionamiento, esa corresponsabilidad con los usuarios, ¿deja un balance agridulce?
N.A.: Sí, yo creo. Si bien los usuarios han seguido siendo responsables, creo que lo que pasó fue que tal vez los mensajes de la llegada del Fenómeno de La Niña, hizo que le bajáramos un poquito a la guardia. Y por eso desde hace un mes iniciamos el refuerzo de las campañas para llamar más a esa conciencia de los usuarios de la necesidad de volver a la senda que ya sabemos recorrer y que sabemos hacerlo bien, y es ser un poco más conscientes de nuestra relación con el agua. También es cierto que esta última semana en particular ha sido muy calurosa, pero lo que no se nos puede olvidar es que hay que cerrar las llaves.
SEMANA: En repetidas ocasiones, tanto usted como el alcalde Galán han asegurado que la finalidad era llegar a octubre con el 70 % del nivel de los embalses, especialmente en Chingaza. ¿Cree que se va a lograr esa meta?
N.A.: No. ¿Por qué? Porque, como lo dijimos desde el principio, el llenado de los embalses no solamente depende de que bajemos el consumo, depende principalmente de que llueva. Claro, cuando hicimos el escalonamiento del esquema de restricción, pues lo dijimos muy claramente, si no llueve, o si el consumo tiene un comportamiento muy diferente al que estamos esperando, muy seguramente podemos volver a tomar las medidas más restrictivas. Y efectivamente ese el problema, no llueve, no ha llovido lo que tenía que haber llovido, lo que históricamente debía haber llovido, y esa es una variable que no podemos controlar nosotros. La que sí podemos controlar es la del consumo, y por eso es que hemos vuelto a hacer estos llamados a que seamos más conscientes, a que volvamos a ser conscientes con el uso del agua.
SEMANA: La Organización Meteorológica Mundial ya redujo al 55 % la probabilidad de un Fenómeno de La Niña, y la directora del Ideam ha dicho que para el sector de la Orinoquía, que es donde está el embalse de Chuza, va a haber menos lluvias de las precipitaciones normales históricas. ¿Le preocupa esto?
N.A.: Claramente es una señal de alarma, y por eso el llamado desde hace ya varias semanas es a volver a tomar esa conciencia, porque nunca dijimos que habíamos salido de la situación crítica, porque no levantamos por completo el racionamiento, simplemente cambiamos el esquema. Pero es evidente que las lluvias, el cambio climático es una realidad y se ha materializado de una manera muy fuerte en particular este año en lo concerniente a las fuentes que abastecen de agua a la ciudad, y es que no hemos tenido las precipitaciones que históricamente se tienen y con las que históricamente hemos contado para poder garantizar el abastecimiento de la ciudad.
SEMANA: Es muy fácil hacer una retrospectiva con el periódico de ayer. Ya sabiendo que no hubo esas precipitaciones que se esperaban, ¿siente que de pronto no se debió haber hecho ese cambio en los turnos de racionamiento?
N.A.: No, no creo que no se debió haber hecho. Yo creo que aquí lo importante es que hemos tomado siempre decisiones basadas en la información, en los datos, también en la necesidad de ser muy conscientes con la garantía de la prestación de los servicios a los usuarios.
SEMANA: Ustedes han insistido que ese nivel del 70 % en los embalses era importante, no tanto para este 2024, sino para el 2025, ¿cómo está observando el panorama para el próximo año?
N.A.: Efectivamente, y por eso la necesidad de mantener esta medida hasta que tengamos una recuperación de las lluvias. Pero el 2025 tiene una diferencia con el 2024 y es que puede que tengamos la misma situación que se presentó a principios de este año, pero ahí ya vamos a tener una muchísima mayor capacidad de producción de agua de la planta de Tibitoc, del Agregado Norte. ¿Por qué? Porque, efectivamente, las obras de optimización van avanzando y vamos a poder contar con ese respaldo que a principios de este año no estaba porque estábamos todavía en obra. Las obras van avanzando, estarán terminadas en su totalidad el próximo año, el primer trimestre, pero ya incluso este año vamos a poder terminar el año con una mayor capacidad de producción, más del doble de lo que se producía a principios de este año en Tibitoc. Entonces eso nos da un poco más de tranquilidad que el respaldo ya está llegando y que eso nos permite, por un lado, seguirle bajando la presión a Chingaza mientras se recupera, pero por el otro lado tener la tranquilidad de que sí vamos a poder traer agua a la ciudad.
SEMANA: Además de ese aumento en la capacidad de la planta de Tibitoc, ¿qué otras medidas se ha pensado? Ya el alcalde Galán aseguró que si el 21 de septiembre no mejora el consumo y las lluvias, se volvería a un racionamiento diario de agua...
N.V.: En este momento estamos en ese proceso de análisis de medidas. En las próximas semanas hablaremos con el alcalde acerca de cómo serán las medidas en general, no solamente de racionamiento, sino que otras medidas de beneficio se pueden adoptar con el fin de garantizar el abastecimiento.
SEMANA: A mediano y largo plazo, ¿qué hacer para evitar que esta situación se vuelva a repetir?, ¿la ciudad tendría que ir pensando en la construcción de un nuevo embalse?
N.V.: Yo creo que definitivamente esa es una decisión que hay que tomar, cuál va a ser el sistema de abastecimiento que tenemos que tener para Bogotá para 2100. Una de esas alternativas que está estudiada, evaluada y diseñada hace 60 años es la construcción del embalse La Playa para poder garantizar que el Sistema Chingaza se complete.
Pero también están las otras alternativas, como el aumento del caudal concesionado del río Bogotá para tener la capacidad full de producción de la planta de Tibitoc.
Y otras alternativas que son ya más de mediano plazo y de largo plazo, es la posibilidad de contar con un estudio real de aguas subterráneas que hoy en día no se tiene. Tenemos en estudio muy viejo de hace unos 20 años en el que se evaluó la posibilidad de contar con aguas subterráneas para emergencias. O sea, no era enfocado como en una alternativa de abastecimiento, sino como poder tener esto en caso de que tengamos una emergencia. Eso no se había pensado nunca como una alternativa de abastecimiento y lo que estamos buscando es cooperación internacional para poder contratar o que nos contraten más fácil estudios de aguas subterráneas que nos permita averiguar si de verdad hay suficiente agua subterránea en Bogotá que sea una alternativa.
Y la última alternativa, que además también se está moviendo mucho el mundo es el reúso de aguas residuales tratadas para actividades que no requieren el agua potable. E incluso para la recarga de acuíferos.